sábado, 1 de diciembre de 2012

Liquidación por derribo.-


Quizás el improbable lector experimente, en estos últimos tiempos, la sensación de que vivimos en un país en proceso de liquidación por derribo. No se extrañe, un servidor tiene la misma impresión, lo mismo que la mayoría de las personas que le rodean.

“Que se hunda España, que ya la levantaremos nosotros”, dijo Montoro antes de ser ministro de la Cosa del desbarajuste económico. Tal genialidad, propia de un estadista avispado, la soltó un tiempo antes de que el pueblo soberano - por castigar en las urnas al inútil que escondía los platos rotos debajo de la alfombra de Moncloa -, se entregara atado de pies y manos a los desnortados que gobiernan actualmente esta nave en proceso de desguace. Hablo de Expaña, claro está.

Quizás, una de las cosas que más joda al ciudadano de a pie sea el soportar a políticos ineptos y lenguaraces. Pero es infinitamente más jodiente que éstos sean catastrofistas por puro interés, que se aprovechen de las desgracias colectivas, que se metan a profetas necios y, para acabar de desgraciar la cosa, como salvadores de la patria naufragante, sean una perfecta nulidad. Aunque, más que naufragar el barco, parece que están barrenándolo para que se vaya a pique más rápidamente. A lo mejor es porque están esperando a que se hunda del todo para reflotarlo, que eso no lo explicó el Montoro en su momento. Será por eso que nos piden paciencia.

A lo mejor, el término “canivalización” no existe en español, pero lo usará este jubilata para explicar la sensación que le produce ver el desmantelamiento de los logros sociales. Siguiendo un plan calculado, según nos dice Naomi Klein, el capitalismo del desastre impone sus principios neoliberales tras una grave crisis cualquiera (guerra, desastre natural, debacle social…) que ha dejado en estado de shock a la sociedad. En nuestro caso, el hundimiento del tinglado financiero y, especialmente en España, la burbuja inmobiliaria. De ser un encofrador en una obra, con más de 2000 euros al mes, a terminar en la cola del paro y sin ladrillo que echarse a la boca; de tener un piso a plazos, a verse desahuciado por el banco y con los muebles y la familia en la puñetera calle, es algo como para traumar a cualquiera y dejarle sin capacidad de reacción. Es como el toro dando vueltas en mitad de la plaza después que lo han trabajado los de los trajes de luces.

El símil vale porque somos muy taurinos por aquello del interés cultural. Cuando tienen al toro bien molido, con unas cuantas pullas en lo alto del espinazo, con dos o tres pares de banderillas desangrándole y agotado de dar cornadas al aire y mareado de tantos capotazos del matador, no hay más que centrarlo, esperar que doble la testuz y meterle la estocada hasta la cruz.

A partir de aquí comienza la canivalización, el despiece de la res y el provecho de los carniceros. Un día desmembramos del sistema de salud pública los hospitales y nos los merendamos entre cuatro amiguetes de la peña taurina Capio; otro día desmantelamos la enseñanza pública y aprovechamos los dineros públicos para fomentar el negocio en la privada. Como queda mucho toro para destazar, otro día ponemos tasas judiciales para que la gente no sea tan levantisca y se pase el día de juzgado en juzgado poniendo denuncias; además, subimos IVAs, IRPFs, tasas municipales, que el bicho todo lo aguanta. Como los bancos son bulímicos insaciables, gran parte del bicho se lo echamos directamente a las fauces, para que vayan satisfaciendo su apetito. Y así, hasta que del toro no quede más que la piel, que nos servirá de alfombra.

Y, como después de cornudo, apaleado, la joven gaviota Pilar Sol, del muy honorable PP valenciano, anda diciendo que familias necesitadas se gastan la renta garantizada de las ayudas oficiales en televisores de plasma. En la modesta opinión de este jubilata, la culpa es de los pobres que se gastan el dinero en chucherías. Si se lo hubiesen gastado en kalasnikovs, otra gaviota les cantara…

Pero, tranquilos, ésta no es la primera vez en nuestra historia que gobernantes indignos llevan a España como puta por rastrojo. Ya el agrio de don Francisco de Quevedo nos lo dejó escrito:

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía…

De verdad, no hay PP que cien años dure..., ni cuerpo que lo resista.

2 comentarios:

  1. Sebastian Cabal Caballero5 de diciembre de 2012, 10:08

    Ja, ja, ja... Esta última frase... ¡A ver cómo se cree usted que estaríamos con el PSOE! Igual, hombre, igual. Esto lo han hundido entre todos, amigo. Empezando por el bobo de los ojos azules y siguiendo con este melifluo barbudo.
    Por otra parte, un encofrador ganaba el doble de lo que usted dice, por lo que se podía permitir una hipoteca de 1.500 machacantes. Esto era Jauja, amigo.

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  2. ... y los que detestamos el estado de las cosas y ni siquiera fuimos tan lisos como para disfrutar de las vacas gordas... ¿qué? ¿Alguien sabe de alternativas válidas? Si con la austeridad no se saldrá jamás de este inpass, solo quedan dos opciones; o largarme o salirme del sistema. Porque desde dentro, de verdad que no veo como cambiar algo, aunque solo sea para que luego siga todo igual (Oh Gatopardo dixit) ;)

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