Así titulaba don José Ortega y Gasset un artículo, publicado en el diario El Sol, en abril de 1927, que este jubilata ha leído estas semanas atrás en un ejemplar de la Revista de Occidente de 1942.
Allí habla de los tópicos forjados en el S. XIX, de una Andalucía tierra de bandoleros y contrabandistas, de su supuesta alegría y del cante jondo, para concluir que "Toda esta quincalla meridional nos enoja y fastidia".
A este jubilata le llamó mucho la atención la teoría de don José: lo que tópicamente se ha llamado holgazanería del andaluz es, en realidad, una forma de adaptación para lograr vivir con el mínimo esfuerzo en una tierra rica en recursos naturales; y lo que podría considerarse pereza es un esfuerzo de mínimos para lograr la vida dichosa de lo que debió ser el Paraíso.
A lo mejor es por eso -piensa un servidor, que no tiene las doctas discurrideras del señor Ortega y Gasset-; a lo mejor es porque las teorías económicas neoliberales que está imponiendo el gobierno de la Gaviota Azul son lo contrario a un paraíso donde vivir reposadamente, los andaluces han votado (los que han votado, muchos se han quedado en casa vista la inutilidad del esfuerzo) mayoritariamente opciones de izquierda.
Porque el modelo de vida que el gobierno y la patronal quieren para los trabajadores (el chino acurrucado detrás del mostrador doce horas al día, esperando al chaval que le compre medio euro de chuches y al guripa de las cervezas) no casa bien con la holganza que el andaluz considera ideal de vida; que algunos siempre hemos considerado ideal de vida.
Y aunque uno es hombre del norte, coincide con la actitud del andaluz en cuanto que está más preocupado por vivir que interesado en dejarse explotar impunemente en nombre de frías teoría económicas fraudulentas.
Siempre me ha parecido que Le Droit à la paresse, de Paul Lafargue, debía ser el catecísmo a enseñar en las escuelas primarias, y que el trabajo asalariado es, en verdad, una maldición bíblica, fruto amargo de un dios cruel. Lo cual está a años luz de la mentalidad calvinista, inspirada en el trabajo duro, en la ganancia como signo de la predestinación divina, y que sirve de excusa para la acumulación de riquezas del neoliberalismo que nos corro la entraña social. Y se ve que en esa concepción de la vida como derecho a la holganza y al reparto del trabajo para que todos tengan derecho al descanso, es donde coincidimos los andaluces, Paul Lafague y un servidor. Un acuerdo de esfuerzos míminos para lograr un máximo de felicidad.
Y al chino pesetero y al patrón explotador y al político esquilmador de derechos sociales, que les vayan dando tila. Nosotros a lo nuestro...
Sí, a lo mejor la Gaviota Azul tiene la culpa de que Andalucía sea una de las dos comunidades autónomas con más paro y corrupción del país...
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con usted. Es que hay por ahí mucho empresario explotador que cree que es justo ganar más que los trabajadores que contrata.