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Yay@flautas camino de la mani. |
En estos días que Marta Sánchez ha querido tocarnos la fibra
patriótica poniéndole letra al himno nacional, no estaría de más recordar que
el patriotismo es un sentimiento primario que comienza con los garbanzos
que hay en el puchero. Cuanto más escaso el puchero, mayor el despego por las
cosas patrias. Es, por poner un ejemplo, el paralelismo entre el pupilaje del
domine Cabra y la política social de don Mariano: subir un 0,25 % equivale a
pasar la sombra de una sardina arenque por la rebanada de pan. Terminas
alimentándote de lo que no comes. Y más cuando la ministra Báñez, después de largarnos el cuartillo porcentual, nos dice, al igual que el clérigo cerbatana quevedesco decía a sus pupilos Coman, coman, que son mozos y me huelgo de
verlos comer.
Nosotros, los jubilatas, mozos no somos sino mayorones, pero nos gusta
comer todos los días, y no por capricho, sino por necesidad. Y como el gobierno
del PP cada vez más reduce los garbanzos del puchero, pues hemos decidido salir
a la calle a protestar. Hemos salido a protestar porque en el hondón de la olla
de las pensiones están empezando a aparecer telarañas. Y no es solo porque en el sopicaldo que el gobierno
echa en la escudilla del pensionista actual no haya ya más de cuatro garbanzos viudos; es que, a los que están por llegar, ni el aguaducho les alcanzará. Por eso las cabezas eminentes aconsejan a los jóvenes de hoy y viejos de mañana que se vayan haciendo un fondo personal de pensiones: los dos
célebres eurillos mensuales de la Celia Villalobos, ese dechado de
laboriosidad.
Lo cierto es que, el pasado jueves 22 de febrero, unos miles de
pensionistas nos hemos echado a la calle, en Madrid y en otras ciudades
españolas. Y este jubilata, que tenía ganas de marcha desde aquellas manifas
cuando lo de la guerra de Irak y el señor importante y bajito del bigote
cabreado, se ha ido a la puerta del Congreso de los Diputados. Con fervor, si no
patriótico, sí reivindicativo, ha unido su voz a la de miles de gargantas para
gritar: ¡Ladrooones! ¡Ladrooones! Los
leones, petrificados en bronce heroico de cuando la guerra de África, seguían
impasibles guardando el acceso. Los pensionistas, indiferentes a la
indiferencia de los leones y de los diputados que se guardaban dentro del
Congreso, hemos coreado: Fuera ladrones
de las instituciones.
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"Manos arriba, esto es un atraco" |
Si bien el entusiasmo era colectivo, siempre hay alguien a quien el
escepticismo le impide participar de la alegre gritería. Al general grito de ¡Ladrooones!, coreado a miles, un
individuo que estaba a mi lado, replicaba como para su coleto: A esos, les suda los c… Pero también
había optimistas – incluso en la adversidad los hay – que gritaban: Rajoy, dimisión, como si a éste se le pasara
por la cabeza tan peregrina idea; como si él no supiese que su presencia en la
presidencia del país es fundamental para que éste siga el proceso de
recuperación económica y defensa de las libertades cívicas. Y no faltó una
escena que me hizo recordar aquellos tiempos felices – por ya pasados – de
cuando el Cojo Manteca y las protestas estudiantiles de los años ochenta. Solo
que esta vez era un jubilata rengo quien blandía su muleta por encima de las
cabezas, como pregonando: tullido y todo, aquí estoy, dando caña.
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Sobran comentarios |
No sé si el improbable lector ha ido alguna vez de manifa. Un servidor
se lo aconseja vivamente. No hay lifting que rejuvenezca más, y es más
efectivo: sube la adrenalina, se olvida la rutina diaria, la sangre circula con
más energía, tu voz se deja oír en la calle – el único Parlamento al que tenemos acceso – y te sientes solidario y partícipe en un proyecto
común. Y si quieres incordiar a los poderosos y ponerles de los nervios, grita,
como lo hacíamos allí: ¡Sí se puede! Luego,
a la hora de la verdad, votarás a quien mejor te peta, pero el Sí se puede jode mucho al poder y es un
desahogo. Luego, o, además, puedes gritar, como hacía el respetable: El 0,25 es una mierda. Y hasta puedes llevar un
lazo marrón, el color del 0,25 mierdoso. Pero, si no se quiere ser escatológico,
Gobierne quien gobierne, las pensiones se
defienden, parece una reivindicación por demás sensata. Y no ya por quienes
las estamos disfrutando, sino por las generaciones que nos siguen.
Cosa sorprendente, los pensionistas nos hemos convertido, siquiera
estos días, en punta de lanza de las reivindicaciones sociales. No se podía
sospechar tal de gente viejuna, más preocupada por hacer a diario la ruta del
colesterol que por implicarse en las mareas ciudadanas. Pero necesidad obliga. Y
la dignidad de ciudadano, también. Aunque éste camine renqueante, como el susodicho de
la muleta en alto junto a la escalinata del Congreso.
Ahora todos esperamos una respuesta, y no de la Virgen del Rocío, doña Báñez.
Y si esto no se apaña, señora mía, la marea jubilata seguirá dando kaña.
Lo cierto es que el colectivo de 3ª edad ha sido una desgracia para este país en los últimos años -en lo que respecta a votaciones-. Es el voto masivo de la 3ª edad al PP el que ha hecho que nada cambie.
ResponderEliminarPero bueno, esto es los maestros que echan la bronca a los buenos alumnos que vienen a clase porque la mayoría están de novillos. Ud. tiene mis 10. Enhorabuena y gracias por estar en la brecha.
¡Qué tiempos aquellos de los grises, D. Juanjosé! Los grises aquellos que aporreaban a los manifestantes antisistema... Ahora parece que han cambiado las tornas y, a juzgar por el color de las cabelleras, son los grises estos los antisistema. Que le pregunten a sus defensores de ahora por qué les achacaban hace nada que gracias a la tercera edad seguía en el poder Mariano: si solo votaran hasta los 40 años, estaría Pablo, decía Bescansa. Lo de las pensiones se acaba, amigo mío. Y sino, mire como están los pensionistas griegos bajo el mandato del amiguete Tchipras. Es que la gente de las manifas no se entera/quiere enterar. Ayúdeles a entender, por favor.
ResponderEliminarLa sociedad conformista es aburrida, incluso para los jubilados. Incluso, aunque el 40 % de ellos vote a Mariano y sus mariachis (o haya votado, que está por verse qué ocurrirá si sigue la marimorena).
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