viernes, 5 de junio de 2009

Votar Europa.-

Como a tantos ciudadanos, a mí también me hastían las torpezas de los partidos políticos en su afán de captar votos. Confieso que, cada vez que en los telediarios aparece el espacio electoral obligatorio, simplemente cambio de cadena. Debates no he visto ni oído ninguno; mi incapacidad para oírlos con paciencia es superior a mi sentido cívico. A pesar de todo, sé que de Europa han hablado poco y mucho de sus rifirrafes domésticos. De cómo sacar adelante la sociedad en plena crisis económica, poco; de si viajan en avión o en AVE, mucho. Y, por lo que yo oigo a la gente de mi alrededor, no parece que eso le importe mucho, por la sencilla razón de que es un más de los gastos abusivos que los políticos se permiten a costa del erario público y de los bolsillos de cada uno de nosotros.
Que pierdan el tiempo enzarzándose en peleas de patio de vecinos, en honor a la verdad, tampoco es privativo de nuestros políticos. Los alemanes discuten el porvenir de Ángela Merkel, los ingleses del provenir de Gordon Brown y del escándalo de las facturas de los diputados, en Italia de la vida privada de Berlusconi y sus amiguitas menoreras, en Suecia del coste de la futura presidencia de la Unión Europea, en Portugal de que comunistas han agredido al cabeza de lista socialista, en Bélgica de malversaciones, …. El que más o el que menos se mira al ombligo, lo que es un consuelo de tontos para los que despotricamos de la inoperancia y la falta de visión europea de nuestros políticos. Sólo que la mayoría de ellos eran ya europeos mientras nosotros vegetábamos a la sombra gris del pequeño Generalísimo.
Para nosotros, por lo menos para los de mi generación, Europa fue una bocanada de aire fresco. Fue como abrir la ventana de un chiscón mal ventilado, oloroso de tabaco de picadura, sudor de sobaco recocido, vino de pitarra y flatulencias de judiones con tocino. Europa fue el paso de ser súbdito de una dictadura cutre bajo palio a ser ciudadano. Saberse ciudadano de una comunidad de naciones donde pasabas a ser su par, su igual, con derechos y obligaciones similares, fue una de las mayores satisfacciones que he descubierto en mi vida y por las que ha merecido seguir viviendo en este país que no parece entender que somos parte de un proyecto común.
El Parlamento europeo, al que vamos a votar, es responsable directo del 60 al 70% de las leyes que adoptará cada uno de los países de la Unión, además de votar los presupuestos anuales. Lo que se decide en Estrasburgo o Bruselas nos afecta directamente. Y seguirá siendo así los próximos años. Por eso, y más razones, yo iré a votar.
Además, quiero que con mi voto se frenen posibles nuevas iniciativas como aquella ultraliberal directiva Bolkenstein, que hacía de los trabajadores carnaza para los tiburones del enriquecimiento sin medida. Y, si es posible, para que no se reelija como presidente de la Comisión a Joao Manuel Barroso, defensor del modelo neoliberal para Europa, antes de la crisis, y apático espectador durante ella, aparte de mamporrero del Trío de las Azores.
Total, que yo si voy a ir a votar el próximo domingo.

4 comentarios:

  1. No le veo muy crítico, don Juan José. Parece que está muy domesticado: tras muchos años en el pozo de la época antidemocrática ahora parece a gusto en el redil de los de la democracia. Todos estos quieren su voto para llevarse unas pesetillas o centimillos. Que les den (pero no los dineros estos)...

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  2. Agustín Castaña6 de junio de 2009, 21:18

    Hay que votar el domingo, porque es la esencia de la democracia. No podemos considerar que todos son iguales, o sí, considérelo, pero vote. La democracia es muy importante y no se puede permitir el lujo de precindir de uno de sus hijos. Vote, D. Antonio, que votar nos da calidad como ciudadanos y la libertad nos la trae la democracia. Es la esencia. Los políticos no son la democracia, pero hay que votarles para ejercer un derecho democrático. No sé si me he explicado bien. Si no vota no tendrá derecho a quejarse después y en las siguientes elecciones no podrá rectificar el voto porque no ha votado ahora.

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  3. Ah, pues tiene Agustín razón: si uno no vota no se puede quejar después. ¿Dónde imparte clases usted, buen hombre?

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  4. Antinomio Perplejo.6 de junio de 2009, 22:26

    Así, así me gusta. Un debate con altura intelectual. Pero ¿Han pensado Vds. en la cantidad de miles y miles de papeletas que se imprimen para la ocasión? Una tala de bosques cada vez que abren las urnas. Mucha conciencia política y poca conciencia ecológica... Lo que no va en lágrimas se va en suspiros ¿No sería mejor que cada cual se imprimiera su propia papeleta?

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