Este sábado pasado hemos ido un amigo y yo a hacer una marcha por los montes próximos a Cercedilla. Subimos a Marichiva y, desde allí, por la senda que lleva a los ojos del río Moros y al collado de Tiro Barra, subimos al Minguete. Los piornales estaban en plena floración y las laderas de los montes alfombradas de un intenso amarillo contrastando con los verdes jugosos del matorral y los verdes oscuros del pinar, como si nos moviéramos en un inmenso cuadro impresionista.
En los nacederos del río Moros nos paramos a disfrutar del silencio sonoro de la naturaleza. El rumor de los arroyos, las llamadas del pájaro carbonero y la brisa serrana que corría entre los pinos nos han hecho olvidar, durante un corto espacio de tiempo, este mundo desabrido de engaños ý desinformaciones interesadas a los que nos someten nuestros gobernantes, lacayos indignos y voluntariosos de un sistema socioeconómico que no nos da respiro.
De vuelta a casa, estaba yo tan a gusto cenando cuando, en el telediario aparece el ministro Del Guindo para decirnos que aquí no pasa ná. Que los que mandan en nuestras vidas y haciendas (FMI, BCE, CEE) nos habían concedido 100.000 millones de euros para sanear la banca española. Hacía apenas un día, con estas orejas que se han de comer la tierra, este jubilata oyó al Mariano afirmar que la banca española no necesitaba un rescate. Por supuesto, cuando lo oí supe que era cosa hecha, y mi único interés era saber cómo iba a atar por el rabo la mosca del rescate bancario con las declaraciones que, en ese momento, estaba haciendo. Pero no ha tenido que hacerlo, para eso tiene a un propio: el ministro Del Guindo que, aunque se le da mal mentir, no le importa.
Y Del Guindo, desde el púlpito del guindo televisivo, va y nos dice que lo de los cien mil millones de euros para la banca española no es “un rescate”, que es “una ayuda”. Hombre, se me ocurre pensar, qué más nos da cómo lo llamen, si acaban de endeudarnos en esos miles de millones que producen mareo. Y añade el Del Guindo que la ayuda se concede en las mejores condiciones posibles; que es asunto que sólo afecta a los bancos, pero que no afectará a los ciudadanos. A continuación, un corresponsal dice que el estado español se hace cargo de la deuda y de los intereses. ¿Y quién es el Estado, los banqueros defraudadores o el común de los ciudadanos? Informaciones y contra informaciones se suceden, mezclan y contradicen en el mismo telediario.
A un servidor, como a cualquier ciudadano medianamente avisado, le molesta la impunidad con la que manipulan mentiras, medias verdades y desinformaciones interesadas. Pero hay algo que este jubilata lleva como un contradiós, y es que toda esta gente haya leído (¿lo han leído?) con tan poco provecho a Orwell y su 1984. Esa burda neolengua que utilizan para no llamar a las cosas por su nombre, ese tosco Ministerio de la Verdad que se han inventado para deconstruir el poso de la historia en función de sus torpes intenciones, ese Gran Hermano televisivo chapucero para embrutecer conciencias, no tienen la categoría, ni por asomo, de la premonición histórica que nos cuenta Orwell en su novela.
Así ve Eneko el rescate |
Ya sé que, aunque parezcan y lo sean –torpes- su torpeza tiene una finalidad no confesada: desorientar al ciudadano, volverle temeroso de los males futuros y sumiso ante los presentes – todos ellos presentados como irremediables –, hacerle sentir como un ignorante, incapaz de reconocer y afrontar sus propios problemas y dejar en manos de “los que saben” la responsabilidad.
Ya nos lo advirtió Noam Chomsky en su artículo 10 estrategias de manipulación. También Naomi Klein en su Doctrina del Shock nos dice que todo responde a una estrategia programada. Y sí, nos mantienen en estado de schok permanente: un día estalla el ladrillo en mil pedazos, otro día son las Cajas de Ahorros agusanadas que dejan a sus cuentacorrentistas en un ¡Ay! Un día sí, otro también, son las variopintas corrupciones de políticos y afines; otro día es Bankia que se va al carajo, o la prima de riesgo disparándose. Hoy, penúltima patada en nuestro culo colectivo, un rescate de 100 mil millones de euros que, según el ministro Del Guindo de la Cosa, no es rescate sino ayuda. Mientras, la gente que saca a sus viejos de los asilos para poder vivir con la pensión; los que se quedan sin vivienda pero mantienen la deuda con banco que los expropió, o los niños cuyos padres no pueden pagar el comedor escolar.
La cuestión no está en si los mercados se quedarán o no tranquilos tras esta inyección de dinero en los bancos españoles. Está en saber, por fin, si seguiremos practicando la moral del esclavo y sometiéndonos, o levantaremos la voz.
¿Y si empezamos a movernos un día de estos?
Cuánto esfuerzo para salvar a los bancos! Cuándo salvarán a la gente???
ResponderEliminarAlbur!!