Citarizat cantico dulcis Filomena: Ameniza con su cántico el dulce ruiseñor… Pero mira por dónde, fueron a darle tan hermoso nombre de Filomena a una borrasca que nos ha dejado la capital mesetaria como las estepas rusas, cuando el General Invierno – como decía el general Kutúzov – derrotó a las tropas napoleónicas. Aquí no ha derrotado al más victorioso ejército europeo con su manto de nieve/hielo, sino que ha puesto en evidencia las vergüenzas municipales con su desidia e inoperancia.
Mientras
escribo esta entrada a la bitácora, la borrasca/macho Gaetán (por aquello de la
equidad de género, las hay hembra, una, y macho la siguiente, en armoniosa
alternancia alfabética) se está instalando sobre nuestras cabezas y promete trombas de
agua. Grandes aguaceros que lloverán sobre lo helado, cegarán los imbornales de
las calles, arrastrarán las ramas arrancadas por la precedente y, con suerte, se
llevarán calle abajo todas las basuras acumuladas en torno a los contenedores.
No hay mal que por bien no venga. Lo que la ineptitud municipal no alcanza, Gaetán lo resolverá por las bravas. Eso, aparte de las horas de emisión que va a ocupar en todas las cadenas televisivas, un poco saturadas ya de tanta estadística del Coronavirus que nos asalta por oleadas. Y mientras Filomena se va entre suaves temperaturas y Gaetán nos entra como un oleaje arrebatador, nosotros, parapetados tras las por fin bien surtidas estanterías del súper del barrio, no entendemos por qué nos toca vivir estos tiempos tan sin sosiego.
Es la economía, estúpido, creo que dijo Bill Clinton: Es el cambio climático, cuñao, que no te enteras, podríamos decir. Pero vaya usted y cuéntele eso al personal, harto de confinamientos.
Este jubilata,
que se está tomando la edad provecta y las circunstancias adversas con un
cierto estoicismo, dentro de lo que su temperamento le permite, disipa su vida y
su tiempo en faenas domésticas (al alimón con la santa) que dan como resultado
una casa aseada y provista con suficiencia, una cocina simple y sabrosa. Eso en cuanto al
sustento del vivir diario.
En
cuanto al ocio (entre otros más actuales), existe un pequeño invento que ya los
romanos cultivaban: la lectura. Perdone el improbable lector: luce lucernae
operam dare, decían aquellos impenitentes lectores que se pasaban la noche
leyendo y estudiando a la luz de la lamparilla de aceite. Nosotros somos unos privilegiados
con eso de las luminarias. Es cierto que, desde que el ministro Soria se
inventó eso de subastar la energía eléctrica por horas – a cambio de suculenta
puerta giratoria –, nos cuesta los ojos de la cara. Pero nadie negará que las lámparas led no
son descanso para la vista.
Otra cosa es a qué lecturas se dedique uno, a veces no confesables. No por nefandas, sino por la rareza y anacronía que entrañan en sí. No diré cualas, pero sí que, de tarde en tarde, alimentan mi pequeño glosario de palabras regaladas y son una fuente de diversión modesta.
A modo de ejemplo vaya ésta: melcocha, que es un dulce hecho con miel espesada por cocimiento. Venía en este texto: … y que la gente que ahora se hace para el cielo es de a pie, gente menuda, gente afeminada y de melcocha, que ni un papirote sufre por Dios. Y esta otra: sacomano, que es tanto como pillaje, saqueo. Y en su contexto: ¡Como meteremos sacomano al mundo, y cómo meteremos a cuchillo toda esa gente adúltera y fornicaria, y usurera, y logrera, y tramposa, y homicida, y rebelde, y cruel, y hazañadora, y bellaca! Y es que aquellos frailes predicadores eran de lo más truculento.
¡Ah! Los anteriores son textos citados por don Julio Caro Baroja. Para mí
que es el único erudito que se ha leído los tratados teológicos, morales, devocionales y sermonarios de cuando los Austria eran tan devotos como
fornicadores. Tal Felipe IV, que lo mismo andaba de pingos por los pasadizos del convento de San Plácido, buscando beneficiarse de la novicia Margarita, como tenía correspondencia mística con sor María de Ágreda, ante quien se confesaba pecador y responsable de los males del reyno como justo castigo divino.
Sin tantos escrúpulos morales, ahora tenemos por ahí un Borbón emérito ya ex fornicario a fuerza de edad, pero como no nos lo cuente un influencer/youtuber de esos que se van a Andorra para no pagar impuestos, casi no nos enteramos.
Filomena es una vaca con una ubre y cuatro pezones -con perdón-.
ResponderEliminarEvidentemente así no hay manera de que dé el doble de leche por muchas vacunas que le pongan -quise decir por muchos ordeñadores de ocho chirimbolos que le enchufen-
Lo malo es que una vez puesta en marcha la máquina, los expertos en vacas dicen que ya no hay vuelta atrás, y que la máquina tiene que seguir funcionando hasta que Filomena dé el doble de leche... y si revienta, la culpa es de Filomena por tener tanta afición a las terracitas... quise decir: por tener solo cuatro pezones.
Lo que me ha impresionado es lo limpia y provista que tenéis la casa, pues en mi caso dado que eso no puedo hacerlo pues estoy tomando antibiótico, que me deja muy chafao. Y por otra que hace días que no salgo de casa para no dar paso a otros contagios. Pero ya saldré. DM.
ResponderEliminarCuídate, Chus, que tengo que ir a devolverte los libros.
Eliminarpor mas fria que sea filomena, tus palabras nos siguen alimentando.
ResponderEliminarY finalmente Gaetàn fue más bien flojucho y creo que es Ignacio quien con el viento le ha hecho la labor al nefasto Almeida. Solo quedan monticulos de nieve sucia y el firme del suelo hecho una pena. Beso grande, querido Juanjo.
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