viernes, 19 de marzo de 2010

Toca escribir.-

La vida tiene sus servidumbres. La frasecita puede prestarse a equívocos, así que me apresuro a justificarla, no sea que el improbable lector piense que ha tropezado con un depresivo y no quiera seguir más allá. Ya es bastante con las noticias que llueven a diario sobre la situación económica y social que venimos aguantando desde que los jugadores del casino especulativo de las finanzas nos dejaron en la ruina.
Las servidumbres de que hablo son otras, más de andar por casa y en zapatillas. Son esas pequeñas obligaciones que conlleva la vida diaria de un jubilata urbano e informatizado. Una de ellas, alimentar este blog. Como suele ocurrir a diario, lo abro y veo que la última entrada de mi bitácora es del día 14, seis días ya. Esto, a las velocidades que nos movemos, supone casi una antigualla, casi un encefalograma plano para los habituales que entran en ella a ver qué ha dicho esta vez el individuo que la alimenta con sus ocurrencias, sus vivencias o sus salidas de pata de banco.
Total, que alimentar el blog es una servidumbre más y me apresuro a escribir para que nadie piense que uno hace dejación de sus obligaciones. No defraudar al improbable lector es una obligación que me he impuesto desde el momento que abrí este sitio. Lo que ocurre –para ser sincero– es que, a veces, uno da gato por liebre: da cantidad por calidad, en la creencia de que así tendrá contento al personal y lo “fidelizará”, según el barbarismo de moda. También es verdad que uno no escribe por obligación, sino que lo hace por gusto, lo que justifica sobradamente el trabajo que se toma.
Este día de san José, esta fiesta religiosa tan anacrónica en una sociedad laica, tiene todos los barruntos de la primavera y la ciudad presenta el aspecto de una capital de provincias. Creo recordar que antes a éste se le llamaba el día de “la fiesta del trabajo” y era muy celebrado en los tiempos del franquismo. En el Bernabeu, si no recuerdo mal, había una multitudinaria exhibición de coros y danzas de la Sección Femenina y acudían representaciones de toda España. Trajes regionales, tan coloristas, bailes de jotas aragonesas, castellanas, sardanas, sevillanas, muñeiras y todo el muestrario del folclore patrio concentrado. Era el gran día del trabajador, celebrado bajo la mirada paternalista de los jerarcas del régimen. Paternalismo con los trabajadores a condición de que fueran por el recto camino. O sea: sindicato vertical, disciplina laboral y sumisión al poder establecido.
La disidencia, nada del otro mundo en el ambiente laboral que yo me movía siendo jovencito, asomaba en forma de chascarrillo. Al “día del trabajador” lo llamábamos “día del puteo del obrero”, porque al obrero lo tenían todo el año jodido y este día, encima, le hacían bailar. Y el obrero estuvo dale que le das a los coros y danzas regionales hasta que, como decía Umbral, al césar visionario lo matamos de muerte natural.
Pero dejemos esas antiguallas de las que nadie se acuerda y recordemos cosas más interesantes. Por ejemplo, que estamos en el bicentenario del nacimiento de Federico Chopín. Leo en el Nouvel Observateur que en Varsovia se celebra el aniversario por todo lo alto con una interpretación de la obra íntegra del músico durante 24 horas repartidas en doce recitales a cargo de la Universidad Frédéric-Chopin, más infinidad de actos a lo largo del año, incluyendo el afamado concurso del mismo nombre de donde han salido figuras como Pollini, Ashkenazy o Zimerman. Yo, para celebrarlo en plan casero, escucho, mientras escribo esto, las sonatas y fantasías para piano, interpretadas por María João Pires, esa pianista portuguesa que tanto gusta a mi cuñado Berca.
Dicen que, cuando murió Chopin, defenestraron y quemaron su piano. Supongo que fue un acto de romanticismo extremo. El día que yo pliegue el petate seguro que nadie vendrá a prender fuego a mi bitácora. Más bien ésta flotará a la deriva en la galaxia Internet como una cagarruta informática más. No todos podemos aspirar a la gloria...

5 comentarios:

  1. Cometes un pequeño error, Viator. Aunque lógico por lo confusa y cínica que fue la dictadura. El día 19 de marzo era el día de San José, pero el 1º de mayo, en vez de fiesta del trabajador, se denominaba día de San José Obrero. Nombre utilizado para quitar cualquier connotación reivindicativa y dar una patina de catolicismo ultramontano al día. Así de ridículo era ese régimen putrefacto.

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  2. Pues sí, Victor tiene razón. Un patinazo de neuronas ha hecho que confunda la fiesta de san José con aquella del Trabajo (San José Obrero). Se ve que los recuerdos se recuperan de la memoria no por su orden, sino de forma aleatoria. Eso y que no me tomé la molestia de releer lo escrito para corregir errores.
    Mihi indulgeas, amice!

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  3. No será que usted, Sr. Viator, nos está tomando el pelo a todos sus improbables lectores y es un mozalbete que no vivió esa época que tanto echan de menos tantos, por un lado y por otro. Con esto de internet no se sabe, y hay mucha gente que asume personalidades que no son la suya...

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  4. Presbítero Acisclo Azpilicueta21 de marzo de 2010, 17:39

    Algo así me sospecho yo, al igual que lo sospecha el sedicente Juan Valiente,a saber: que todo el blog es un bluff donde se subliman frustraciones narcisistas.
    Por otra parte, no es tan grave. Después de todo el anonimato internaútico hace las veces de consultorio siquiátrico y libera muchas tensiones.
    Por mí puede seguir publicando. Seguiré siendo uno de sus improbables lectores aunque, como célibe por profesión, no me caso con nadie.

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  5. Don J.J.: Como te iba diciendo,Portugal es una exportadora de genios (no Eugenios...) como por ejemplo: La Pires, Pizarro, Cristobal Colon, Figo, CR9. A. Simoes (amigo de D.Alv.Serrano.
    En cuanto a La Pires yo soy un afortunado de ser su fan. Vd. Sr J.J.no sabe que tengo una foto con ELLA y bien enmarcada y oigo su musica con preferencia.- ¡Chupa del frasco Carrasco!

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