El Vate Barrantes, en su Oda Heroica a
Castroforte, nos cuenta y canta:
Desde las altas alcándaras, caía
El puñetero rosicler del día.
Eran aquellos tiempos convulsos,
cuando el espíritu romántico de la época llevó a los próceres de la ciudad a
declarar a Castroforte del Baralla cantón independiente frente al ominoso
poder central. Sus promotores, todos hermanos masones - los sedicentes
Caballeros de la Tabla Redonda - terminaron huidos o ante el pelotón de
fusilamiento. Joaquín María Barrantes, el poeta local, murió, no bajo las balas
de la represión, sino de un tiro que le descerrajó su amante despechada. Lo que no fue óbice para que también él pasara
a la Memoria Colectiva de los Oprimidos como héroe libertador y poeta; timbre
de gloria doblemente heroico, por poetizador de la derrota y por su derrota –
en su acepción marinera – poética. (Eso, pizca más o menos, cuenta su cronista
de lo imaginario, don Gonzalo, ferrolano de pro).
Este jubilata, perchado en la
modesta alcándara de su bitácora, ha visto pasar la bullanga navideña y
cultiva, con recogimiento, paciencia y analgésicos, un resfriado de nariz que
atrapó el sábado pasado en lo alto de la sierra, allá por el collado de la Parada del Rey. Nada heroico ni digno de recordación si no fuese porque algo tiene que
contar en su bitácora de pensionista ocioso. Eso y que, al cabo de tanto tiempo
vivido como lleva uno, ha optado, en estas fechas de mazapán, luminarias
callejeras y alegría a plazo fijo, por hincarle el diente a El Criticón, de ese jesuita irritable
que era Baltasar Gracián.
Dicen los que saben de estos
asuntos que El Criticón es una de las mejores novelas del Siglo de
Oro. Claro que no es una novela de caballerías, o de fustigación de ellas, al
estilo de El Quijote, sino fabulación alegórica, didáctica y moral. El lector,
si quiere pasar por sesudo, ha de ir bien apercibido en sus lecturas porque El Criticón es
asunto de variadas y sobrepuestas interpretaciones, donde las aventuras de sus
personajes centrales, Critilo y Andrenio, no transcurren por los asendereados
andurriales del Caballero de la Triste Figura, sino por el duro camino de la
perfección moral. Una especie de Hércules en la encrucijada, entre el Abstine de las pasiones y el Sustine de las virtudes.
Lo cual, francamente, para un
lector hodierno – diría Gracián, o quedaría muy bien dicho por él – es un coñazo
de tamaño king size. Que Andrenio sea
un joven inexperto y amigo de toda novedad y mudanza, mientras que su maestro
Critilo sea un desengañado del mundo, sus pompas y circunstancias, y paciente
desenredador de las asechanzas en las que su discípulo cae a cada paso, es
digestión para estómagos sutiles y mentes espiritadas. Si tú, improbable lector, estás
más por la última entrega de Star Wars, con su saga de jedis Joda, Obi-Wan y demás miembros de la orden
de la espada luminosa, o por jugar al tetrix en tu Smartphone, mientras viajas
en el Metro, haces bien. A quién coños pueden interesarle las disquisiciones
morales de un fraile del S. XVII y sus alegorías, oxímoros, antítesis,
proverbios y su estilo conceptuoso y más barroco que la madre que lo parió.
Claro que si bien se mira, hasta
podría establecerse un paralelismo entre los personajes de la Guerra de las
Galaxias y los de El Criticón. Va a modo de ejemplo: Darth Sidious, el vengativo
emperador de la Galaxia, bien pudiera ser Falimundo, el rey del Engaño (Veo un monstruo…, no corresponde parte a
parte ni dice uno con otro en todo él ¡Qué fieras manos tiene! ¡Qué boca tan de
lobo, donde jamás se vio verdad!). O la princesa Leia Organa con Artemia (Era reina muy celebrada por sus prodigiosos
hechos… Llamáse aquella la sabia y discreta Artemia, muy nombrada en todos los
siglos, por sus muchas y raras maravillas). Y hasta el maestro Joda podría
equipararse con Critilo, quien en este viaje iniciático acompaña y educa al joven
Andrenio, o Luke Skywalker en la saga galáctica: un maestro y otro previenen a
sus discípulos contra el reverso tenebroso de la Fuerza.
Y si de viajes iniciaticos se
tratase, hasta podríamos encontrarle paralelismos con el que realiza don
Quijote, seguido del discreto Sancho, en pos de la cordura, que lleva a la
muerte. Porque descubrirse cuerdo, libre de todo embeleco, no tiene más
finalidad que morirse desnudo de las apariencias que uno encontró a lo largo
del camino. O del burlón Voltaire y su Cándido, a quien el maestro Pangloss
intenta poner freno a su optimismo, que el mozo mantiene, infortunio tras
infortunio. Tout est au mieux, dice el necio del mozo. Il faut
cultiver notre jardín, dice
Pangross : solo cultivar nuestro interior tiene sentido.
Gracián, Cervantes, Voltaire, son
unos puñeteros moralistas, y a este jubilata le han pillado estas navidades con
el pie cambiado. Esta no es forma de empezar un nuevo año, cuando nos corroe la
incertidumbre de no saber si Mariano Rajoy o Arturo Mas, decepcionados de los
avatares y sinsabores de la política, terminarán cultivando su jardín
volteriano o se aferrarán a la poltrona patria.
Haced cuenta – dijo Quirón – que soñáis despiertos ¡Oh, qué bien
pintaba el Bosco! Advertid que los que habían de ser cabezas por su prudencia y
saber, ésos andan por el suelo, despreciados, olvidados y abatidos.
Este Baltasar Gracián es que no daba puntada sin hilo.
¡Lo que no sepan estos frailes...!
¡Lo que no sepan estos frailes...!
Querido amigo, yo dejé un día a alguien El Criticón y me lo devolvió nuevo porque, decía,"es un texto surrealista que no hay quien lo entienda" Es decir que aquél no había llegado ni a adivinar la fabulación didáctica o moral que vd. tan bien señala y de la que yo quedo hoy ayuno, pues estas son las horas en que todavía no me desayuno con Gracián y mucho menos me echo un cuarto a espadas con sus cuitas o sus citas, de las que no uso ni en la intimidad ni en el ágora, por no resultar pedante o loco. Alabo su gusto y le pediré consejo sobre cómo afrontar la lectura de tan insigne compatrota del que decía Nietzsche que "Gracián demuestra en la experiencia de la vida una sabiduria y una perspicacia que hoy no tiene parangón" Póngame a los pies de su señora y Vd reciba un atento y cariñoso saludo de su amigo, Jesús.
ResponderEliminarJope, Chus, me anonada tu discreción y buen decir....
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMuy interesante su comparación con el elenco de la mal llamada Guerra de las Galaxias (es, en realidad, Guerras de la Estrella). Creo que el gusto por el mestre Gracián es prefectamente compatible con el acercamiento galáctico (¡menuda hipérbole!). En cada momento lo suyo, don Juan José. Si buscamos a Graciá, en 2016 no lo vamos a encontrar y los que hemos aprehendido toda su obra necesitamos algo nuevo. Yo ya me he leído y releído "El criticón" y cuatro veces ya está sobradamente bien. Hay que aprovechar el tiempo y, sin duda, ver el episodio 5 de Star Wars lo es. Un abrazo.
ResponderEliminarQue grande macellarius, me ha robado la pole!
ResponderEliminarleer a Gracián es mi asignatura pendiente, un amigo me dice un día...cuando puedas leetelo, y dios no me ha dejado aun...
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