La verdad es que llevo semanas viendo un anuncio en las marquesinas al que no había prestado ninguna atención hasta que lo he visto sobrescrito a mano y en tinta azul por alguien indignado por el mensaje que allí se transmite. Esta vez me he parado y he leído “Pídeselo a Al Gore” Al parecer, se trata de "Una iniciativa para conseguir que Al Gore use su influencia mediática contra esta enfermedad llamada desnutrición severa que afecta a más de 19 millones de niños". ¡Hombre! Eso está bien, me dije a bote pronto, así, sin reflexionar.
Yo, por mi condición de miembro de clases pasivas, tengo poca relación con gente importante e ignoro su capacidad y su predisposición para acabar con las injusticias. No por eso he dejado de preguntarme si era cierto que este señor tiene tanto poder como para acabar con el hambre en el mundo. Como el mister Gore fue vicepresidente de los EE. UU he dado por supuesto que sí, que mucha influencia sí que debía tener para llamar la atención sobre las hambrunas que padece la infancia en el Tercer Mundo. Y también me he preguntado que, de ser así, a qué coños espera este señor para ponerle remedio, sin necesidad de que nadie le pida nada. Que alguien me explique qué necesidad tiene don Al Gore de que yo se lo pida para ponerse a la tarea. Si es tan poderoso y tan bien predispuesto, mi opinión poco cuenta.
Pero las cosas no son tan sencillas.
Como cada internauta en situaciones parecidas, he ido corriendo a ver qué se decía al respecto en Internet, la madre de todas las informaciones. Leo “Que se haga esta película depende de ti. Entre todos podemos conseguir que Al Gore dirija esta película”. Para eso piden tu firma y no sé si, además, piden tu dinero.
Veo que algunas páginas que hablan del proyecto están vinculadas a empresas de publicidad “La creatividad sin colorantes ni conservantes” (muy ecológico el eslógan) y a la ONG que ha tenido tan brillante idea. También leo que el patrimonio del señor ha pasado de 2 millones de dólares, en 2000, a 100 millones en 2008, y que dicho patrimonio se mide en más de tres centenares de miles de metros cuadrados, más otras propiedades inmobiliarias (apartamento en Nashville (Tennesse), residencia en Arlington (Virginia), apartamento en San Francisco con 20 habitaciones), es miembro del consejo de Apple y asesor de Google… socio de la empresa Vivendi, y un etcétera sustancioso. Todo al alcance del curioso impertinente que se de un paseo por Internet.
Siendo así la cosa, a un servidor le da un poco de apuro pedirle nada. Demasiado rico e importante como para que haga caso de un simple mortal que, además, no se está muriendo de hambre.
Volviendo al cartel anunciador de su futura película No Hunger, allí se habla de la desnutrición infantil como de una “enfermedad”. Nunca me imaginé que el hambre de los desheredados del planeta fuera una “enfermedad”. Siempre creí que era la consecuencia de una injusta distribución de las riquezas o, dicho sin paliativos, del latrocinio que el sistema económico imperante fomenta. Siendo así, pensar que un gran beneficiario de este sistema injusto vaya a luchar contra él para favorecer a los desheredados, es cree en los Reyes Magos cuando se tienen 50 años. O eres meningítico, o eres un inmaduro sin remisión.
Y, si de todas formas, hubiese que hacer un documental al respecto -ya que nadie parece dispuesto a atacar las causas de la pobreza y el hambre- yo preferiría que lo hiciese Michael Moore, que todavía me acuerdo de la cara de tonto que le sacaba a Bush en Fahrenheit 9/11, cuando le comunicaron los atentados contra las torres gemelas. Al gordito Moore yo sí que le pediría que hiciese la película.
No sé cuántos miles de millones de euros y dólares se han gastado los gobiernos para reflotar los bancos y para que el sistema neoliberal siga funcionando, tampoco sé cuánto dinero hace falta para que los niños (y los mayores) no se mueran de hambre, pero estoy seguro de que si estos dineros se hubieran empleado en el segundo cometido, el hambre y la pobreza del mundo serían un mal sueño. Y no hablo de dar dinero a manos llenas, sino de ayudar al desarrollo de las gentes entre las cuales el hambre es un mal endémico.
