¿Alguien ha sentido curiosidad por saber cuántas candidaturas se han presentado a estas pasadas elecciones europeas? Como dije en una anterior entrada de mi bitácora, fui a votar; con desánimo, pero fui a votar y tuve la curiosidad de coger una papeleta de cada una de las candidaturas presentadas. Creo que, salvo error u omisión, las cogí todas y tengo encima de la mesa de mi estudio 35 papelas. Unos centenares de ciudadanos y ciudadanas (como solía decir mi homónimo el Juanjo Ibarreche, ese que quería ser europeo desde la “vasqueidad” del Estado Libre Asociado) se han apuntado a listas de improbable elección. Supongo yo que a muchos de ellos les mueve la pretensión de alcanzar el marchamo europeo desde la esencia del terruño y la tribalidad (de “tribu”, y perdonen la palabreja, inventada para la ocasión). Veo un Partit Republicà Català, una Unión Valeriana, cuyos dirigentes, supongo, miran a Europa desde el Mediterráneo y dando la espalda a quienes vivimos tierra adentro. También veo dos partidos asturianos (Unidá Nacionalista Asturiana y Andecha Astur) y no tengo claro si pretenden reconquistar España para Europa desde el españolismo de don Pelayo, o ser directamente europeos a costa de los “fondos mineros”, previa higa a los que viven de León para abajo. También hay un Partido Socialista de Andalucía, donde la universalidad del socialismo se reduce a la condición de andaluz. Y una Extremadura Unida que, supongo (siempre supongo, nunca afirmo), quiere arreglar sus asuntos directamente en Bruselas, sin intermediarios, y un PREPAL de Salamanca-Zamora-León al que quizás mueva el espíritu de revancha del viejo reino al que Castilla cerró toda posibilidad de expansión allá por el medioevo. ¡Mira que pilla lejos! pero hay agravios que nunca se olvidan, ni siquiera para ser europeo.
Pero no sólo hay europeísmos particularistas y provincianos, que también tengo papeletas de formaciones dispuestas a defender las esencias de la españolidad, la catolicidad, la mismidad patria u otra cualquier esencia rancia en el parlamento de Estrasburgo: un Frente Nacional, una Democracia Nacional, una Falange Auténtica, otra Falange Española y de las JONS; todos ellos partidos caralsoles (otro neologismo para la ocasión) que nos afloran ese repelús de puños y pistolas que quisiéramos olvidar de una vez por todas. Y por los aledaños he visto una Alternativa Española, conservadora católica sin colorantes ni conservantes, y un Partido de Familia y Vida para quienes hablar de la homosexualidad o el aborto es mentarles la bicha. Y una sección española del Partido Humanista, cuyos compadres chilenos fueron entusiastas colaboradores del nefasto Pinochet en la algarada de espadones contra Allende.
Para compensar, tengo dos Verdes (Los Verdes-Europa de los pueblos-Verdes, y Los Verdes-Grupo Verde Europeo), que parecen no ponerse de acuerdo en el verdor, pero que marean al ingenuo ecologista que quiere un parlamento europeo verde, pero no sabe qué verdez elegir. Y, por los aledaños ideológicos, tengo una Iniciativa Feminista que, siquiera esta vez, no tendrá ocasión de femenizar Europa. Y un partido Por Un Mundo Más Justo, empeñado en erradicar la pobreza, cosa meritoria y que pronto veamos. También aquí cabría el Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal, de quienes nos gustaría saber que su oposición al maltrato animal también incluye a los bípedos implumes. Respecto a Solidaridad y Autogestión Internacionalistas, que yo creía discípulos del profeta Bakunin, los antitaurinos deberían tenerlos por socios preferentes; así toros, animales y bípedos implumes estaríamos representados por una sola candidatura.
También, encima de mi mesa, hay papeletas de variopintos comunismos. Micro-fragmentos de la vieja Internacional que se hizo añicos junto con el muro de Berlín. Véanse: Partido Comunista de los Pueblos de España, Partido Obrero Socialista Internacionalista, Unificación Comunista de España, Iniciativa Internacionalista – La Solidaridad entre los Pueblos (II), Izquierda Anticapitalista – Revolta Global. Puestos a ser comunistas, mejor sería que pusieran en común sus protagonismos, presentaran una sola candidatura y el resto les votara. Sería un pequeño paso en el intento de repristinar el comunismo, se me ocurre pensar.
Pero no sólo hay extremos políticos en esta variopinta fauna aspirante a una nómina europea, que también tenemos sosegados centristas que contrarrestan el centrifuguismo hispánico: Unión Centrista Liberal, Centro Democrático Liberal y el Centro Democrático y Social, inasequible al desaliento.
