Dicen por ahí que todo es opinable
y el título de esta entrada también lo es. Solo que aquí se ha optado por este
título como concesión a la galería. Si por raro
se entiende “escaso”, “poco frecuente”, o expresión similar, entonces sí lo
es. Pero no por referirse a aficiones estrafalarias, de tal manera que quien las
practica sea un bicho inclasificable para el que no existe casilla entomológica en la que encuadrarlo. Son, por decirlo así, rarezas inocentes,
inofensivas y cultivadas en la intimidad y sin ánimo de escandalizar.
Viene al caso porque algún
improbable lector le ha reprochado a este jubilata esa afición tan suya a hacer
presa en el estupidiario político patrio. Entrada sí, entrada también, se acaba
hablando en esta bitácora de las genialidades con que el faunario político
autóctono y sus adyacentes andan tocando las meninges al paisanaje, y la cosa
acaba siendo previsible.
“Hoy el jubilata hablará de tal”, piensa el sufrido lector. Es decir, con el material que tenemos a mano: Esta semana podríamos hablar de ese consejero de sanidad de Madrid que llegó a la conclusión de que un guante que tocó una cara nos ha traído la plaga bíblica del ébola; o del putiferio que se ha organizado con las tarjetas negras (¿por qué coños “black”?) de los consejeros de la extinta Caja Madrid y actual sumidero de recursos públicos que es Bankia.
“Hoy el jubilata hablará de tal”, piensa el sufrido lector. Es decir, con el material que tenemos a mano: Esta semana podríamos hablar de ese consejero de sanidad de Madrid que llegó a la conclusión de que un guante que tocó una cara nos ha traído la plaga bíblica del ébola; o del putiferio que se ha organizado con las tarjetas negras (¿por qué coños “black”?) de los consejeros de la extinta Caja Madrid y actual sumidero de recursos públicos que es Bankia.
Pero no, esta vez este jubilata
tiene el firme propósito de hablar - con circunloquios; o sea, mareando un poco
la perdiz - de una de sus aficiones
raras que cultiva con mimo. ¿Alguna vez el lector que pasea por esta bitácora
ha oído hablar de una modestísima revista que se llama Mélissa? Melisa (μέλισσα, en griego) es tanto como
abeja. Es el título de una publicación bimensual en latín editada en Bruselas
por Guy Licoppe y Françoise Deraedt en colaboración con la Maison d´Érasme y la
Academia Latina de Roma. Pues bien, a fuer
de jubilata rarito, un servidor está
suscrito a ella y, encima, la lee.
Los asuntos que en ella se proponen
(históricos, filológicos, literarios…) uno podría encontrarlos en otras publicaciones
de divulgación cultural, solo que aquí sus autores los escriben en latín. Lo
que significa – pásmese el lector inadvertido – que el latín no es la lengua
muerta de que nos hablaban en el bachiller (a los que hacíamos Letras), o en la
Facultad, sino una lengua tan ágil y fresca como para expresar cualquier idea o
noticia de la más inmediata actualidad. Y
no vaya a pensarse que es cosa, eso de cultivar latines actuales, de cuatro sesentones
con la chaveta mal encajada, porque es lengua hablada en la actualidad en Europa
y América (al menos) por gente docta que la usa como vehículo de comunicación habitual.
Algunos no llegaremos a tanto; a
doctos, digo, pero nos sentimos privilegiados ahora que ya balbucimos la lengua
y somos capaces de comprender de corrido una conversación y las lecciones
impartidas en ese idioma que, durante siglos, fue común al mundo mediterráneo
y, hasta el S.XVIII, fue lengua científica.
En estos tiempos en que los más
cultos europeos se expresan en latín, se pregunta este jubilata, por qué la
política educativa de este país ha casi borrado de los planes de enseñanza las
Humanidades, como antiguallas inútiles, convirtiendo los centros docentes en un
apéndice del mercado laboral; lugares donde no se forma universitarios, sino que se fabrica
técnicos. Y mira que ya nos lo advirtió don José en su “La barbarie del “especialismo”, donde nos explicaba que la Técnica
nace de la cópula entre el capitalismo y la ciencia experimental, pero que no
toda técnica es ciencia. Así, los técnicos que salen de las aulas son fuerza de trabajo en reserva, no intelectos operativos.
Pero a ver quién se lo explica al
verboso ministro y ex tertuliano Sr. Wert, qui,
mea quidem sententia, acumine ingenii non excellet.
Macte uirtute, Ioannes dissertissime! Rem acu tetigisti... Ceterum Bruxellenses praeconio tuo gaudebunt.
ResponderEliminarIosephus M.
Caesar quobus Gallia est et Wert domus alienum.
ResponderEliminarQui erat cum obliviscimur latin?
ResponderEliminarNo se muy bien lo que puse, pero quedó muy bien.
Saludos!!