sábado, 6 de junio de 2015

¡Que vienen, que vienen..!.-

En estos días más veraniegos que primaverales dedico las horas altas de calor, agazapado en la penumbra de mi cuarto de estudio, a la relectura de las ocurrencias poético-filosóficas de ese maestro apócrifo que fue Juan de Mairena. Nunca nadie dijo cuáles eran los títulos académicos de Mairena para ejercer la docencia, ni siquiera aquel viejo profesor de instituto llamado Antonio Machado Ruiz, que parecía conocerle tan bien. 

Según parece, Mairena fue profesor de gimnasia y de retórica, además de un sofístico por convicción didáctica, que impartía sus charlas en la que iba a ser la Escuela Popular de Sabiduría Superior. Proyecto que no pasó de tal porque su maestro, Abel Martín, para quien reservaba la cátedra de Poética y Metafísica, murió joven.

Sumergirme en la lectura de sus sentencias y donaires, pasados ya casi cuarenta años del primer contacto (el ejemplar que uso lo compré el 03.V.77), ha sido como volver a las aulas. Solo que, por no caer en el anacronismo, no lo he hecho como alumno oficial, ni siquiera como oyente de esa Escuela Popular de Sabiduría Superior, sino como leyente. O sea, desde la distancia en el tiempo y por libro interpuesto. Lo cual me permite seguir las enseñanzas del maestro a mi aire, pausadamente, como corresponde a un jubilata. Y lo que es más importante para un leyente, que ni siquiera ha pagado las tasas de matrícula, que la lectura le permite divagar y no seguir el ritmo que marca el maestro. Lo cual, a veces, empuja a uno a la dispersión.

Y así, cuando leí: y el bruto más espeso se carga de razón…, me pareció que había una conexión entre este texto y el revuelo político de estos días port-post-electorales. Me acordé de la argumentación zafia que corre por redacciones de papel y tele, tertulias, declaraciones políticas y conversaciones callejeras de gente asustadiza.  Todo ello a propósito de las hordas de extrema izquierda de Podemos que, según aquéllos, están asaltando las instituciones con pactos torticeros y malas artes totalitarias.

Desbarata, y mucho, el sosiego y el buen discurso de la lectura encontrase esa barahúnda de acusaciones contradictorias, según las cuales, todos estos movimientos surgidos del 15M y de las movilizaciones ciudadanas son, alternativa, indistinta y simultáneamente: nazis, comunistas, etarras, chavistas-bolivarianos, fascistas de la Marcha sobre Roma, castristas, añorantes del emirato, antisistema, viola-monjas quema-iglesias, anti taurinos, talibanes y descamisados con coleta. 

En el fondo, todos sabemos a qué se debe esa cacofonía descalificadora. Que mucha gente amachambrada en las instituciones desde hace quinquenios se iba a quedar sin su cómodo trabajo, ya lo sospechábamos cuando depositamos el voto el 24-M. Que los ciudadanos cambiemos de opción política y los mandemos al olvido no es como para despepitarse y soltar enormidades por esa boca. ¿Sus ex-señorías se han quedado sin sillón? No olviden que era prestado. Además, ¿no ha salido España de la crisis? Pues nada, ya encontrarán otro trabajo, aunque sea de camarero en un chiringuito de playa. 

No alboroten el gallinero; sepan que ustedes no son imprescindibles para que esta sociedad funcione. Piensen que los cementerios están llenos de personajes imprescindibles, de quienes nadie se acuerda. Ni puñetera falta que hace. Tomen ejemplo del modestísimo Miguel de Cervantes, que ni sus huesos se identifican en la huesa común donde  se supone que deberían estar.

Lo que uno pediría, si le dejaran, es lo siguiente: Ya que el miedo a quedarse sin poltrona, sin coche oficial y con el culo de la Gürtel o la Púnica al aire, es tan fuerte como para lanzar tantas invectivas a Podemos y sus franquicias, que al menos lo hicieran manteniendo una cierta coherencia lógica en las tandas de insultos. Aunque solo sea por lástima de las masas asustadizas que se espeluznan ante el temor a la muerte del Mesías neoliberal, escarnecido por los anticristos podemismas; ya es bastante complicada la vida de la gente como para, encima, acojonar al personal con esas burreces que andan soltando a boca llena. Y también, un poco, por respeto a los que observamos el espectáculo de despropósitos sin opción a opinar y ser escuchados.

Rebuznos apocalípticos, los llamaba el maestro Mairena. Rebuznos que retumban por todo el pesebre hispano alborotando el plácido rumiar del rebaño patrio. Rebuzna, que algo queda, podríamos decir parafraseando el dicho de Calumnia, que…, etc. Aunque tanto mejor sería que depusieran esa actitud rebuznante y recordaran lo que en el Quijote se dice en  aquel episodio, cuando los de un pueblo se pusieron a la greña con los del pueblo vecino por rebuznos de más o menos de sus alcaldes: No en balde rebuznaron el uno y el otro alcalde. En fin, no den pábulo a que Sancho tenga que decir de ustedes: Tan a pique están de rebuznar un alcalde como un regidor.

La política, señores – sigue hablando Mairena – es un actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el “apoliticismo”, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis “hacer política”, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros y, naturalmente, contra vosotros. 

Juan de Mairena era un hombre cabal. Ya te digo, improbable lector.

2 comentarios:

  1. Rebuzna, que algo queda. Ese es el resumen con el que me quedo. Nadie está a salvo de un exabrupto pero hay gente para la que rebuznar es su deporte favorito.Gracias JJ

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  2. Estoy de acuerdo: Juan de Mairena era un hombre cabal, pero me hubiera gustado saber que habría dicho de los sindicatos y su buen hacer de haber existido estos en su época.

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