Antes de que
el improbable lector se pregunte qué diablos es eso de la carretera devorando
carne, haga el favor de tener un poco de paciencia y siga leyendo. Este
jubilata habla de oídas, pero no a humo de pajas.
El pasado día
13 de julio, los agentes forestales del parque natural dieron una
charla-coloquio en el salón de actos del ayuntamiento de Rascafría (fuimos
cuatro gatos, también hay de decirlo). Su título, si no recuerdo mal, era Fauna atropellada en el Valles del Lozoya.
Y quién mejor que la guardería forestal para saber cuántas víctimas (animales
no humanos, se entiende) se toma la carretera en estos parajes de la Cuenca del
río Lozoya y Sierra Norte.
Empezaron con
ese empeño en los años noventa del siglo pasado, hasta que, bajo la dirección
de expertos, iniciaron un estudio sistemático de campo. Este estudio se
desarrolló entre 2009 y 2011, basándose en los restos de vertebrados que
aparecían sobre el asfalto de las dos carreteras que atraviesan el Valle, la
M-611 (de Rascafría a la Morcuera) y la M-604 (con arranque en la autovía de
Burgos y hasta el Puerto de Navacerrada).
Para este
muestreo tomaron varios tramos significativos de carretera entre las cotas 1100
y 1400 m. de altitud e hicieron recorridos a pie cada nueve días, anotando las
especies atropelladas, así como el número de individuos. Un poco como la DGT
cuando nos dice los accidentes ocurridos cada fin de semana, pero en plan fauna
periclitada bajo las ruedas de los coches.
Ya le digo al
improbable lector que lo que aquí se dice puede contener errores. Tomar notas
mientras un biólogo te habla de especies animales y da cifras es un poco
complicado, y uno no está seguro de haber anotado con precisión. Algo se le
escapa siempre al escuchante, que ya perdió esa habilidad de cuando tomaba apuntes en
sus tiempos de universitario. Por si acaso, dejo aquí el enlace de su publicación en la revista Munibe, (espero que funcione).
Pero los datos, si no completos, dan una idea
sorprendente de la cantidad de fauna que muere en las carreteras. Para que el
improbable lector se haga una idea de que conducir por una carretera de montaña
no es un entretenimiento inocente, ahí van los siguientes datos:
En los tres
años del estudio se hicieron 934 recorridos a pie, en los que se invirtieron
550 horas. Puestos los resultados en solfa estadística, la cosa quedó así: Hubo
632 atropellos. De ellos: 123 anfibios; reptiles, 160; aves, 191; mamíferos,
80; no identificados, 67. Estos últimos – un poco el no sabe/ no contesta, de
las encuestas – son bichejos tan destrozados por las ruedas de los coches que
solo se apreció un manchón sanguinolento, o un puñado de plumas imposibles de
asociar a una especie determinada de aves.
De los
anfibios, los individuos atropellados pertenecían a pocas especies, la mayoría,
sapos; de las aves, contabilizaron hasta 25 especies. Algo se dijo del ganado
suelto por la carretera, pero no recuerdo si produjeron accidentes y cuántos animales
sufrieron daños; de cualquier forma, no era significativo. Se ve que los
caballos y las vacas miran a ambos lados antes de cruzar, o son tan grandes que
el conductor los ve desde lejos y le da tiempo a frenar. Aparte que llevan un
chip identificativo y si los cogen por ahí sueltos le crujen al amo, por
irresponsable.
Hechos los
cálculos en kilos de carne devorados por la carretera, salían 864 al año.
Esto es, la carretera se comporta como un superpredador. Es el mayor enemigo de
las especies autóctonas de estos bosques.
Para establecer una comparación con
los accidentes automovilísticos, según datos de la Guardia Civil para el
periodo 2007/2011, hubo 19 accidentes y
una víctima no mortal en estas mismas carreteras. Y eso que los fines de semana
hay más domingueros al volante por estos confines que infusorios en una charca.
Algo más
dijeron a modo de queja, que quiero dejar dicho aquí. Y es esa irresponsabilidad burocrática de
la Comunidad Autónoma de Madrid, que a veces ha rociado de herbicidas las
cunetas, con el daño de envenenamiento
para tanto reptil y otra fauna menuda que por allí pulula. O, como aquella vez,
que se dio una alarma leve de procesionaria por estos pinares y no tuvieron
mayor ocurrencia que fumigar desde una avioneta la zona afectada.
Es como si
nuestra sociedad, dada la alarma de corrupción política, y, para remediarlo,
mandase fumigar con Zotal el interior de la sede nacional del Finiquito Diferido y Simulado.
No es para dicho cómo quedarían los caros trajes de los conspicuos personajes que allí manipulan
los destinos patrios; y ellos, qué peste a desinfectante ¿No? Claro que,lo del último párrafo está un poco traído por los pelos, ya que hablábamos de fauna atropellada, no de depredadores.
Aunque –
seamos optimistas, que es consigna de estos tiempos – habría una ventaja con lo del Zotal y los del finiquito: el dinero sucio quedaría blanqueado como
por arte de birlibirloque.
Existe un número más dramático aún que los que usted, don Juan José, expone, y es el de las víctimas invertebradas que la carretera acumula. Y al decir invertebradas estoy hablando únicamente de insectos, ya que moluscos, crustáceos estrellas de mar considero que no pululan por las tierras que usted, con indudable acierto, ha elegido para sus vacaciones.
ResponderEliminarPermítame que le recuerde que existe un método científico de validación estadística de datos que consiste en circular durante un kilómetro con un panel de cristal o metacrilato de 100x100 cm, a 60 km/h y a una altura de 1 metro del suelo (las homologaciones son las homologaciones, y en esto la Unión Europea es estricta). Pues bien, con este sencillo sistema se valúa la cantidad de insectos muertos y se extrapola la cantidad a una media anual.
Don Juan José y demás improbables lectores: el índice se estableció en 2012 (último año del que se ha estadistificado la medición) en 235.556 insectos abatidos por día. De esto los que sólo piensan en Bárcenas (hablemos claro) no dicen nada.
Esta claro que ya hay un argumento mas para reducir los limites de velocidad a 35 km/h en carreteras tan ricas cinegeticamente, una velocidad mas que razonable para que esos pobres invertebrados tenga una oportunidad para reaccionar ante elementos agresivos que circulan por la carretera y convivan en igualdad de condiciones que los humanos. Estamos invadiendo su medio natural. Lo vemos mal en el caso de los indios, o de Cisjordania, pero de esto no sale nunca en los medios.
ResponderEliminarAfortunadamente estudios como los que ambos comentan, me sorprende enormemente, principalmente por desconocido el de Don Fabian, sirven para concienciarnos de la necesidad de proteger el medio natural. Ahora voy entendiendo aun mas el impacto ademas en la subidad de precio de la miel.