-Quién da la vez… - pregunté en la cola. – Servidora, me respondió una señora que estaba con el carrito de la compra. Acababa yo de llegar a aquella farmacia que hacía el número n + tropecientos de todas las ya recorridas. Dominado por la última histeria colectiva, yendo de cacería del test de antígenos que regala graciosamente la Comunidad de Madrid a sus súbditos, me había recorrido todas las farmacias del barrio y aledaños. Incluso intenté sobornar a nuestra farmacéutica habitual, quien, aparte de ponerse muy digna, se le había acabado la remesa.
Andaba yo con
prisas porque tenía que ir a Ahorra Más a comprar los langostinos de navidad y
otros mandados para el avituallamiento doméstico, según la nota que me había
pasado la mi santa. Estábamos invitados a cenar fuera de casa y, sin el certificado
de vacunación y la prueba negativa de antígenos, la familia te repudia incluso
en las más entrañables fechas navideñas. Así que aquella farmacia era mi última
oportunidad.
-Señora – le dije – le compro la vez. – Verdes las han segado, respondió. Y me dio ostensiblemente la espalda. – Le regalo tres mascarillas quirúrgicas – insistí. Nueva negativa. – Le canto un villancico tradicional – volví a insistir. Yo estaba dispuesto a cualquier humillación por conseguir un palito de esos. – Esto empieza a ser un acoso – replicó ella, ya francamente incómoda.
Me resigné a esperar.
Después de
todo, no era la primera vez que hacía una cola. En Doña Manolita pasé cinco
horas haciendo cola para comprar un décimo del número capicúa que me salió en
el tique de la frutería el día 22 de noviembre. Una premonición que no podía
fallar. Solo que los premios gordos salieron en la estación de Atocha y la red
ferroviaria se encargó de desperdigarlos.
También he
hecho una larguísima cola en Ipanema, la panadería de por cerca de Arturo
Soria, donde es fama que hacen los mejores roscones de reyes. Aunque cuando me
tocó la vez, ya se habían agotado y tuve que llevarme una chapata por no perder
el viaje. Y en el Lidl, donde el antiguo cine Canciller, cuando pusieron a la
venta una partida limitada de turrones variados en oferta que, si comprabas el lote
entero, te ahorrabas 5 €. Y hasta he hecho cola delante del quiosco de la ciega
en la plaza Virgen del Romero, donde es fama en el barrio de que tiene mano de
santa para dar rascas.
O sea que por
hacer cola no era, que, sin ir más lejos, en la charcutería del Ahorra Más la hago
cada vez que alguien delante de mí pide 200 gramos de jamón de recebo cortado a
cuchillo, 150 gramos de chorizo de Cantimpalo en lonchas finas, otros 150
gramos de queso en barra Aldi para sandgüiches, otros 150 gramos más de jamón
de york en oferta…
Pero eso no es
lo mismo que ir a por un test de antígenos de regalo de la Comunidad de Madrid,
cuyos próceres miran tanto por la salud pública como por el bienestar y la
felicidad social, cuando llenan de terrazas las aceras para que el pueblo
madrileño tome sus birras sin mascarilla, pero en libertad, y no como esos
comunistas que etc., etc.
O sea, que no
es solo porque la familia te repudie en la entrañable cena de Noche Buena. Es también por no hacerles el feo a los políticos que se desviven por el bien público,
quienes, al comenzar la pandemia el año pasado – cuando salíamos a la ventana a
cantar el “Resistiré” –, nos regalaron una mascarilla FFP2 y ahora nos regalan el test
de antígenos salvador.
Me temo que esta, a pesar de todo, entrañable noche de navidad, tendremos que pasarla la santa y yo solos en casa. Ya hemos sacado los langostinos a descongelar, pondremos uno volovanes con ensaladilla rusa del súper y adornaremos la mesa con velitas de la tienda del chino de la esquina. No faltará detalle porque hasta pondremos en el tocadiscos el villancico de la Negrina, ese que dice San Sabeya Gugurumbé, esa ensalada de canciones populares de Mateo Flecha el Viejo.
https://www.youtube.com/watch?v=g_zrLRJs5Pg
Y, si no es
esta navidad, será la próxima cuando consigamos el ansiado test de antígenos y
celebremos en familia extensa las ya dichas fechas entrañables, cava extremeño incluido.
Porque, como decían cuando yo era niño: hay más días que longaniza.
Te superas, genial. La única pega es que hables de cava extremeño, cuando el Cava Faustino Brut Reserva,de La Rioja, claro, es el mejor o al menos eso dicen los benditos.
ResponderEliminarExcelente Juanjo, pido la vez para desearte una Feliz Navidad
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