“Este verano consigue un culo de escándalo y despídete de la celulitis”. Como soy jubilata, y a los jubilatas la edad nos hace animales de costumbres a piñón fijo, cada vez que entro en Internet lo hago a través de la página de Terra, que es una fuente inagotable de vacuidades y conformidad con las tendencias dominantes. En el epígrafe Estilo de vida me doy de narices (tómese en sentido literario, no literal) con un culo esplendoroso, redondito, bien moldeado, turgente, que luce sus sabrosuras apenas veladas por un tanga muy playero. El culo de es hembra placentera, claro, pero al verlo me pregunto: por qué yo no puedo tener un culo de glúteos bien moldeados, de esos que lucen los cachas de gimnasio. Y siento una envidia atroz y una depresión pre-vacacional que me va a amargar la semana de playa.
¿Quieres conseguir un culo con buena nota?, insiste. Total, leo el articulillo y lo que me proponen es una tabla de ejercicios para endurecer los glúteos, cosa que me desanima enormemente. Un servidor, con tal de conseguir un culo prieto que lucir en la playa este verano, estaría dispuesto a lo que sea; incluso a sesiones maratonianas de gimnasio, con total dedicación a la retaguardia anatómica, si fuera preciso. Pero la experiencia - que los jubilatas tenemos mucho de eso -, me dice que el resultado no está garantizado. Yo llevo años yendo al gimnasio, por eso de mantenerme en forma para disfrutar de mi pasión por la montaña, y no parece que haya logrado gran cosa en cuanto a modelar un cuerpo cachas que incluya el buen aspecto culiédrico de mis posterioridades anatómicas.
Y para cerciorarme, he ido al espejo de luna que tenemos en el dormitorio y he intentado verme el nalgatorio, por si tuviese alguna solución. De entrada, verse el trastébere en el espejo, para un tipo que padece artrosis, es un problema considerable, porque la torsión a la que he sometido mis cervicales me ha producido un tirón que me ha dejado el cuello como un sacacorchos. Para más INRI, la realidad es terca y allí no se veía nada interesante ni mínimamente mejorable.
Lo que, en primera instancia, me ha llevado a la conclusión de que estamos ante un caso de publicidad engañosa y, por lo tanto, denunciable ante la Oficina del Consumidor. Si no, no se explica que, tras tantos quinquenios de gimnasio, siga teniendo ese nalgatorio tan triste y fláccido que pende de mi popa anatómica. Pero, como a uno le gusta racionalizar sus frustraciones, me he puesto a pensar que, quizás, el problema no radique tanto en la ineficacia de los ejercicios propuestos, como en la falta de una materia prima de suficiente calidad, apta para el modelado que propone el anuncio.
Sea como fuere, más que conseguir un culo de escándalo este verano, tendré que ir pensando en conformarme con conservar este culo escandalosamente vulgar con que me ha provisto la madre naturaleza. Después de todo, hace juego con el resto de las flaccideces que la edad va sumando a este cuerpo serrano en el que voy pasando la vida. Además, por no tener, no tengo ni un bañador que merezca la pena lucirse. El que tengo actualmente y es el de siempre, y pienso llevar a la playa de la Pineda, se parece bastante al calzonazo que lucía Fraga en Palomares. Ya recordará el improbable lector: año 1966, cuando lo de las bombas atómicas que se le cayeron a aquel avión del Amigo Yanqui, que nos protegía de la hidra marxista, y éramos el Centinela de Occidente.
Pero yo, ni siquiera tendré el consuelo de que la foto de mis calzones de la vuelta al mundo (como la de Fraga) o, por lo menos, salga un ratito en el portal de Terra.
¿Quieres conseguir un culo con buena nota?, insiste. Total, leo el articulillo y lo que me proponen es una tabla de ejercicios para endurecer los glúteos, cosa que me desanima enormemente. Un servidor, con tal de conseguir un culo prieto que lucir en la playa este verano, estaría dispuesto a lo que sea; incluso a sesiones maratonianas de gimnasio, con total dedicación a la retaguardia anatómica, si fuera preciso. Pero la experiencia - que los jubilatas tenemos mucho de eso -, me dice que el resultado no está garantizado. Yo llevo años yendo al gimnasio, por eso de mantenerme en forma para disfrutar de mi pasión por la montaña, y no parece que haya logrado gran cosa en cuanto a modelar un cuerpo cachas que incluya el buen aspecto culiédrico de mis posterioridades anatómicas.
Y para cerciorarme, he ido al espejo de luna que tenemos en el dormitorio y he intentado verme el nalgatorio, por si tuviese alguna solución. De entrada, verse el trastébere en el espejo, para un tipo que padece artrosis, es un problema considerable, porque la torsión a la que he sometido mis cervicales me ha producido un tirón que me ha dejado el cuello como un sacacorchos. Para más INRI, la realidad es terca y allí no se veía nada interesante ni mínimamente mejorable.