Yo, por mi condición de miembro de clases pasivas, tengo poca relación con gente importante e ignoro su capacidad y su predisposición para acabar con las injusticias. No por eso he dejado de preguntarme si era cierto que este señor tiene tanto poder como para acabar con el hambre en el mundo. Como el mister Gore fue vicepresidente de los EE. UU he dado por supuesto que sí, que mucha influencia sí que debía tener para llamar la atención sobre las hambrunas que padece la infancia en el Tercer Mundo. Y también me he preguntado que, de ser así, a qué coños espera este señor para ponerle remedio, sin necesidad de que nadie le pida nada. Que alguien me explique qué necesidad tiene don Al Gore de que yo se lo pida para ponerse a la tarea. Si es tan poderoso y tan bien predispuesto, mi opinión poco cuenta.
Pero las cosas no son tan sencillas.
Como cada internauta en situaciones parecidas, he ido corriendo a ver qué se decía al respecto en Internet, la madre de todas las informaciones. Leo “Que se haga esta película depende de ti. Entre todos podemos conseguir que Al Gore dirija esta película”. Para eso piden tu firma y no sé si, además, piden tu dinero.
Veo que algunas páginas que hablan del proyecto están vinculadas a empresas de publicidad “La creatividad sin colorantes ni conservantes” (muy ecológico el eslógan) y a la ONG que ha tenido tan brillante idea. También leo que el patrimonio del señor ha pasado de 2 millones de dólares, en 2000, a 100 millones en 2008, y que dicho patrimonio se mide en más de tres centenares de miles de metros cuadrados, más otras propiedades inmobiliarias (apartamento en Nashville (Tennesse), residencia en Arlington (Virginia), apartamento en San Francisco con 20 habitaciones), es miembro del consejo de Apple y asesor de Google… socio de la empresa Vivendi, y un etcétera sustancioso. Todo al alcance del curioso impertinente que se de un paseo por Internet.
Siendo así la cosa, a un servidor le da un poco de apuro pedirle nada. Demasiado rico e importante como para que haga caso de un simple mortal que, además, no se está muriendo de hambre.
Volviendo al cartel anunciador de su futura película No Hunger, allí se habla de la desnutrición infantil como de una “enfermedad”. Nunca me imaginé que el hambre de los desheredados del planeta fuera una “enfermedad”. Siempre creí que era la consecuencia de una injusta distribución de las riquezas o, dicho sin paliativos, del latrocinio que el sistema económico imperante fomenta. Siendo así, pensar que un gran beneficiario de este sistema injusto vaya a luchar contra él para favorecer a los desheredados, es cree en los Reyes Magos cuando se tienen 50 años. O eres meningítico, o eres un inmaduro sin remisión.
Y, si de todas formas, hubiese que hacer un documental al respecto -ya que nadie parece dispuesto a atacar las causas de la pobreza y el hambre- yo preferiría que lo hiciese Michael Moore, que todavía me acuerdo de la cara de tonto que le sacaba a Bush en Fahrenheit 9/11, cuando le comunicaron los atentados contra las torres gemelas. Al gordito Moore yo sí que le pediría que hiciese la película.
No sé cuántos miles de millones de euros y dólares se han gastado los gobiernos para reflotar los bancos y para que el sistema neoliberal siga funcionando, tampoco sé cuánto dinero hace falta para que los niños (y los mayores) no se mueran de hambre, pero estoy seguro de que si estos dineros se hubieran empleado en el segundo cometido, el hambre y la pobreza del mundo serían un mal sueño. Y no hablo de dar dinero a manos llenas, sino de ayudar al desarrollo de las gentes entre las cuales el hambre es un mal endémico.
Y, ahora que lo pienso, al niño desnutrido del cartel ¿Quién le ha pagado los derechos de imágen?
Para terminar, yo a don Albert Arnold Gore jr. no pienso pedirle nada. No te j...
Para terminar, yo a don Albert Arnold Gore jr. no pienso pedirle nada. No te j...
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