Peñalara visto desde el río Lozoya, cerca de Las Suertes |
Volver a Rascafría, como en los dos veranos anteriores, es recuperar esa vida apacible que transcurre en el fondo del valle, oyendo el rumor saltarín del arroyo Artiñuelo que discurre a los pies de casa, las largas paseatas por los senderos, el aire limpio que nace del boscaje circundante, y esa sensación de que la vida no es ese animal desbocado que nos arrastra en la capital del reino, sino el lento rumiar de las horas silenciosas caminando al paso que marca la propia naturaleza.
La verdad es que este jubilata se
deja arrebatar por el bucolismo y, privilegiado como se siente, piensa en
aquellos antiguos poetas que hicieron del menosprecio de corte y alabanza de aldea un ideal de vida. Vienen
al recuerdo aquellos versos de Fray Luis de León: Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruïdo/ y sigue la
escondida senda por donde han ido/ los pocos sabios que en el mundo han sido…
Eso hasta que uno camina por las
calles del pueblo, levanta la vista y ve las pancartas colgadas en ventanas y
balcones: “Así gestiona Patrimonio lo de todos: cerrando el hotel de El Paular.
Dejando en la calle a 46 familias. Arruinando al pueblo. Rascafría con los
trabajadores”; “Alcaldesa, respeta el
resultado de la consulta popular: 72% de los vecinos hemos votado NO a la
gestión del CYII”; “Exigimos al gobierno voluntad para que nos garantice los
puestos de trabajo del Paular”; “Alcaldesa, no nos representas”, “El agua no se
vende, el agua se defiende” y otros muchos de parecido tenor.
Total, apenas unas pocas horas en
la Arcadia feliz y este jubilata se tropieza con los problemas sociales del
paro y la desafección de la clase política, esa charca embarrada en la que
todos chapoteamos a nuestro pesar. Todavía uno se resiste a aceptar la incómoda
realidad y la pasa por el tamiz cultureta, a ver si así es más digerible, y,
con gesto pesaroso, recuerda al clásico: Et
in Arcadia ego… Incluso en el paraíso existe la desolación y la muerte.
Aunque, al final, no es tanto como
uno creía. Véase:
Lo de las aguas de Rascafría es
problema que se venía arrastrando, como poco, desde el año pasado por estas
fechas, cuando el ayuntamiento decidió ceder su gestión al Canal de Isabel II y
los vecinos se soliviantaron porque parte de su patrimonio municipal se ponía,
sin más, en manos de una empresa que pasaría – al menos en parte – a gestión
privada en un par de telediarios. El agua de Rascafría procede de una toma en
una pequeña presa aguas arriba del Artiñuelo y de un manantial en el lugar que
se llama Las Suertes, cuando la población se multiplica con la llegada de los
veraneantes.
No conozco bien las razones por las
cuales la alcaldesa decidió que era menos oneroso para el ayuntamiento ceder un
recurso municipal y desentenderse de su administración. Lo cierto es que hubo
una oposición vecinal, que se organizó una consulta popular sin respaldo
oficial y que de ésta salió un 72% de votos en contra de la gestión por el
CYII. Afortunadamente, todo se resolvió de acuerdo con el deseo mayoritario del
vecindario y una comunicación del Ayuntamiento al Canal ( de 24 de mayo pasado)
rescinde unilateralmente aquel acuerdo tomado sin consentimiento popular.Los vecinos lograron lo que se proponían, pero la alcaldesa está que fuma en pipa.
En cuanto al cierre del hotel Santa María de El Paular, los trabajadores están entre dos fuegos en un conflicto de intereses entre el Patrimonio Nacional (dueño del lugar histórico del Monasterio de El Paular) y la empresa concesionaria de su explotación. Según me cuentan, a punto de terminarse el periodo contratado, la empresa pretende irse si el Patrimonio no se aviene a condiciones económicas más ventajosas. No parece que haya acuerdo, en cuyo caso el hotel se cerrará, sus empleados irán a perder su tiempo en las colas del INEM y el pueblo se quedará sin una fuente de riqueza muy considerable. Pero el ministro Montoro es tan optimista que da pena desengañarle: 46 parados en un pueblo de la sierra ni se notará en las cifras macroeconómicas.
Pero nada hay que hacer: el hotel está cerrado, la santa y yo nos hemos acercado y hemos visto, en el patio del Ave María, todo el mobiliario del hotel puesto bajo los soportales y con cartelitos con un número y referencia y un precio de salida para la subasta que se celebra este fin de semana. Una lástima.
En fin, con estas inquietudes con
las que el veraneante se encuentra al
inicio de sus vacaciones, sabe que vivimos en un frágil equilibrio, donde solo
la naturaleza prevalece, mientras que nosotros y nuestros problemas venimos a
ser tan efímeros como la vida de los ciervos voladores: Esos escarabajos de
mandibulas hipertrofiadas (con el bonito nombre de Lucanus cervus) y vuelo
torpe que, con frecuencia, me encuentro por los caminos. Los pobres, cuatro
años viviendo como larvas en el interior de un roble podrido y apenas un mes en
estado adulto; lo imprescindible para la pelea ritual previa al apareamiento y
terminar devorados por un arrendajo o un rabilargo.
Diez años tardó Ulises en regresar
a Ítaca, mientras que este jubilata, en sus primeras horas en el valle ha pasado de ingenuo
roussoniano a preocupado ciudadano. Vamos, lo normal.
En primer lugar, esa consulta popular no ofiacial debería usted saber que no vale para nada, así que no es fiable.
ResponderEliminarEn tercer lugar, creo que las prospecciones petrolíferas que se van a hacer en el centro de esa bonita cascada vas a traer trabajo al municipio y se conseguirá saldar positivamente la cuenta de parados que engrosarán los trabajadores del hotel fenecido.
Por último, llevaremos empanada.
¡Leñe, yo no sabía nada de lo del petróleo! ¿A cuánto está el metro cuadrado en Rascafría o aunque sea en el Paular?
ResponderEliminarMenudos comentarios. Sé de uno que vendieron por cuarenta monedas y sólo ganaron el pan para hoy y el hambre para mañana. En fin, ojalá nuestros hijos y nietos nos perdonen.
ResponderEliminarPor cierto, señores Don Julio y Doña Julita, ¿qué pasó con vuestro "en segundo lugar"?
Agur