(Lo del título es cosa de Bernardo Soares, un otro yo de Fernando Pessoa).
Según nos cuenta Saramago, Ricardo Reis sobrevivió nueve meses a Pessoa. Lo cual, para un heterónimo, es mucho vivir. Quiere poco y tendrás todo, quiere nada y serás libre, eso dice Reis en una de sus odas. Incluso los que no somos poetas ni literatos, sabemos que, tras el médico Reis (según Saramago), o el poeta Reis (según Pessoa), hay un juego de espejos que hace de algunas vidas una forma de literatura. Y la de Fernando Pessoa fue una vida hecha de heterónimos que le servía de yos, a través de los cuales vivía distintas vidas literarias como si fuesen la suya propia.
Según nos cuenta Saramago, Ricardo Reis sobrevivió nueve meses a Pessoa. Lo cual, para un heterónimo, es mucho vivir. Quiere poco y tendrás todo, quiere nada y serás libre, eso dice Reis en una de sus odas. Incluso los que no somos poetas ni literatos, sabemos que, tras el médico Reis (según Saramago), o el poeta Reis (según Pessoa), hay un juego de espejos que hace de algunas vidas una forma de literatura. Y la de Fernando Pessoa fue una vida hecha de heterónimos que le servía de yos, a través de los cuales vivía distintas vidas literarias como si fuesen la suya propia.
Tenía este jubilata una espina clavada en su amor propio desde que,
hace ya años, se echó a la cara el Libro
del desasosiego, de Fernando Pessoa, y descubrió que era incapaz de leerlo.
Lo intentó leyéndolo como si se tratase de una novela, pero no era eso. Lo
intentó como si fuera un poemario en prosa, y se atascó en el epígrafe 80: Todo me cansa, incluso lo que no me cansa.
Lo intentó leyéndolo a saltos, como Cortázar aconsejaba que se leyera su Rayuela, y le faltó poco para
descalabrarse. Así que cogió el tocho de 597 páginas, lo catalogó, le puso en
el lomo un tejuelo y lo colocó en la estantería después de un Pérez-Reverte y
por delante de un Puértolas, Soledad. Y allí se quedó, hibernando, varios años.
Hasta que en el Reina Sofía se ha inaugurado la exposición: Pessoa. Todo arte es una forma de
literatura. Ahora sí que sí, pensó el jubilata que me sirve de alter ego en
esta bitácora. Ahora es el momento de hincarle el diente. Y no importó que el
desasosiego fuese de Pessoa o de su semi-heterónimo Bernardo Soares. Seguro que
una visita reposada a la exposición ayudaría a comprender al Pessoa disperso en
cien heterónimos o concentrado en un libro desasosegante por lo disperso de sus
textos; y, por fin, ayudaría a leer con algún provecho su Libro del desasosiego. Con
esa ilusión, y armado de un cuaderno de notas y un boli, el jubilata se plantó
en el edificio Sabatini a ver qué veía y qué entendía de lo visto.
Resulta que las vanguardias pictóricas portuguesas son como las vanguardias del
resto de países europeos en el primer tercio del siglo XX: un totum revolutum
donde se entrecruzan, se dispersan, se mimetizan o se contradicen. Al final, si
el espectador cae en la cuenta, resulta que tanto ismo es el resultado de la desazón de aquellos artistas que
transitaban del siglo XIX al XX en plena crisis de identidad. Y, si alguien
sabía de identidades en crisis, ese era Pessoa. Por eso, según confiesa él
mismo, el origen de sus heterónimos estaba en el profundo rasgo de histeria que
había en él. Sentía vivir vidas ajenas en él de forma incompleta, como una
forma de no-yos sintetizados en un yo postizo, en una búsqueda de identidad en
la alteridad.
Te cuento todo lo anterior, improbable y paciente lector, para que te hagas
cargo de la perplejidad de este jubilata. Pues mientras caminaba por las salas, leía
los complejos textos de Pessoa y veía los cuadros de Amadeu de Souza-Cardoso, de
Guilherme de Santa-Rita y otros pintores, y trataba de compaginar los pensamientos de uno con las pinturas de los otros. No
sabía un servidor cómo resolver la ecuación de los ismos “pessoianos”
(Paulismo, Interseccionismo, Sensacionismo), así que fui a consultarlo con mi
alter ego, el jubilata que sale mucho en esta bitácora. Porque los escribidores
aficionados también nos desdoblamos en heterónimos, pseudónimos y alter-egos;
forma sutil de culpar a los otros yo de los propios defectos y atrevimientos en
eso de la escritura.
Y decidimos que, con discreción, deberíamos salir de este berenjenal
poético-artístico-filosófico en que don Fernando Pessoa, con sus textos, y el
Reina Sofía, con su exposición, – a lo mejor, sin proponérselo – nos había
metido. Pero como el prurito cultureta nos puede, hemos dejado aquí un texto
contradictorio que el señor Pessoa dejó escrito en la revista Orpheu, en 1916: Existir no es necesario. Sentir es lo
necesario. Date cuenta de que esta frase es totalmente absurda. Dedícate a no
comprender con toda tu alma.
En eso le hemos hecho caso el jubilata y mi ortónimo. Dos veces hemos
visitado la exposición y en ninguna de ellas hemos llegado a comprender. Y no
es que sea absurda la cosa, es que nos falta un hervor poético.
"A decadência é a perda total da inconsciência; porque a inconsciência é o fundamento da vida. O coraçâo, se pudesse pensar, pararía" Livro do desass...
ResponderEliminar"Dans l'amour, comme presque tous les affaires humaines, l'entente cordiale est le resultat d'un malentendu" Ch. Baudelaire "Mon coeur mis a nu"
Abrazos, maestro.
Un buen dato es Hacer una lista de "cosas que hacer antes de irnos" de lo que sea necesario hacer en la casa (ejemplo: activar o desactivar los sistemas automáticos, suspender temporalmente la entrega de correo o periódico, dejar una llave adicional para quienes atienden a tus perros, tirar las sobras que haya en la nevera, asegurar ventanas y puertas, etc.).
ResponderEliminarFuente: galapagos islands 5 day tours