Estas semanas atrás pensábamos
que el mundo sería inhabitable y se nos abrirían las carnes si salía elegido
Donald Trump. Pues ya está hecho, las clases medias americanas se han cabreado
y nos han parido este híbrido capitalista/antisistema, ¿y ahora, qué? ¿Nos
echamos a temblar o nos quedamos a ver el espectáculo que promete? Un servidor
se ha palpado sus viejas carnes bajo la ropa por ver si las tenía muy laceradas
tras el nombramiento del susodicho, y descubre con incredulidad que ni un
rasguño, ni una magulladura, aparte las naturales flaccideces propias de la
edad.
Por
reducir la cuestión a magnitudes domésticas, nada como buscar un parangón del
Trump ese con un personaje similar, pero de cosecha propia, que lo sitúe dentro
de límites mentales abarcables por un beneficiario de clases pasivas. Y casi sin pensárselo, surge el paralelismo entre Jesús Gil y Donald Trump:
ambos enriquecidos con la especulación mobiliaria, ambos deslenguados y ostentóteos, ambos
populacheros y vulgares, ambos elegidos por el pueblo soberano (sí, sí, por ese
pueblo dotado de raciocinio) para cargo público: el uno alcalde de Marbella, el
otro presidente de los EEUUAA. Cada cual en su esfera, pero de similares
hechuras. Lástima que por este camino de las vidas paralelas no pueda uno
seguir porque ya lo han explotando los de la prensa.
Lo que
sí admira a este jubilata es que los bienpensantes del sistema se echen las
manos a la cabeza y canten jeremiadas, amenazándonos con los terrores del
milenio porque un ricachón yanqui que va de tremebundo vocifere enormidades. A este jubilata, sentado en su rincón de
observar el mundo, le parece, para empezar a poner las cosas en su sitio, que
lo de Trump – una vez silenciada la trompetería - no será tan diferente para la supervivencia del sistema tal como lo conocemos, porque no es cuestión de calidad
sino de cantidad; él no será peor que lo que nos toca vivir, sino más bruto.
Antes
hubo otros como él. Así, como ejemplo fácil, el susodicho Jesús Gil en estos
pagos y Berlusconi en Italia. Ambos habrían pasado por personajes antisistema
si la palabra hubiese estado de moda en aquellos entonces. Pero todos sabemos
que aquel campechanote Y tal y tal, no era más que el subproducto de una
España del ladrillo y el pelotazo, como el sátiro Berlusconi lo fue de la
corrupción política y financiera italiana y de la podredumbre y agotamiento de
la democracia cristiana. Ambos, en la medida de sus posibilidades, hicieron de
su vida un espectáculo gratuito y dieron mucho juego a la prensa, tan
necesitada de aumentar su audiencia, creando un caldo de cultivo donde
germinaran, como infusorios, legiones de papanatas que aplaudieran las ocurrencias de uno
y otro. Solo se asustaban los timoratos, se escandalizaban los bobos, mientras
que la gente del común admiraba los huevos que le echaban a la vida aquellos
fantoches. Trump, por el estilo, dice a las gentes desencantadas lo que quieren
oír y exhibe riquezas horteras, fama televisera y una colección de tías buenas:
el ideal al que aspira cualquier parado en la cuneta laboral.
No
puede este jubilata ponerse docto en material tan compleja, pero le resulta
claro que Trump está ahí, dispuesto a alborotar un rato el cotarro
internacional y desviar atenciones, mientras esa máquina de acumular riquezas
que llamamos el sistema, inventa un bálsamo de Fierabrás que sirva para bizmar
las magulladuras de una sociedad que ya no cree en instituciones, idearios
políticos ni nobles ideales, porque todo ha sido arrasado por la apisonadora
neoliberal y convertido en bonos convertibles o fluctuaciones de Bolsa.
Quien esto
escribe, pasado el primer susto, mantiene su habitual pesimismo de plantilla.
Las masas medias americanas vociferarán contra inmigrantes o musulmanes bajo la
mirada complacida del nuevo presidente, pero sus empresas seguirán
deslocalizándose para terminar en Monterrey o cualquier otro estado mexicano, a
pesar del muro que el antisistema Trump dice querer levantar. El TTIP seguirá
su camino porque a los que han puesto los dineros para la campaña antisistema
de Trump así les interesa. En el futuro gobierno de Trump entrarán como en
tromba destacados antisistema ultraconservadores, banqueros, empresarios y
negacionistas del cambio climático. El sistema, por no darle más vueltas, se
disfraza un ratito de antisistema para seguir su imparable camino hacia un
mundo globalizado en forma de paraíso fiscal exclusivo.
Pasados
estos alborotos, las cosas volverán a su cauce, aunque con otra vuelta de
tuerca que nos acogote un poco más. Todo seguirá su plácido discurrir hacia el control de las masas/ganglio amorfo. Y no lo digo por ser adivino, sino porque esa misma mañana del triunfo
de Trump, mientras digería lo de las angustias antisistema, una empresa de las
de venta por teléfono ha llamado a casa para ofrecernos calcetines
relajantes. No los hemos comprado, pero saber que los mercados siguen a lo
suyo nos ha dado mucha tranquilidad.
Sensato pronóstico: este hunde al país; siempre que el país sea España y todo su contorno, Europa. Pero no económicamente, sino como los Estados Unidos de Europa. Eso es lo que está en juego. Digo yo; claro que los de ultramarinos vemos las cosas...
ResponderEliminarThere is a cult of ignorance in the United States, and there always has been. The strain of anti-intellectualism has been a constant thread winding its way through our political and cultural life, nurtured by the false notion that democracy means that "my ignorance is just as good as your knowledge." -Isaac Asimov, scientist and writer (1920-1992)
ResponderEliminar