Quizás el improbable lector recuerde aquella frase de J. F. Kennedy: No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta qué puedes hacer tú por tu país. Me ha venido a las mientes en estas semanas previas a las navidades y me he preguntado: ¿Qué puedo hacer yo por salvar la Navidad?, cuestión que tanto preocupa a nuestros políticos locales.
Porque esa es la cuestión que debemos plantearnos todos: ¿Qué vamos a hacer para que estas navidades no sean ruinosas para la hostelería y el comercio en general? ¿Qué sacrificios estamos dispuestos a soportar para que la economía patria no se resienta?
Sacrificios no tan arduos, ya que serán más llevaderos desde la inauguración de
ese inconmensurable “hospital de pandemias” que la sutil señora Ayuso ha
mandado abrir cerca del aeropuerto, por si el Covid19 llega volando de tierras
extrañas. Y también, es justo decirlo, pensando en los madrileños, que la susodicha Ayuso piensa
en todos sus súbditos. Y ello para el caso de que las aglomeraciones, ocasionadas por el patriótico
deseo de que no se hunda el negocio de los sufridos hosteleros y comerciantes,
nos obligue al gregarismo y amontonamiento en calles, terrazas, restaurantes, tiendas
y chiringos donde se venda cualquier cosa que saque del ralentí a la maltrecha
economía nacional. Y, como consecuencia, se nos agarre a las vías respiratorias
el virus patógeno ese. Pero consumir es salvar
España, según nos dicen las autoridades, así que echémonos a la calle, compremos y
gastemos, que mañana ya veremos…
Las aglomeraciones serán inevitables, pero con las preceptivas mascarillas,
eso sí. Siempre. Y guardando la distancia social, claro. Aunque nos tengamos
que apretar un poquito, como cuando el recién pasado Black Friday, que no
cabíamos en los Primark, los Media Markt y los corteingleses de toda la vida. Todo por salvar la Navidad.
Por dar ejemplo, la santa y yo esperamos con impaciencia la paga
extraordinaria para fundirla en el Ahora Más del barrio. Vamos a exprimir la tarjeta de crédito hasta dejarle secas las ubres, participando
alegremente de la pandemia consumista del compra, gasta, desecha, derrocha, consume, y
vuelta a quemar rueda. Y el que venga detrás que arree.
Todo sea porque el IBEX 35 no se resienta. Y quien dice el IBEX 35 (que
nuestra economía de pensionistas no da para tan altos vuelos), dice el bar de debajo de
casa, el restaurante de a 10 € el menú, el ya dicho Ahorra Más, el Mercadona,
el Aldi, el Hiper Usera, el Día y tanto otros de cuyos nombres no quiero acordarme.
Todos, todos ellos ansiosos por que vayamos con nuestra VISA de jubilatas a
dejarles miajas de nuestras pensiones. Así contribuiremos al esfuerzo común
para mantener la felicidad social y el engranaje económico. Dulce et decorum est pro patria mori, por decirlo cultamente.
Y como siempre hay imponderables, pudiera ocurrir que, además del avieso Covid-19
y el esfuerzo consumista agotador, el Niño Jesús – según la viñeta que encabeza
esta entrada – nos salga Niña. Entonces, a lo mejor, nos convendría repensar la navidad.
Pero eso será después de que funcione, por fin, la vacuna.
Resulta que había un granjero que se quejaba de que su vaca solo daba 20 litros de leche diarios.
ResponderEliminarLlegó un inventor y le dijo "tengo una máquina con la que conseguirás 40 litros". Y el granjero la compró.
Así que muy contento fue a ponerle el invento a la vaca y resultó que el invento tenía 8 cachirulos pero la vaca solo tenía 4 pezones.
El granjero conectó los cuatro cachirulos y se puso a ordeñar a la vaca que dio sus 20 litros acostumbrados.
Muy decepcionado se fue a quejar al inventor que le preguntó: "¿enchufaste los 8 pezones a los cachirulos de la ordeñadora?"
Y el granjero: "Pero es que mi vaca solo tiene 4 pezones."
Entonces el problema no es de mi invento sino de tu vaca.
Y ahora a ver quién ve la relación con lo que está sucediendo.
El granjero se tenía que haber comprado una vaca biónica.
EliminarO eso o vacunar a la vaca. 95% de eficacia (también en placebo)
EliminarPista: las vacas chinas deben tener dos ubres
ResponderEliminarYa estábamos esperando tu artículo para la navidad. A mí, tánto anónimo me hace creer que estamos en la edad media, es el único pero que se me ocurre, pero es un pero como un pezón sin perdón.
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