“Gracias por haber participado en esta investigación clínica. Quizás usted no recuerde haber dado su consentimiento, pero fue enrolado en diciembre de 2007, al comienzo de la gran depresión. Su tratamiento no ha sido administrado por médicos o enfermeras, sino por políticos, economistas y ministros de finanzas. En el marco de este estudio le han hecho seguir, lo mismo que a millones de personas, uno de los dos protocolos experimentales siguientes: austeridad o reactivación. La austeridad es un medicamento destinado a reducir los síntomas de la deuda y del déficit para tratar la recesión. Consiste en disminuir los gastos gubernamentales en materia de cobertura médica, de asistencia a los parados y de ayuda a la vivienda.”
“Si ha recibido una dosis
experimental de austeridad, habrá notado, seguramente, profundos cambios en el
mundo que le rodea. Si, en cambio, forma parte del grupo de la reactivación, su
vida, posiblemente, no ha sido alterada por el paro y la recesión. Incluso es
posible que se encuentre con mejor salud que antes de la crisis…”
Así comienza el artículo Cuando la austeridad mata (Las consecuencias
sanitarias de las políticas económicas), publicado por Le Monde diplomatique
este mes de octubre. Es lo que tiene dejar de rascarse el ombligo con las
noticias domésticas tan llenas de fervores nacional-periféricos que hacen
olvidar la realidad de los males sociales, que uno acaba enterándose de haber
sido sometido a un experimento quirúrgico-económico. Bueno, un servidor y
también el improbable lector: todos convertidos en conejos de indias a los que
nos han extirpado derechos sociales: hoy te privatizo hospitales, mañana te recorto
ayudas a la dependencia, anteayer te podé los derechos laborales, y así.
El artículo toma los dos ejemplos
europeos más contrapuestos del experimento: Islandia y Grecia. El segundo es
ese tratamiento para caballos que la Cirujana de Hierro Merkel y su equipo de
guardia nos ha impuesto para salvarnos del virus que, previamente, nos
inocularon cuando lo de Lehman Broders y las subprimes aquellas.
Dice el refrán español que quien bien te quiere
te hará llorar, y mucho nos deben querer el FMI, el BE, la UEE y sobre todo nuestro
gobierno cuando nos tienen quejumbrosos con lo amargo de su medicina. Pero ya
se sabe que lo hacen para curarnos de aquel absurdo optimismo de cuando nos
creíamos que la educación, la sanidad, los derechos laborales, eran un bien que
nos habíamos ganado con el esfuerzo de las
generaciones que nos precedieron; bienes que pensábamos dejar en herencia a las
siguientes generaciones. Ahora sabemos que no era más que un préstamo con
intereses usurarios que nos vemos obligados a devolver, so pena de desahucio.
Pero no, no éramos más que lustrosas ratas de laboratorio en las que experimentar nuevos medicamentos que demuestren la
eficacia de la ideología neoliberal. Y con el fin de que aceptemos la medicación
sin rechistar, ahí está la sabia advertencia que a los ciudadanos del Sur hizo
la doctora Merkel, quien dijo refiriéndose a Grecia: Estos países pueden ver que el camino iniciado por Grecia no es fácil.
Por lo tanto, harán lo que puedan por evitarlo. Claro aviso para convalecientes díscolos. Por eso
nuestro Mariano sigue el tratamiento con tanta sumisión.
Por eso, también, esa resistencia
que nació de las asambleas callejeras, de los 15 M, de los Rodea-el-Congreso y
mareas de distintos colores que han brotado como sarpullido un poco por todas
partes. Un virus resistente, una especie de inmunodeficiencia que por estas
tierras recibe el nombre de Podemos, y en Grecia, de Syriza. Si siguen
tomándonos por conejillos de indias, quizás estos sarpullidos terminen
convirtiéndose en un ébola inmune a toda la farmacopea neocon y a ver qué hacen
los Marianos de plantilla con la sanidad desmantelada. “Los experimentos, con gaseosa”, dijo Eugenio D´Ors.
Un servidor, desde su atalaya
jubilata, así lo ve y así lo dice. ¿No será contagioso,verdad, doctora?
Perdone, pero éso de los experimentos con gaseosa, lo dije yo.Y menos mal que me leo todos los blogs y detecto estos errores... Un cordial saludo.
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