viernes, 2 de septiembre de 2016

Ética, estética y política.-



No será un servidor quien insista sobre lo del caso Bárcenas ni saque una letanía de nombres del PP con los sobresueldos que trincaban, o sobre cogían, o como quiera que sea la denominación técnica que convenga al caso. Hiede a alcantarilla sin ventilar. El asunto sobrepasa la capacidad de comentarios de esta modesta bitácora, aparte que insistir en ello aquí sería una redundancia en tono menor que no aportaría nada, así que este jubilata decide ir por libre y fijarse en un aspecto que a nadie parece interesar.

Si le digo al improbable lector que esta calamidad política de sobre cogedores se debe – no lo afirmo, solo lo supongo – a que en la sede de la Gaviota nadie ha leído con provecho a Platón o Aristóteles, seguro que se me descojona entre espasmos de risa.

Pues, mire usted, dándole vueltas al asunto, me ha parecido que no era tanto disparate. Ya sé que un político leyendo La República de Platón o los Libros de Política de Aristóteles, en lugar de tuitear desde el escaño, es una imagen atípica, atópica y anacrónica. El escaño es – según sus detentadores – esa plaza de político de carrera que se adquiere en propiedad y, con todas las sinecuras y prebendas habidas al caso, sirve para aplaudir a los primeros espadas propios, abuchear a los de enfrente, darle al botón del sí o del no según la consigna recibida, y bostezar durante las largas sesiones de debate. Aparte el trinque de la pasta, cuando hay ocasión y merecimientos, que no todos se aferran al trinquete.

Pero, no. La política es algo digno y tiene mucho que vez con la ética, la justicia y con la sabiduría. No tiene más que leerse lo que dice Platón en su Carta VII: “Y me vi obligado a reconocer, en alabanza de la verdadera filosofía, que  de ella depende el obtener una visión perfecta y total de lo que es justo, tanto en el terreno político como en el privado, y que no cesará en sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente  filósofos ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen, por especial favor divino, a ser filósofos en el auténtico sentido de la palabra”.

Ya sé que pretender de los políticos que sean filósofos o amantes desinteresados de la justicia es pedir peras al olmo, pero, al menos, no deberían olvidar lo que afirma Aristóteles. Éste asegura que la política va estrechamente unida a la moral porque el fin último del Estado es la virtud; política es la formación moral de los ciudadanos y del conjunto de los dirigentes necesarios para su ejercicio. La política, como ejercicio moral, es un conjunto de normas que rigen las relaciones sociales porque su objeto es alcanzar la virtud, y la justicia es su mayor exponente. Total, que ser político, justo y virtuoso viene a ser lo mismo. Ahora, vaya usted a Génova, 13 y trate de explicárselo.

Pero, para este jubilata, que ve el asunto como muy complicado de entender por la grey neocon, no se trata de comportamientos éticos, sino de pura cuestión estética. ¿Puede nadie imaginarse nada más antiestético que el trinque de sobres llenos de pasta? Esos señores tan importantes que se ensobran en el bolsillo puñados de pasta gansa, la verdad es que quedan de lo más antiestético y vulgar. Y resulta estéticamente impresentable que, quienes acaparan dineros que no se han ganado limpiamente, sean los mismos que exigen sacrificios a los ciudadanos y les recorten derechos sociales. A este jubilata le parece de lo más necio, tosco y ordinario, aparte otras consideraciones.

Por eso, aunque solo sea por no quedar feos ante los ciudadanos, los políticos deberían entender el ejercicio de la política como una cuestión ética, donde lo que importa no es el medrar, sino el bien común de todos los miembros de la sociedad. Lo mismo que visten trajes caros y van a su trabajo aseados y bien perfumados, deberían andar con los entresijos de la conciencia sin cascarrias. Porque, aunque no se lo crean, la vulgaridad de “todo por la pasta” es algo muy antiestético y ordinario, y la gente de a pie se está dando cuenta.

Como decía aquel personaje: ¡Un poco de por favor!

1 comentario:

  1. Cuidado con lo que dice, que se puede encontrar con querellas desde todos los ángulos...

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