Los pasados días
navideño-fiesteros andaba este jubilata leyendo una antigualla que había caído
en sus manos: el Discurso sobre el origen
de la desigualdad de los hombres, y el Contrato Social de J-J Rousseau. Uno de
esos libros de quiosco, con letras doradas y que no sirven más que para
rellenar espacio en las estanterías. Pero hete aquí que la impertinente
curiosidad del jubilado (a falta de obras públicas – culpa de la burbuja y la
austeridad – en cuya observación entretener sus ocios) le llevó a abrir el
libro y empezar a leerlo. Un capricho de ocioso con mucho tiempo que perder, aunque
poco dispuesto a invertirlo en “entretenimiento”. Un día habrá que hablar qué
distingue el ocio del entretenimiento, que es tanto como decir: la libertad de
emplear el tiempo libre (ocio) en contraposición al entretenimiento manipulado.
Pero hoy no toca.
El caso es que don Jean-Jacques
cuenta el razonamiento que hacía el emperador Calígula. Más o menos, así: el
pastor es de naturaleza superior a su rebaño; así, los pastores de hombres –sus
reyes– son de natural superiores a los pueblos que gobiernan. De esta analogía
concluía que los reyes son dioses, o que los pueblos son animales. Sustituya el
improbable lector “reyes” por gobernantes y deje a los pueblos en su naturaleza
de rebaño. Luego párese a pensar si no se siente tratado como un animal de rehala.
La analogía que establecía
Calígula sobre pastores de pueblos puede muy bien ampliarse a los mandatarios
actuales, quienes llevan la masa del rebaño por viejas cañadas de sacrificio y
austeridad que terminan en los ranchos de esquileo. Imagínese el improbable
lector – por un momento – al rabadán Wert esquilándole a los sufridos borregos
el vellón de la educación pública; al gañan Ignacio González, quien pastorea el
hato de la Comunidad de Madrid, malvendiendo los carneros de la sanidad
pública, o a la cabrera Cospedal poniéndole tapias a los pastos comunes en
Castilla la Mancha, y caerá en la cuenta de que va poco del emperador loco a
los políticos neoliberales. Y si quiere más analogías, piense en Mariano,
mayoral de los rebaños patrios, sacrificando a la masa borreguil porque así se
lo exigen. No nos engañemos; él, por mucho que parezca mandar en el rebaño, no deja de ser el capataz del gremio pastoril. Otros son los amos de cañadas, apriscos, pastos, ovejas y lanas, y
tanto él como nosotros lo sabemos.
Y perdonará el improbable lector
que, de una anécdota que cuenta Rousseau al comienzo de su Contrato Social, este jubilata haya hecho una categoría. Es cosa
sabida que los desocupados no hacemos pensamiento profundo, sino comentarios
banales. Pero una idea sí que le ha quedado clara al desocupado que esto
escribe, y es que el pacto social es un acuerdo de voluntades según el cual todos y cada uno de los ciudadanos sin excepción renuncia a su interés particular en aras del interés común,
única forma de vivir en una sociedad civil y civilizada. Cuando una parte de
esta sociedad se apropia de los bienes comunes (educación, sanidad, trabajo,
vivienda…) en su exclusivo provecho, el pacto social se rompe y el común de los
ciudadanos tiene el derecho (incluso la necesidad – por pura supervivencia del
cuerpo social -) de dar por nulo dicho pacto y establecer uno nuevo que
restituya la legitimidad social. Dicho en términos asaz vulgares, pero
expeditivos: mandarles a tomar por el culo y empezar de nuevo.
Siguiendo con las antiguallas, un
servidor se ha puesto a releer la Constitución española de 1978 y encuentra
que, si no antigualla propiamente dicha (pues está en vigor… a trompicones), sí está anticuada
por inoperante en muchos de sus mandatos. A ojo de ciudadano no perito en la
materia, aunque sí preocupado por ella, tiene bastantes artículos que están
furruñosos (con sus engranajes roñosos) por falta de funcionamiento. No hay más
que leer el Artº 31, “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos
públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario
justo…” Áteme usted la mosca de la amnistía fiscal (por ejemplo) por el rabo de
este artículo y dígame si éste funciona o está gripado.
Lea el Artº 35.1, “Todos los
españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo… y a una
remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia…”
Luego, sabiendo que hay ya seis millones de parados y que la patronal propone
sueldo de 645,3 euros para los jóvenes, entre otras aberraciones, y
vea si este engranaje del artículo 35 no está más oxidado que una falcata
celtibérica.
Cuando uno llega al Artº 47,
“Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y
adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias…regulando
la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la
especulación”, y aquí sí que se te suelta la risa floja. Y ya si lees el Artº
128, “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual sea su
titularidad está subordinada al interés general”, puedes estar carcajeando
durante una semana. Para qué seguir… Pero lea, lea el improbable lector la
Constitución y se enterará de que es un trasto inoperante en lo referido al
bien común ciudadano.
Por no marear más la perdiz,
mientras este jubilata leía el Título II, De la Corona, se estaba acordando de lo que decía
el ínclito Jean-Jacques: “Un rey, lejos de proveer a la
subsistencia de sus súbditos, saca de ellos la suya, y según Rabelais, un rey
no se contenta con poco”. Nosotros tampoco deberíamos contentarnos con dejarnos
esquilar el vellón de los derechos sociales… pero, para los que mandan, somos
una manada de borregos.
Pues eso.
Y bueno, no era Calígula es que ponía a su caballo en el Senado?? Para no ser menos, nosotros ponemos a unos burros...
ResponderEliminarSaludos!!!
Me ha gustado, por lúcido y no exento de humor.
ResponderEliminarEn efecto, la única forma de vivir como gentes civilizadas es renunciar al provecho particular en aras del bien común; lo otro se llama selva neoliberal. Podemos pensar que "si algo es bueno para todos,tambien lo será para mí".
Ahora ocurre que la Constitución es papel mojado y pervertido para dar prevalencia al pago de la Deuda(ilegítima) sobre las personas.
Esta estafa llamada crisis les sirve para amedrentarnos más, mientras nos adormecemos con las nanas del sacrificio y la austeridad.
Son unos pillos redomados,maestros de la picaresca en el país de los pícaros.....habría que echarlos, pero como?