lunes, 10 de noviembre de 2014

Caminata asfalteña.-

Este sábado pasado tenía pensado hacer una marcha con el club de montaña por el Alto Tajo, pero la excursión no cuajó. Un tanto frustrado por quedarme sin disfrutar de aquellos parajes naturales, decido sustituirla por una paseata por los asfaltos madrileños, auxiliado por la cámara fotográfica y un pequeño bloc de notas para tratar de ver con ojos curiosos de paisajista la monótona sucesión de calles, edificios y grandes vías con las que me cruzaré al paso de mis zapatillas deportivas. Como el recorrido lo conozco, no llevo mapas ni brújula, aunque sí – deformación de caminante avezado – tomo nota de las calles por las que camino y los horarios, así como observo construcciones en ladrillo, cemento o similares, sin olvidar una referencia a la fauna asfaltícola que puede observarse a lo largo del recorrido.

La cosa es como sigue: 09:50 a.m. Salida de casa y subida por Virgen del Val. El viejo mercado de San Pascual lo están remodelando y pasará a ser explotado por una cadena de distribución alimentaria muy conocida en el barrio. Al final de la calle, el bar Los Peques con su pizarra a la entrada, donde cada mañana se escribe un texto curioso. El de hoy:-  “Cariño, después de tantos años, ¿todavía te gusto? – No, todavía no”. 10:06 a.m. Juan Pérez Zúñiga con su parquecillo y la fuente que llamamos “de Manzanillo”; una especie de pecera de cristal horrorosa, iniciativa del antiguo alcalde Álvarez del Manzano. 10:15 a.m. Esquina con Arturo Soria. Sigue en pie, como patrimonio protegido, el antiguo chalet  ALMA (en el frontispicio). Uno de los escasos vestigios de la Ciudad Lineal diseñada por aquel célebre arquitecto. Desmantelado su pequeño parque, el edificio es un esqueleto triste y sin alma donde seguro que los huesos de don Arturo no encontrarían reposo. 

La calle Arturo Soria es, hoy día, una vía saturada de tráfico, en la que las antiguas casas individuales han sido sustituidas por bloques de lujo y chalés adosados. Apenas quedan restos de los viejos pinares, aunque conserva bulevares arbolados todo a lo largo de su recorrido. En el cruce con Hernández Tejada, un muchacho negro vende bolsas de pañuelos en el semáforo a los conductores. Es el primer espécimen de este tipo que veré a lo largo del recorrido. El resto de la fauna bípeda local son paseantes madrugadores, con abundancia de jubilados y monjas. Sorprende la cantidad de instituciones religiosas que hay en esa calle, en un alarde de interpretación interesada que, del mandato sobre la pobreza evangélica, predicaba su fundador hace veintiún siglos. Se ve que la fuerza del mensaje se ha diluido un tanto con el paso del tiempo.

10:50 a.m. Cuesta del Sagrado Corazón. Cruce sobre la M 30. Desde el puente, una panorámica del primer gran proyecto de ingeniería viaria que tuvo Madrid. Kilómetros de asfalto de sur a norte, como una enorme arteria por la que circula el torrente de vehículos que, cada mañana, forma trombos y atascos.Hoy no, que es fiesta.

La Cuesta emboca en Caídos de la División Azul, donde las casas elegantes viven discretamente tras sus ventanas. El caminante está de paso y allí solo es un extraño, indiferente a las heroicidades a que alude la calle y a la burguesía que allí habita. 11:15 a.m. Pza. Duque de Pastrana, que cruzo de cuatro zancadas para entrar en la calle Dolores Sánchez Carrascosa. A la espalda de la plaza, un curioso edificio con bóvedas bulbosas al que nunca me he acercado.

En seguida, Mateo Inurria, que me lleva hasta la plaza de Castilla, 11:19 a.m. Allí, el gran depósito del Canal YII, el pirulí dorado e inútil de Calatrava en medio de la plaza, y las dos torres inclinadas que llaman Puerta de Europa. 

La Castellana, 11:22 a.m., con pocos viandantes y menos tráfico. En la esquina con Alberto Alcocer, un pobre renquea sobre su muleta mientras pide en el semáforo. Los conductores cierran la ventanilla. El negocio de la mendicidad no es precisamente el de las pasadas Torres Kio, donde los Albertos dieron el pelotazo. 11:37 a.m. Estadio Bernabeu, varios desangelados Homer y Bart Simpson  de goma espuma y otros industriosos de la supervivencia intentan sacar unas perras a los devotos que visitan la catedral del futbol. Estos modestos emprendedores autónomos tienen poco que hacer frente a la máquina financiera de Florentino Pérez y sobreviven de las migajas.