Lo que, en primera instancia, me ha llevado a la conclusión de que estamos ante un caso de publicidad engañosa y, por lo tanto, denunciable ante la Oficina del Consumidor. Si no, no se explica que, tras tantos quinquenios de gimnasio, siga teniendo ese nalgatorio tan triste y fláccido que pende de mi popa anatómica. Pero, como a uno le gusta racionalizar sus frustraciones, me he puesto a pensar que, quizás, el problema no radique tanto en la ineficacia de los ejercicios propuestos, como en la falta de una materia prima de suficiente calidad, apta para el modelado que propone el anuncio.
Sea como fuere, más que conseguir un culo de escándalo este verano, tendré que ir pensando en conformarme con conservar este culo escandalosamente vulgar con que me ha provisto la madre naturaleza. Después de todo, hace juego con el resto de las flaccideces que la edad va sumando a este cuerpo serrano en el que voy pasando la vida. Además, por no tener, no tengo ni un bañador que merezca la pena lucirse. El que tengo actualmente y es el de siempre, y pienso llevar a la playa de la Pineda, se parece bastante al calzonazo que lucía Fraga en Palomares. Ya recordará el improbable lector: año 1966, cuando lo de las bombas atómicas que se le cayeron a aquel avión del Amigo Yanqui, que nos protegía de la hidra marxista, y éramos el Centinela de Occidente.
Pero yo, ni siquiera tendré el consuelo de que la foto de mis calzones de la vuelta al mundo (como la de Fraga) o, por lo menos, salga un ratito en el portal de Terra.
Adenda.- Ya digo que lo del portal de Terra es una fuente inagotable de modernidades insulsas y despropósitos graciosos. En su disculpa he de decir que no es más que un reflejo de la vacuidad y los dislates que vive esta sociedad nuestra, asumidos con total normalidad. Viene al caso porque estos días atrás he leído: España: Test para ver si eres español ¿Qué pasó en 1868? ¿Cuándo se edificó Castilla?
Ya estaba al tanto de que un juez, para conceder la nacionalidad a inmigrantes, los sometía a un examen de historia de España. La verdad es que exigir a un peruano, o rumano –pongamos por caso – que sepan que en septiembre de 1868 fue la Revolución Gloriosa, seguida de la expulsión de Isabel II del trono español y la posterior entronización de Amadeo I de Saboya, seguidos, a su vez, de su abdicación y consiguiente proclamación de la I República, es un pelín excesivo. Pregúnteselo a un españolito de pura casta y a ver qué sabe al respecto. Todos suspensos en “españolidad”.
Pero no se trataba del suspenso en historia, sino de la siguiente cuestión, expresada tal cual por el redactor de Terra: ¿Cuándo se edificó Castilla? Inmediatamente, uno se pregunta: Ah ¿Pero Castilla se edificó? Y uno comienza a plantearse preguntas del mismo jaez ¿Y el Reino de Navarra, cuándo se edificó; y el de León y la Corona de Aragón, y el de Portugal, y…, cuándo se edificaron? Se ve que la especulación inmobiliaria ha invadido los terrenos de la Historia, dando como resultado que en Terra confunden las churras del ladrillazo actual con las merinas de los reinos medievales.
Aunque me cueste confesarlo, el portal de Terra me sulibeya un montón. Es que me lo paso tan bien con sus genialidades…
Ya estaba al tanto de que un juez, para conceder la nacionalidad a inmigrantes, los sometía a un examen de historia de España. La verdad es que exigir a un peruano, o rumano –pongamos por caso – que sepan que en septiembre de 1868 fue la Revolución Gloriosa, seguida de la expulsión de Isabel II del trono español y la posterior entronización de Amadeo I de Saboya, seguidos, a su vez, de su abdicación y consiguiente proclamación de la I República, es un pelín excesivo. Pregúnteselo a un españolito de pura casta y a ver qué sabe al respecto. Todos suspensos en “españolidad”.
Pero no se trataba del suspenso en historia, sino de la siguiente cuestión, expresada tal cual por el redactor de Terra: ¿Cuándo se edificó Castilla? Inmediatamente, uno se pregunta: Ah ¿Pero Castilla se edificó? Y uno comienza a plantearse preguntas del mismo jaez ¿Y el Reino de Navarra, cuándo se edificó; y el de León y la Corona de Aragón, y el de Portugal, y…, cuándo se edificaron? Se ve que la especulación inmobiliaria ha invadido los terrenos de la Historia, dando como resultado que en Terra confunden las churras del ladrillazo actual con las merinas de los reinos medievales.
Aunque me cueste confesarlo, el portal de Terra me sulibeya un montón. Es que me lo paso tan bien con sus genialidades…
Pero qué cosas dice. Lucir sus intimidades con tanta deshinibición le pone en el campo del "belenestebanismo" que tanto fustiga.
ResponderEliminarEstimado señor: permítame que desde esta tierra colombiana allende la madre Patria, desde el insignificante conocimiento de este máculo profesor de Enseñanza del Español, le rebata sibilinamente la acepción de "edificar" que usted interpreta. Según la 22ª edición del Real Diccionario de la lengua que nos hermana, la tercera definición de dicho verbo es "establecer, fundar", con lo que aclarado queda el concepto vertido.
ResponderEliminarSuyo amistosamente,
Zeilán Dóriga Ayemut.