En realidad, nuestra marcha de este sábado debería haber sido por tierras de Ayllón, pero el bus se estropeó cerca de San Agustín de Guadalix y cambiamos la ruta. Por esta población pasa el río Guadalix, que desemboca en el Jarama (junto al circuito del mismo nombre) en el término de S. Sebastián de los Reyes, y decidimos seguir su curso río arriba.
El Guadalix es un pequeño río, apenas 35 kilómetros de recorrido, que nace en la Morcuera, tiene un pequeño embalse cerca de su cabecera ( el de Miraflores), pasa por este municipio y, en Guadalix de la Sierra, se recoge su caudal en el embalse del Vellón o Pedrezuela. Nuestra caminata, en sentido ascendente, ha sido entre San Agustín y el municipio de Pedrezuela.
El Guadalix es un pequeño río, apenas 35 kilómetros de recorrido, que nace en la Morcuera, tiene un pequeño embalse cerca de su cabecera ( el de Miraflores), pasa por este municipio y, en Guadalix de la Sierra, se recoge su caudal en el embalse del Vellón o Pedrezuela. Nuestra caminata, en sentido ascendente, ha sido entre San Agustín y el municipio de Pedrezuela.
Como éste es un año de abundancia hídrica, el Guadalix tenía el aspecto de un auténtico río de montaña, y bajaba torrencial y bravío como nadie podía suponer tras estos años pasados de sequía en los que su cauce estaba seco en algunos tramos. Como muestra queda aquí la foto de la cascada que se conoce como “el Hervidero”, a la que se accede bajando por unos estrechos y empinados escalones de piedra junto al puente.
Aparte su valor paisajístico y la vegetación del entorno, el recorrido es muy interesante porque pueden verse las antiguas obras (finales del S. XIX, principios del XX) que el Canal de Isabel II hizo para el aprovechamiento de sus aguas. Quizás lo más llamativo sea el azud del Mesto, pequeña presa, hecha en piedra caliza labrada, que regulaba las aguas del río y las tomaba para suministrar a la capital a través del canal del Mesto. Es una obra de 1906 actualmente en desuso, tras la construcción del embalse del Vellón aguas arriba.
Aparte su valor paisajístico y la vegetación del entorno, el recorrido es muy interesante porque pueden verse las antiguas obras (finales del S. XIX, principios del XX) que el Canal de Isabel II hizo para el aprovechamiento de sus aguas. Quizás lo más llamativo sea el azud del Mesto, pequeña presa, hecha en piedra caliza labrada, que regulaba las aguas del río y las tomaba para suministrar a la capital a través del canal del Mesto. Es una obra de 1906 actualmente en desuso, tras la construcción del embalse del Vellón aguas arriba.
A lo largo del camino pueden verse los viejos registros, en piedra tallada, de planta semicilíndrica y coronados por un frontón neoclásico. También el edificio donde está el sifón que salva el desnivel entre las dos vertientes, al que algún grafitero ha tenido la ocurrencia de “ilustrar” la fachada con sus pinturas que muestran su falta de sentido estético y respeto del entorno.
Es lo que tiene salir al campo, que no sólo disfrutas de la naturaleza, sino que puedes observar las modificaciones que el hombre ha introducido en ella. Afortunadamente, se mantiene intacta la vegetación del entorno, formada por un bosque de encinas, con abundancia de enebros de la miera y coscoja. Siguiendo la cuenca del río, un bosque de ribera abundante en alisos y chopos. El monte bajo abunda (entre las especies que conozco) en jara, lentisco, tomillo y romero que, curiosamente, estaba en flor.
Dejo unas fotos para ilustrar la paseata y dar envidia a los asfaltícolas sedentarios.
Buena caminata, si me lo permite. Por cierto, señor, usted se parece mucho a don Peter Ustinov en el papel de Hercules Poirot, al que usted seguro que admira.
ResponderEliminarBuena caminata, si me permite la expresión. Usted se parece mucho, señor, a don Peter Ustinov, el intérprete de Hercules Poirot en Egipto, personaje al que, con seguridad, usted, señor, admirará.
ResponderEliminarPues sí que se parece a Peter Ustinov, je, je.
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