jueves, 19 de febrero de 2009

Bloguear a brazo partido

Es tremendo el trabajo que supone eso de navegar por el infinito universo de la blogosfera. No basta con que uno mantenga vivo su propio blog, es que encima tiene que zambullirse en los de la gente que conoce. Y uno no se hacía idea - antes, cuando era joven y no estaba todavía blogueado - de la cantidad de amigos y conocidos que cultivan su blog con el empeño de quien cultiva su huerto o un jardincito en el adosado.
Cada día tienes que darle un repaso a sus escritos, ver qué nuevas entradas han colgado, qué opinan de ésto y aquéllo y, en fin, estar informado. Luego te llaman por teléfono: "¿Has visto el post que he colgado hoy?" Y te examinan. Y si no sabes de qué va, se sienten ofendidos y te sustenpen en amistad.
Además, es fundamental estar al corriente de las doctrinas que imparten los gurús blogiarios y, para demostrar lo seriamente que te tomas el asunto, enlazar con su blog, ponerlo entre tus favoritos y agradecer si alguno de ellos, por casualidad, hace mención del tuyo. Que no suele. Porque tú no eres más que uno de los millares de indocumentados anónimos que flotan en ese universo blogosférico donde sólo unos pocos privilegiados tienen derecho a un nombre.
Después de pasarme una hora leyendo las últimas entradas de los blogs imprescindibles para sentirme miembro de la cofradía de los blogiarios, me he dado cuenta de que tenía abandonado el mío desde el domingo pasado. Por eso escribo un rato, antes de ir a cenar. No quiero que se me acuse de desidia intencionada o de abandono criminal de esta tierna criatura, que no tiene más que un par de meses de vida.
Y ahora sí que me voy a cenar.

1 comentario:

  1. Pues si, totalmente de acuerdo. Y además, cuando te dejan una opinión tienes que corresponder para ser educado y opinar en el blog de alguien que ni conoces ni conoceras y al que, probablemente... ¿le traerás al fresco?
    (Continuará)

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