martes, 5 de enero de 2016

Cosas que se leen.-

El Vate Barrantes, en su Oda Heroica a Castroforte, nos cuenta y canta:
Desde las altas alcándaras, caía
El puñetero rosicler del día.

Eran aquellos tiempos convulsos, cuando el espíritu romántico de la época llevó a los próceres de la ciudad a declarar a Castroforte del Baralla cantón independiente frente al ominoso poder central. Sus promotores, todos hermanos masones - los sedicentes Caballeros de la Tabla Redonda - terminaron huidos o ante el pelotón de fusilamiento. Joaquín María Barrantes, el poeta local, murió, no bajo las balas de la represión, sino de un tiro que le descerrajó su amante despechada.  Lo que no fue óbice para que también él pasara a la Memoria Colectiva de los Oprimidos como héroe libertador y poeta; timbre de gloria doblemente heroico, por poetizador de la derrota y por su derrota – en su acepción marinera – poética. (Eso, pizca más o menos, cuenta su cronista de lo imaginario, don Gonzalo, ferrolano de pro).

Este jubilata, perchado en la modesta alcándara de su bitácora, ha visto pasar la bullanga navideña y cultiva, con recogimiento, paciencia y analgésicos, un resfriado de nariz que atrapó el sábado pasado en lo alto de la sierra, allá por el collado de la Parada del Rey. Nada heroico ni digno de recordación si no fuese porque algo tiene que contar en su bitácora de pensionista ocioso. Eso y que, al cabo de tanto tiempo vivido como lleva uno, ha optado, en estas fechas de mazapán, luminarias callejeras y alegría a plazo fijo, por hincarle el diente a El Criticón, de ese jesuita irritable que era Baltasar Gracián.

Dicen los que saben de estos asuntos que El Criticón es una de las mejores novelas del Siglo de Oro. Claro que no es una novela de caballerías, o de fustigación de ellas, al estilo de El Quijote, sino fabulación alegórica, didáctica y moral. El lector, si quiere pasar por sesudo, ha de ir bien apercibido en sus lecturas porque El Criticón es asunto de variadas y sobrepuestas interpretaciones, donde las aventuras de sus personajes centrales, Critilo y Andrenio, no transcurren por los asendereados andurriales del Caballero de la Triste Figura, sino por el duro camino de la perfección moral. Una especie de Hércules en la encrucijada, entre el Abstine de las pasiones y el Sustine de las virtudes.

Lo cual, francamente, para un lector hodierno – diría Gracián, o quedaría muy bien dicho por él – es un coñazo de tamaño king size. Que Andrenio sea un joven inexperto y amigo de toda novedad y mudanza, mientras que su maestro Critilo sea un desengañado del mundo, sus pompas y circunstancias, y paciente desenredador de las asechanzas en las que su discípulo cae a cada paso, es digestión para estómagos sutiles y mentes espiritadas. Si tú, improbable lector, estás más por la última entrega de  Star Wars, con su saga de jedis Joda, Obi-Wan y demás miembros de la orden de la espada luminosa, o por jugar al tetrix en tu Smartphone, mientras viajas en el Metro, haces bien. A quién coños pueden interesarle las disquisiciones morales de un fraile del S. XVII y sus alegorías, oxímoros, antítesis, proverbios y su estilo conceptuoso y más barroco que la madre que lo parió.

Claro que si bien se mira, hasta podría establecerse un paralelismo entre los personajes de la Guerra de las Galaxias y los de El Criticón. Va a modo de ejemplo: Darth Sidious, el vengativo emperador de la Galaxia, bien pudiera ser Falimundo, el rey del Engaño (Veo un monstruo…, no corresponde parte a parte ni dice uno con otro en todo él ¡Qué fieras manos tiene! ¡Qué boca tan de lobo, donde jamás se vio verdad!). O la princesa Leia Organa con Artemia (Era reina muy celebrada por sus prodigiosos hechos… Llamáse aquella la sabia y discreta Artemia, muy nombrada en todos los siglos, por sus muchas y raras maravillas). Y hasta el maestro Joda podría equipararse con Critilo, quien en este viaje iniciático acompaña y educa al joven Andrenio, o Luke Skywalker en la saga galáctica: un maestro y otro previenen a sus discípulos contra el reverso tenebroso de la Fuerza.

Y si de viajes iniciaticos se tratase, hasta podríamos encontrarle paralelismos con el que realiza don Quijote, seguido del discreto Sancho, en pos de la cordura, que lleva a la muerte. Porque descubrirse cuerdo, libre de todo embeleco, no tiene más finalidad que morirse desnudo de las apariencias que uno encontró a lo largo del camino. O del burlón Voltaire y su Cándido, a quien el maestro Pangloss intenta poner freno a su optimismo, que el mozo mantiene, infortunio tras infortunio. Tout est au mieux, dice el necio del mozo. Il faut cultiver notre jardín, dice Pangross : solo cultivar nuestro interior tiene sentido.

Gracián, Cervantes, Voltaire, son unos puñeteros moralistas, y a este jubilata le han pillado estas navidades con el pie cambiado. Esta no es forma de empezar un nuevo año, cuando nos corroe la incertidumbre de no saber si Mariano Rajoy o Arturo Mas, decepcionados de los avatares y sinsabores de la política, terminarán cultivando su jardín volteriano o se aferrarán a la poltrona patria. 

Haced cuenta – dijo Quirón – que soñáis despiertos ¡Oh, qué bien pintaba el Bosco! Advertid que los que habían de ser cabezas por su prudencia y saber, ésos andan por el suelo, despreciados, olvidados y abatidos.

Este Baltasar Gracián es que no daba puntada sin hilo.
¡Lo que no sepan estos frailes...!

6 comentarios:

  1. Querido amigo, yo dejé un día a alguien El Criticón y me lo devolvió nuevo porque, decía,"es un texto surrealista que no hay quien lo entienda" Es decir que aquél no había llegado ni a adivinar la fabulación didáctica o moral que vd. tan bien señala y de la que yo quedo hoy ayuno, pues estas son las horas en que todavía no me desayuno con Gracián y mucho menos me echo un cuarto a espadas con sus cuitas o sus citas, de las que no uso ni en la intimidad ni en el ágora, por no resultar pedante o loco. Alabo su gusto y le pediré consejo sobre cómo afrontar la lectura de tan insigne compatrota del que decía Nietzsche que "Gracián demuestra en la experiencia de la vida una sabiduria y una perspicacia que hoy no tiene parangón" Póngame a los pies de su señora y Vd reciba un atento y cariñoso saludo de su amigo, Jesús.

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  2. Juan Brufate Armenteros8 de enero de 2016, 0:47

    Muy interesante su comparación con el elenco de la mal llamada Guerra de las Galaxias (es, en realidad, Guerras de la Estrella). Creo que el gusto por el mestre Gracián es prefectamente compatible con el acercamiento galáctico (¡menuda hipérbole!). En cada momento lo suyo, don Juan José. Si buscamos a Graciá, en 2016 no lo vamos a encontrar y los que hemos aprehendido toda su obra necesitamos algo nuevo. Yo ya me he leído y releído "El criticón" y cuatro veces ya está sobradamente bien. Hay que aprovechar el tiempo y, sin duda, ver el episodio 5 de Star Wars lo es. Un abrazo.

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  3. Que grande macellarius, me ha robado la pole!

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  4. leer a Gracián es mi asignatura pendiente, un amigo me dice un día...cuando puedas leetelo, y dios no me ha dejado aun...

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