Con eso de que acabo de cumplir los 79, ando
metido en un taller de la “Memoria” que nos da una psicopedagoga a un grupo de
ancianos (lo de “ancianos” va dicho aquí en sentido genérico, no sea que algún/a/e woke
de es@s me cancele), a ver si nuestras neuronas espabilan a fin que
mantengamos una vejez sin chochear. O sea, que hacemos ejercicios mentales y
pequeños juegos que mantengan en condiciones estables de presión y temperatura
nuestras redes neuronales.
Entre esos ejercicios, la señora nos ha propuesto que escribamos en una hoja un texto sobre aquello que se nos ocurra, y a un servidor se le ocurrió lo que seguidamente se dice, y que transmito por si algún improbable lector tiene curiosidad por saber qué cosas pasan por la cabeza de un viejo ocioso.
Dice así:
“Me piden que escriba un texto sobre no importa
qué asunto, pero que lo escriba. Y ese es el problema: no que tenga que
escribir algo, sino sobre qué. Lo difícil es encontrar el asunto, porque una
vez que sabes de qué tienes que tratar, hacerlo es tarea más fácil. Sólo es
cuestión de darle a la tecla hasta completar el trabajo. Mal o bien, algo sale,
aunque sea un pastiche.
Es como cuando Teresa y yo nos ponemos a pensar
qué comeremos los próximos días. Creo que es una de las tareas domésticas más agobiantes y que nos lleva más tiempo y produce más dudas: ¿Qué coños vamos a cocinar que no
sea una repetición de todo aquello que hemos comido en días anteriores? Una vez
que tenemos claro cuál será el menú en los próximos tres o cuatro días, meterse
en la cocina y dedicarse al guisoteo es cuestión puramente manual. Por lo menos en mi
caso, que se me va el santo al cielo y pienso en mis cosas, y trabajo
mecánicamente, y, encima, lo que guiso está bueno.
“Pues a estas cosas le daba vueltas con lo de
escribir algo que se me ocurriera espontáneamente, cuando me acordé de aquel
reto que una dama le propuso a Lope de Vega, quien le comprometió a componer un
soneto así, sin pensar, a vuelapluma:
Un soneto me manda hacer Violante,
y en mi vida me he visto en tal aprieto.
Catorce versos dicen que es soneto…
“Lo que me ha hecho recordar aquel ejercicio de
literatura que nos propuso el profesor cuando yo era escolar, con unos doce o
trece años. Consistía en escribir todo un folio sobre cualquier cosa que se nos
ocurriera, pero que el tema tuviera sentido. Toda una mañana de domingo me pasé en la
sala de estudios con una hoja de papel en blanco y un boli, y rascándome detrás
de la ojera, a ver si por allí me salía la inspiración. Y no sabía de qué
hablar, y estaba yo temblando por el suspenso que me iban a poner en la clase
del lunes.
“Y, a propósito de esto, me he acordado también –
es lo que tiene llegar a viejo, que tenemos un enorme bagaje de recuerdos, casi
siempre inútiles – de lo que decía, en latín macarrónico y con cachondeo, el
prefecto de estudios, el Padre Mauro, cuando no nos sabíamos la lección y
divagábamos para ocultar nuestra ignorancia: Intelectus apretatus discurrit
que rabiat. Así que mi intelecto se puso a discurrir a rabiar y conseguí
rellenar el folio en que hablaba del problema de escribir un texto sin decir
nada, pero con sentido. Y el profe me puso un 10.
“Total, que, a estas alturas del texto, aún no sé
sobre qué asunto voy a escribir, así que ando mareando la perdiz: ¿Escribiré
sobre la corrupción de los políticos y sus mamandurrias? Es asunto que da mucho
juego. Enciendes la tele y está llena de tertulias, y éstas llenas de tertulianos
que hozan en el pesebre mediático opinando sobre todo lo opinable de la
política y cualquier otro tema que pongan sobre la mesa. “Todólogos”, los
llamaba un profesor que tuve en la UNED.
“¿Escribiré sobre mi vida personal, sobre mi
familia, sobre mis aficiones…? No parece que sean asunto de interés para nadie,
aparte que yo no soy de los que se psicoanalizan delante de desconocidos. Más
que nada, porque sé que a la gente le importa un carajo la vida de un individuo
del montón; que lo que de verdad les gusta es lo del famoseo de la Quinta y lo
de las influencers esas que hacen cuatro cucamonas y se levantan una pasta
fina. Eso sin contar que cada cual ya tiene bastante con aguantar sus propias
mediocridades, como para soportar la tabarra de las ajenas.
“Total: en todas estas cosas pensaba sin llegar a ninguna solución cuando, al revisar el texto, me doy cuenta de que estoy terminando la página y ya no tengo que darle más al manubrio del ludibrio del bodrio, como dijo don Ramón.
"Porque no habrá contenido de provecho en todo lo escrito hasta aquí, pero ya casi no queda espacio en blanco. Así que la tarea está hecha.
"Visto lo visto, aquí sí viene a cuento
rematar como hizo Lope con aquel célebre soneto que le encargó doña Violante:
Contad si son catorce y está hecho.”
Qué bueno. Tan tù como siempre. Las neuronas perfectas. Así que muchas felicidades porque los años del calendario no pasan por ellas. Un abrazo. Soy Rosa.💞
ResponderEliminarHola, Rosa. Como ves, sigo con este juguete.
EliminarY yo, que no soy tu profe, también te pongo un diez redondo, espléndido .
ResponderEliminarY yo, que no soy tu profe, también te pongo un diez redondo , espléndido .
ResponderEliminarel bis es pura ignorancia de los secretos de este medio, tan entero que da enteritis al menos enterado.
ResponderEliminarMuy bien Juanjo, yo también quiero estudiar Todo logia.
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