La otra noche, mientras zapeaba, me tropecé con un programa de TV2 en el que hablaba un filósofo argentino muy crítico con los internautas. No llegué a tiempo de enterarme bien de todo el contenido, pero, en los dos minutos escasos que pude verlo, saqué en claro lo siguiente: este señor opinaba que la Red era un maremagnum de "boludos". Gente que abre un blog personal para decir en él cualquier cosa sin sustancia, y expresada de cualquier manera y sin mayor consideración por el lenguaje. Decía, referiéndose específicamente a Argentina, que estaba llena de boludos escribiendo en blogs que eran auténtica basura (no lo dijo con esos términos, pero el sentido iba por ahí); boludos que escribían sin la mínima corrección idiomática y que no tenían derecho a hacer perder el tiempo a sus lectores.
Fue una lástica que llegase yo tan tarde a aquella entrevista, pero saqué en claro su menosprecio por la boludez sin fronteras que contamina la Red. Por supuesto, después de oírle, me sentí aludido. No en vano, desde que transito por la jubilatería, me abrí un blog para impartir doctrina urbi et orbe; para que el mundo mundial sepa de mi ingeniosa concepción del universo, a modo de contertuliano free lance de la internáutica. Ya digo, me sentí aludido, pero, eso no, no me sentí ofendido.
Sé que el señor filósofo no me llamaba a mí boludo a título personal, sino en cuanto miembro anónimo de la "boludez" universal que contamina las comunicaciones internáuticas. Porque este jubilata es uno de tantos y se considera "gente corriente", como en ocasiones ha dicho don Mariano, el chico de la Merkel; y uno, como "gente corriente" que es, se sabe adocenado y justamente reprendido por quienes tienen miras y capacidades intelectuales de más altos vuelos.
A un servidor ya le gustaría, ya, sere un filósofo postmoderno y mediático como Bernard-Henry Lévy, que encima goza del refinado savoir-faire francés; o tener un intelecto reposado como el discreto y difunto José Saramago; o, ya puestos, haber tenido la facundia y mala baba de un Francisco de Quevedo y Villegas para ciscarme, mediante un soneto burlesco, en todo lo que se mueve. Pero, no, sólo soy un jubilata que se ha hecho un hueco en la Red abriendo una bitácora para ir colgando en ella sus modestas impresiones y andanzas.
Pero, al menos, espero del señor filósofo argentino, que salió por La Dos la otra noche, me haga la gracia de reconcerme que, cuando escribo, no voy dándole patadas a la gramática española, mis escritos no carecen de coherencia, ni mis pobres ideas de alguna ilación lógica. Hágalo o no, lo que sí siento es ese despectivo "boludos" que dedicó por junto a sus paisanos blogueros. Sobre todo porque sigo habitualmente el blog de un amigo argentino, quien suele escribir micro relatos con sabor a ultratumba y mundos de las sombras.
Aun y con todo lo dicho, prefiero que me llamen boludo a gilipollas. Lo de boludo tiene un no sé qué de conmiseración; como si te dijeran que eres un corto de entendederas, un tanto faltuco, pero que la culpa no es tuya si la vida te hizo así. Sin embargo, que te llamen gilipollas es cosa más seria. Suena a algo rotundo, definitivo, despectivo hasta el escupitajo. Porque la gilipollez es la necedad humana llevada a un grado supino y sin posible regeneración. El gilipollas lo es por gracia divina y por sus propios méritos (p.e. el señor Beteta con sus cafelitos), y suele tener muy mala leche. Ya digo, el boludo lo es un poco porque le tocó serlo, pero en el fondo tampoco molesta demasiado si no abres su blog.
Porque, puede creerme el improbable lector, si en vez de la boludez universal en que me veo inmerso por culpa de mi bitácora, el señor filósofo argentino nos hubiera llamado gilipollas, me sentiría muy, pero que muy triste. Menos mal que en Suramérica parece como si hablasen un lenguaje más aterciopelado, mientras que aquí lo usamos como una navaja cabritera, para tirar a degüello.
Es verdad que "boludo" no tiene quizá el mismo alcance que "gilipollas". Es acaso más suave. Tal vez sea "pelotudo" el equivalente más cercano.
ResponderEliminarEn fin, no se quién sería este filósofo argentino (pero me lo imagino). También hay muchos filósofos bastante pelotudos por ahí.
Albur!
PD. No hay dudas de que el espíritu burlón de Quevedo sobrevuela tu blog!
Si boludo viene etimológicamente de bola, en el sentido de trola o falsedad, permítame con todo respeto que considere "boludo" su blog. Tal señor sociólogo que menciona no era argentino sino uruguayo y se llama Andrés Farsate, doctor por la Universidad Verdi de Montevideo. Y, para más inri, usted no pudo verlo en La 2 porque habló en Tele 5, concretamente en el programa "Amas de casa" que presenta Ginés Bayoso.
ResponderEliminarUy, qué lío! Ya tuvimos problemas con Uruguay por las papeleras... ahora está el asunto de YPF con España... y encima este conflicto por la palabra boludo... yo no quiero tener más problemas...
ResponderEliminarAmigo Peregrino, respecto a Repsol, se trata de una pelea entre populistas y capitalistas: los mismos perros con distintos collares.
ResponderEliminarRespecto al "boludo", ni caso. Tengo un Troll doméstico que dice cosas así cuando le viene en ganas. En cuanto al Farsate, entra en Internet y verás sus sociologías...
Cuenta más una amistad que todas las petroleras.