lunes, 27 de junio de 2011
M* y el perro.-
miércoles, 22 de junio de 2011
Compro oro.-

No estoy muy seguro de si el batacazo de la economía financiera fue precursor, o sus barruntos fueron el previo origen de la proliferación de esta bandada de pardales que pía su falta de trabajo digno por las calles de nuestra ciudad. Lo cierto es que hay una relación de causa a efecto: cuanto mayor la iniestabilidad laboral, cuanto mayor dificultad para encontrar trabajo, mayor el número de humiles pájaros desempleandos dándole al pío-pío de "compro oro, ofrezco la mejor tasación".



miércoles, 15 de junio de 2011
Donde los pies te lleven.-
De regreso a casa, asaz molido y con los pies encallecidos, y más contento que unas pascuas, me apresuro a dar noticias de mis andanzas, no sea que el improbable lector crea que he abandonado esta bitáco
Ya se sabe cómo es esta Castilla nuestra, con sus tierras llanas donde se pierde la vista, con sus campos cerealistas y sus caminos que parecen no tener fin. Afortunadamente, en esta época del año los trigales aún verdean mientras van granando y, vistos en la distancia, semejan enormes alfombras que se mecen suavemente al impulso
Una de las cosas más agradables del Camino es cuando uno pasa por los pueblos, se encuentra con algún paisano, y éste le saluda ¡Buen camino, peregrino!, o cuando, reventado de tanto machacar las suelas de las botas, llega a un refugio y le reciben con un abrazo y le dan un camastro o una colchoneta en el suelo para que se acomode. Es como sentirse en casa -con comodidades elementales, claro- y saber que durante unas horas estará en familia. Una familia variopinta, donde se oye todo tipo de lenguas y se ven gentes de cualquier lugar del mundo. Además, en algunos refugios le ofrecen al caminante una cena comunal donde se reúne esa babel peregrinesca en torno a una mesa improvisada y se come del puchero que, con más o menos arte, ha preparado el hospitalero, siempre con mejor voluntad que ciencia culinaria.
bravo y tentador, el busto,
grave y maternal, el pecho.
sólo mi amor la alboroza
moza tempranera... ¡moza
martes, 7 de junio de 2011
De nuevo, una caminata por la Sierra.-
Ya se sabe cómo somos los jubilatas. Con eso de la edad provecta, las neuronas se nos van fundiendo y las que nos quedan se limitar a repetir pautas y comportamientos, evitando salirse del camino trillado, no sea que el jubilata tropiece en una piedra fuera de sus circuitos habituales y termine descrismándose.
Entre ambos pueblos hay una carreterita semi abandonada que los une. El camino del ingeniero nace allí, cosa de un kilómetro carretera adelante, para adentrarse en el monte, por detrás de la fuente de la Yedra. Trepa un rato ladera arriba y luego gana la horizontal, para transcurrir plácidamente por en medio del bosque de pinos, cruzando algún arroyo rumoroso, para bajar de nuevo hacia el piedemonte. Cosa de poco esfuerzo, con un recorrido de unos 15 kilómetros.
Como transcurre por la cara norte de la sierra, el bosque es húmedo, umbrío y muy tupido, con esos airosos pinos de Valsaín que tienen un tronco de color asalmonado, recto como el astil de una lanza, y que parecen querer alcanzar el cielo con sus copas. El sotobosque lo forman helechales de un vede jugoso en esta época del año, que alfombran el suelo a ratos; cuando no, la hierba, tachonada de flores silvestes, cubre las praderías.
Aquí y allá pueden verse algunos robles melojos que pugnan por abrirse paso hacia la luz. Son ejemplares relictos del bosque autóctono que debió existir antes de que se repoblase el pinar por razones económicas, ya que el pino es una especie de más rápido crecimiento, por lo que, tradicionalmente, su explotación ha proporcionado riqueza a los pueblos de alrededor.
Además, la madera de pino fue materia prima utilísima para la construcción naval en aquellos tiempos en que la Flota de Indias drenaba las riquezas de las Américas hacia estas Españas con el fin de alimentar las continuas guerras con ingleses, franceses, holandeses y berberiscos, que la monarquía de los Austria mantenía para defensa del patrimonio de la casa Ausburgo y en nombre de la santa religión.
Ya idos por esos cerros del recuerdo histórico, viene a cuento lo que puso en versos de arte mayor don Francisco de Quevedo a propósito del oro americano, que poco aprovechó por estas tierras castellanas: Nace en las Indias honrado, donde el mundo lo acompaña, viene a morir a España, y en Génova es enterrado. Ya se sabe, los banqueros genoveses cobraban en oro americano los préstamos realizados a la Corona; hoy, otros banqueros saquean el patrimonio del estado en nombre de las sacrocantas leyes neoliberales y nos empobrecen igual. Pero, improbable lector, ese es otro asunto del que no toca hablar hoy.
El caso es que, monte arriba, llegamos a descubrir hasta tres hermosos ejemplares de tejo, ese árbol cargado de simbolismo, que apenas se encuentra por nuestros bosques. Un árbol negro rojizo, según la época del año, de hojas aciculares como en las coníferas, cuya madera se usó en la Edad Media para construir arcos, y que en las culturas celtas simboliza la muerte y la vida eterna. No en vano puede sobrepasar los mil quinientos años de edad, como el que descubrimos en Barondillo hace algunos años.
Y ya puesto en eso de las caminatas, este jubilata, que ve la vida como un camino, de aquí a un par de días carga la mochila, la venera y el bórdón y se va a gastar suela por el Camino de Santiago durante siete días. Piensa estar a solas con sus pensamientos, si las manadas de jacobípetas de todo pelaje se lo permiten. Que eso del turismo de masas todo lo arrasa, coño.
miércoles, 1 de junio de 2011
A propósito de antiguas envidias y modernas preocupaciones.-

