Mira que uno no quiere meterse en estos asuntos porque son carnaza para
dar titulares, vender noticias y afear reputaciones (aunque nadie dice que sin
razón o con ella), pero, como este escribidor de cosas no vive en el paraíso,
no tiene más remedio que chapotear en la misma charca que el común de los mortales.
Viene al caso por el asunto de doña Cifuentes y su inexistente – al parecer
– titulo de máster en Algo por la Universidad Juan Carlos I. Y no sólo por la señora
citada, sino por todos los políticos que, a la vista de lo que truena, han ido
borrando discretamente títulos en Esto o Aquello de sus currículos vitae.
Alguien debería decirles, a estos políticos que hacen de la política un
oficio de relumbrón y no un servicio, que estar súpermasterizados o pluritititulados
no ayuda demasiado al recto funcionamiento de la cosa pública, aunque sí al
engorde de sus egos. Que la buena gestión de los asuntos públicos se puede sacar
adelante con algunos títulos menos en la cartera y con mayor compromiso con el
bien común de los ciudadanos.
Pero, no habiendo más remedio que aceptar como inevitable la vanidad
de los hombres públicos (ellos y ellas), este jubilata cree haber encontrado un
remedio, hasta donde llegue, para dotar de títulos a algunas Señorías que padecen
de escasez curricular y gustarían disponer de alguno que les de brillo y esplendor
ante sus pares.
Y el remedio consiste en transferirles todos mis títulos académicos y
de formación que he ido acumulando a lo largo de mi vida. Títulos que me
comprometo a cedérselos gratuitamente, con la sola condición de que sean ellos
quienes paguen los gastos de notaría, si los hubiese, para legalizar su transferencia.
Después de registrar las zahúrdas donde el naufragio de la vida vivida ha ido
depositando los diplomas: armarios, cajones, altillos y otros recovecos, un
servidor tiene el gusto de poner en almoneda sus títulos. Tales como: Títulos
de Bachiller Elemental y Superior; Licenciatura en Fª y Letras por la Complu,
de 1975; Diplomado Documentalista por la extinta Escuela Nnal. de Documentalistas,
de 1977; Diplomatura de la Escuela Supr. de Conservación y Restauración de BB. Culturales, de 1998. Aunque todos ellos son del siglo pasado, su valor académico
y legal siguen operativos. Eso sin olvidar un titulito de la Aliance Française
de París, de 1980, y un DELF A2 del Institut Français de Madrid.
Del siglo corriente: Licenciatura en Geografía e Historia por la UNED,
del 2002; CUID Francés unos tres años después (creo); más un par de títulos de la
Academia Vivae Latinitatis Matritensis; más una docena larga de certificados de la
UNED Senior en materias varias (a consultar en caso de estar interesados).
A todo lo cual habría que añadir una veintena (así, a bulto y como poco) de
certificados de la Escuela Nnal. de Administración Pública, del Ministerio de
Educación, de la Biblioteca Nacional y de otras instituciones de la
Administración Central; y entre ellos, el muy curioso, por lo arcaico, de “Introducción
al MS2”, pura arqueología de los sistemas operativos para computadoras
personales, cuyo poseedor podrá presumir de ser descubridor de la escritura
lineal B micénica, como lo fue Michael Ventris, pero en los rudimentos del
lenguaje numérico.
Créame el improbable lector, este jubilata saca a la plaza pública sus
titulanda no por presumir como un político del montón, sino para ofrecerles la
posibilidad de lucir un título que no se han currado, pero legítimo. A las
alturas de la vida por las que va transitando, un servidor no necesita más
título que el de Pensionista de la Seguridad Social, con derecho a subida del 0,25
% anual, si la ministra Báñez y la Virgen del Rocío (patrona de supervivencia
de currantes y jubilatería en general) lo tienen a bien.
Lo dicho, señores políticos de casta y currículo fláccido, pueden
disponer a placer de todos los diplomas de este jubilata, quien se los ofrece
sin contra prestación. Solo para que no nos avergüencen a los ciudadanos con su
vacuidad y falsa presunción, ni destrocen la honorabilidad académica de las
universidades públicas españolas.
No lo dejen para mañana, que me los quitan de las manos.
Yo te cedo también para esta subasta el de "Titulo de salvamento y socorrismo" especialidad en Socorrista náutico, obtenido en 1964. Todo sea por la causa.
ResponderEliminarPues aunque yo no me dedico al lucrativo arte de la política, me pido el título ese de Latinitatis Matritensis, que seguro que está en latín y es bien pomposo, para adornar el salón de mi casa y deslumbrar a las visitas... Nostradamus
ResponderEliminarUn carnet de la piscina municipal de La Vaguada servirá? estaba el agua helada y no volví. lo digo por explorar todas las posibilidades.
ResponderEliminarLa introducción al MS DOS creo que la puedes tirar aunque igual le interesa a alguien del PP que esté aún por aquella época. De jardinería no tiene nadie nada? porque yo ando pensando dejar mi profesión y dedicarme el cultivo de magnolios.
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