Un poco fatigado de intentar desentrañar las particularidades de tanto partido, todavía me quedan Libertas-Ciudadanos de España, al que agradezco que nos trate de ciudadanos y no de adeptos a ningún partido o ideología de manual, aunque su paso por las elecciones no haya dejado de ser más que una nubecilla efímera. Lo mismo que la Coalición por Europa, o el Movimiento Social Republicano, golondrinas que no hacen verano. En cuanto a la Unión Progreso y Democracia, que se abre paso a codazos, me acuerdo de su fundadora y pienso que arrepentidos los quiere Dios.
De Izquierda Unida, ya hace muchos años que se viene diciendo que caben en un taxi, ellos sabrán qué han hecho para merecer ese castigo. Y en cuanto a los dos grandes, PP y PSOE, ya tienen sus propios voceros, como para que yo les dedique una línea.
Contad si son treinta y cinco, y está hecho.
Pero no sólo hay europeísmos particularistas y provincianos, que también tengo papeletas de formaciones dispuestas a defender las esencias de la españolidad, la catolicidad, la mismidad patria u otra cualquier esencia rancia en el parlamento de Estrasburgo: un Frente Nacional, una Democracia Nacional, una Falange Auténtica, otra Falange Española y de las JONS; todos ellos partidos caralsoles (otro neologismo para la ocasión) que nos afloran ese repelús de puños y pistolas que quisiéramos olvidar de una vez por todas. Y por los aledaños he visto una Alternativa Española, conservadora católica sin colorantes ni conservantes, y un Partido de Familia y Vida para quienes hablar de la homosexualidad o el aborto es mentarles la bicha. Y una sección española del Partido Humanista, cuyos compadres chilenos fueron entusiastas colaboradores del nefasto Pinochet en la algarada de espadones contra Allende.
Para compensar, tengo dos Verdes (Los Verdes-Europa de los pueblos-Verdes, y Los Verdes-Grupo Verde Europeo), que parecen no ponerse de acuerdo en el verdor, pero que marean al ingenuo ecologista que quiere un parlamento europeo verde, pero no sabe qué verdez elegir. Y, por los aledaños ideológicos, tengo una Iniciativa Feminista que, siquiera esta vez, no tendrá ocasión de femenizar Europa. Y un partido Por Un Mundo Más Justo, empeñado en erradicar la pobreza, cosa meritoria y que pronto veamos. También aquí cabría el Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal, de quienes nos gustaría saber que su oposición al maltrato animal también incluye a los bípedos implumes. Respecto a Solidaridad y Autogestión Internacionalistas, que yo creía discípulos del profeta Bakunin, los antitaurinos deberían tenerlos por socios preferentes; así toros, animales y bípedos implumes estaríamos representados por una sola candidatura.
También, encima de mi mesa, hay papeletas de variopintos comunismos. Micro-fragmentos de la vieja Internacional que se hizo añicos junto con el muro de Berlín. Véanse: Partido Comunista de los Pueblos de España, Partido Obrero Socialista Internacionalista, Unificación Comunista de España, Iniciativa Internacionalista – La Solidaridad entre los Pueblos (II), Izquierda Anticapitalista – Revolta Global. Puestos a ser comunistas, mejor sería que pusieran en común sus protagonismos, presentaran una sola candidatura y el resto les votara. Sería un pequeño paso en el intento de repristinar el comunismo, se me ocurre pensar.
Pero no sólo hay extremos políticos en esta variopinta fauna aspirante a una nómina europea, que también tenemos sosegados centristas que contrarrestan el centrifuguismo hispánico: Unión Centrista Liberal, Centro Democrático Liberal y el Centro Democrático y Social, inasequible al desaliento.
Un poco fatigado de intentar desentrañar las particularidades de tanto partido, todavía me quedan Libertas-Ciudadanos de España, al que agradezco que nos trate de ciudadanos y no de adeptos a ningún partido o ideología de manual, aunque su paso por las elecciones no haya dejado de ser más que una nubecilla efímera. Lo mismo que la Coalición por Europa, o el Movimiento Social Republicano, golondrinas que no hacen verano. En cuanto a la Unión Progreso y Democracia, que se abre paso a codazos, me acuerdo de su fundadora y pienso que arrepentidos los quiere Dios.
De Izquierda Unida, ya hace muchos años que se viene diciendo que caben en un taxi, ellos sabrán qué han hecho para merecer ese castigo. Y en cuanto a los dos grandes, PP y PSOE, ya tienen sus propios voceros, como para que yo les dedique una línea.
Contad si son treinta y cinco, y está hecho.
Buen trabajo de campo.
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