Eso de empezar el texto con un gerundio es como para no
seguir leyendo. Más aún cuando se reincide: se comienza el título con uno y se
termina la frase con otro. Pero, por favor, ocasional lector, no lo tomes a mal, de alguna forma hay que arrancar.
Por eso es bueno aprender palabras nuevas, sobre todo cuando el aprendizaje se hace a partir de la actividad política nacional. Ya que la vida política de esta España, "este país" o como quiera que se le llame, no da más de sí, moviéndose entre el déjà vu y el escándalo nuestro de cada día, al menos que nos enseñen nuevas expresiones. Será lo único interesante que uno saque de la política nacional.
Por eso es bueno aprender palabras nuevas, sobre todo cuando el aprendizaje se hace a partir de la actividad política nacional. Ya que la vida política de esta España, "este país" o como quiera que se le llame, no da más de sí, moviéndose entre el déjà vu y el escándalo nuestro de cada día, al menos que nos enseñen nuevas expresiones. Será lo único interesante que uno saque de la política nacional.
Y haciendo un
inciso, aunque viene al caso, este jubilata se lo pasó muy bien
oyendo/viendo la tertulia de La Noche en 24 Horas en la que un podemita decía
de vez en cuando “este país, este país” y un contertulio en vena patriótica le
iba contando las veces que no decía “España”. “Oiga, fulano - le reconvenía al final de la perorata -
usted acaba de no decir “España” seis veces seguidas”, y adoptaba un gesto de
dignidad nacional ofendida bajo su canoso bigote. El otro seguía a lo suyo, que
para eso tenía cancha libre y nadie le interrumpía con el manido: ¡Y tú, Venezuela!
También me recuerda la cosa – la política y los
sentimientos patrióticos dan mucho juego – cuando, a veces, he comprado
productos catalanes en el súper, he leído la etiqueta, y ponía made in Spain, como cosa de país
extranjero. En esos casos me ha dado por pensar si no recuerdan que aquellas
tierras empezaron a tener entidad propia siendo la Marca Hispánica carolingia.
Pero eso de la fibra patriótica es algo muy de cogérsela con papel de fumar,
que incluso me han censurado con tachaduras la publicación de una entrada, que
llamé “La lupara y la tecla”, porque
me permití alguna ligereza zarzuelera en asunto tan serio.
Bueno, sigamos… Lo que de verdad me ha llamado la
atención, y posiblemente lo único de interés en la vida política de estas
últimas semanas, es que los podemitas, por boca de su mesías, han puesto en
circulación una palabra que, como italiana que es, suena la mar de bien: Sorpasso. Francamente, me ha reconfortado
saber que no recurrían a la habitual angliparla para introducir nuevos
conceptos. Sorpasso = adelantamiento.
Se ve que sus inventores quieren dar un acelerón y adelantar a otros
competidores en el número de votos y, por ende, escaños. Lo que, a renglón
seguido, ha provocado un solidario gesto de compasión de las fuerzas
conservadoras hacia la exigua Izquierda Unida. Nunca hasta ahora los ciudadanos
habíamos asistido a unas muestras de preocupación tan desinteresada de la
derecha española respecto al porvenir de nuestro pequeño partido comunista y de
ese muchacho descarriado, de nombre Alberto Garzón. Según se lamentan apenados
tertulianos de pesebre mediático y políticos dextrógiros en precampaña, la
caperucita roja de Izquierda Unida va a ser triturada entre las moradas fauces
podemitas y entonces, ¿qué va a ser de nuestros entrañables izquierdistas de
toda la vida?
Y eso que la parábola para ejemplificar el supuesto desastre de la
izquierda tradicional marxista ya está implícita en la palabra sorpasso; pero, claro, hay que caer en
ello, y los voceros del cotarro patrio están demasiado ocupados intentado
salvar del naufragio a nuestra pobre izquierda descarriada. Sorpasso es el título de aquella
película de Dino Risi en la que un Vittorio Gassman/Pablo Iglesias, cuarentón y
a por todas, invita a subir en su descapotable a un estudiante en época de exámenes, Jean-Louis
Trintignant/Alberto Garzón, para correr locas aventuras durante el ferragosto
romano.En plan jóvenes alocados, se toman unos botellines, pisan el acelerador, se lo pasan de p. m. y
se dan una castaña que deja al ingenuo estudiante para el arrastre. A poco que
se observen las concomitancias, hasta lo de los exámenes y el ferragosto
coinciden: elecciones y en verano, que no se pueden manifestar con más claridad
las coincidencias que el hado dispone.
Claro que nuestra derecha está más por Los Santos Inocentes, trinque ibérico y cortijo en paraíso fiscal. Lo suyo es tener a jornal a Paco el Corto y a
Régula para que no vivan por encima de sus posibilidades, mientras el señorito
va a sus cacerías offshore de
contratos amañados, comisiones al 3%, recortes laborales, austericidio y defensa de los
valores tradicionales. Pero, como parece haber ignorado el sorpasso de Dino Risi tanto como haber
olvidado el final de los Santos Inocentes, luego se lleva una sorpresa cuando el
tonto del lugar, el pobre Azarías, cuelga al señorito de una encina porque le ha matado la milana, y éste,
mientras da zapatetas en el aire, nos hace recordar aquello que decía de sí mismo el poeta
François Villon:
Au bout de la corde d´une toise
Mon cou saura ce que mon cul pèse
(En el extremo de la cuerda de una toesa, mi
cuello sabrá lo que mi culo pesa)
Y ya sabemos que nuestros próceres del "todo por la pasta" se nos han puesto un poco fondones tras estos últimos años de barra libre.
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