11:56 a.m. Joaquín Costa. Como quien dice, acabo de doblar el cabo y mi camino toma la orientación de mi barrio. Pero antes hay que pasar por la plaza República Argentina, con la fuente y sus delfines saltarines. Cuando aquel asunto Matesa del franquismo, se dijo que era igual que esta fuente: todos los peces gordos estaban fuera. Igualito que ahora. Parece como si no hubiera pasado el tiempo. 

En la esquina de Serrano, una mujeruca con abrigo talar y pañuelo a la cabeza se empeña en el oficio de reunir algunas monedas en el semáforo, mientras los conductores ponen cara de estar en otros asuntos. En el 48 de Joaquín Costa, un monasterio cisterciense de RR. MM. Bernardas. El lugar más sorprendente y a despropósito, por lo céntrico y ruidoso, para un monasterio de clausura.
A las 12:11 a.m. en Avenida de América. De aquí, de cabeza al metro.

Temperatura durante el circuito: en torno a los 9 grados. Cielo despejado y viento suave y fresco. Paisaje ciudadano: sucesión interminable de asfalto, edificios dispares estética y funcionalmente. Fauna: bípedos aislados o en grupos dispersos, algunos sobreviviendo en condiciones adversas. Paisaje sonoro: ruido de vehículos de tracción mecánica y fragmentos de conversación al paso; ocasionalmente, un zureo de paloma. Paisaje olfativo: ligeramente acre; a veces, bocanadas de aire fresco. Impresión general: sábado por la mañana y nada que hacer. 

7 comentarios:

  1. El edificio de Bankia es todo un símbolo, veo... Caramba, no sabía que había una plaza República Argentina... Por qué se llama así??

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    1. Pues sí, Peregrino, en Madrid hay una hermosa plaza dedicada a la República Argentina, con una gran fuente central y unos delfines de bronce que parecen saltar entre las olas. ¿Añoranzas del Mar de la Plata?
      Saludos, y sigue escribiendo tus microrrelatos inquietantes.

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  2. servando Felipe Gandarilla12 de noviembre de 2014, 19:31

    Una vez más vuelve usted a crear una polémica innecesaria. La referencia a los "peces gordos" en el contexto de los delfines de la Plaza de la Repúbica Argentina no me hace sino sospechar que usted faltó a clase el día en que el profesor de ciencias naturales desarrolló el tema de los batracios. Los delfines, muy señor mío, no son peces; respiran a través de las branquias y, por tanto, como su propio nombre indica, son batracios. Y lo mismo le debo decir de las ballenas, las orcas y los cachalotes, todos ellos poco abundantes en las plazas madrileñas. Permítame que le aconseje, parodiando aquel anuncio de televisión a favor de la integración de la mujer, un paseo menos y un libro más (de ciencias naturales).

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    1. Sr. Gandarilla, me alegra saber que los responsables del asunto Matesa eran unos batracios. Me quedo más tranquilo.

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  3. Servando Felipe Gandarilla12 de noviembre de 2014, 19:33

    Aclaro que escribo "orcas" sin hache porque me refiero a los batracios y no a los aperos de labranza o agricultura.

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    1. Nada, Sr. Gandarilla, que pasaba por aquí, navegando por mares conocidos y he visto que llama a ballenas, orcas y delfines, pobrecitos míos, batracios. Encima se permite corregir al autor -tengo otras palabritas para él-, del texto con tono sabiondo y enteradillo. Pues bien, con toda la humildad que me concede su verdadera taxonomía: no son peces, ni mucho menos batracios. Tienen respiración pulmonar y sus hembras dan de mamar a sus crías. Son mamíferos, como usted y yo. Magníficos, grandes e inteligentes mamíferos marinos.
      Citando al autor del blog: "en el cruce de Hernández Tejada un muchacho negro vende bolsas de pañuelos. Es el primer espécimen de éste tipo que veré a lo largo del recorrido". Bueno, yo entiendo que su paseo matutino por Arturo Soria desee que esté lleno de emociones y sorpresas, con animales exóticos y peligros acechantes, pero llamar "espécimen de este tipo" al pobre ser humano de los kleenex me parece exagerado por no decir claramente xenófobo, racista. Y si no era su intención, lo siento, sr. del blog.

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  4. Asklepio Azpillicueta9 de marzo de 2016, 10:39

    A cualquiera se le puede tachar de "xenófobo" y "racista" en cuanto se sale del camino trillado de lo políticamente correcto. Es insulto-comodín muy facilón.
    Raro es que no se le tache al sr. del blog de "fascista" porque no ha soltado ningún exabrupto al hablar de la calle Caídos de la División Azul.

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