jueves, 25 de febrero de 2010

De disidencias y recuerdos de un viaje a Cuba.-

Al saber de la muerte en prisión, tras una larga huelga de hambre, del disidente cubano Orlando Zapata, me ha venido a la memoria el viaje que hicimos Teresa y yo, en febrero de 1999, a Cuba. Cada vez que surgen cuestiones sobre aquella hermosa isla, siempre me vienen emociones encontradas. Creo que es el único país de todos los que conozco al que fui movido por intereses que poco tienen que ver con la curiosidad turística.
Que a un disidente político – “preso de conciencia”, quería él que le consideraran – le dejen morir de hambre dice mucho de la obcecación y la ceguera de un régimen político como el cubano. Y a los que, desde jóvenes, hemos admirado la revolución cubana, nos deja un poso de desánimo y rabia por tanto ideal malogrado.
En aquel viaje la gente iba a Varadero a tostarse al sol y comer a dos carrillos y a disfrutar siendo servidos por dóciles cubanitos; nosotros íbamos a conocer el país y sus gentes. Gastamos zapatilla en callejear por La Habana y por Santiago, contactamos con personas que nos enseñaron cómo se vivía y sobrevivían y qué pensaban, y volvimos a Madrid convencidos de que nuestro propósito había merecido la pena.
La Habana, bella, con sus parques y sus calles trazadas a cordel, y ruinosa, con sus hermosas casas coloniales carcomidas, me produjo la sensación de una vieja dama a la que la pobreza y el abandono habían ajado sin misericordia. Allí conocimos a Boris, un universitario que nos adoptó – en su provecho, hay que decirlo - durante un par de días y que nos hizo conocer aquellos lugares donde vive la gente que no vive del turismo; donde los niños jugaban al béisbol en la calle con un palo y una pelota, y donde la gente deambulaba sin otro objeto que sobrevivir. Boris era crítico con el régimen, un hermano suyo había muerto intentando llegar al paraíso USA. Nos llevó a su casa: una salita de unos 8 metros cuadrados, llena de santos de una religiosidad ambigua, con un habitáculo encima (“barbacoas” llamaban a esos cubículos) que servía de dormitorio común. Allí vivía él con la madre, dos hermanas con 3 niños y un hermano pequeño en edad militar. Nos llevó a visitar alguna iglesia y nos ilustró sobre el sincretismo religioso entre el animismo caribeño-africano y el catolicismo. Nos sacó 50 $ por una caja de puros que su madre iba “distrayendo” de la tabaquera donde trabajaba, y nos abandonó una vez exprimidos. Nunca se lo reproché. La vida tiene sus exigencias…
Lázaro también era crítico con el sistema. Era un hombre culto, inteligente y amargado. Había trabajado en el Instituto del Historiador y no olvidaré cómo nos enseñó la Habana Vieja (la plaza de Armas, la catedral, la plaza Vieja…) y nos dio una lección magistral de historia mientras iba desgranando sus reflexiones políticas y sociales con un regusto de amargura. También supe que los cubanos, como cada quisque, tienen prejuicios. Copio las notas que tomé entonces: “Una cosa me ha llamado la atención: tiene prejuicios muy arraigados referentes a la “gente de Oriente” – la zona oriental de la isla – y al color de la piel. Según él el negro desprecia su propio color, y el blanco no quiere oscurecer la suya con mezclas. Según el sentir habanero, los santiagueños son los servidores del régimen: ellos alimentan las filas de la policía y el ejército; emigran de su tierra copando puestos de trabajo y vivienda en La Habana; trabajan en puestos para los que no están capacitados y son más dóciles que los de la ciudad”.
Comer en aquel “paladar” en Santiago de Cuba, junto a la Casa de la Trova, era una fiesta de colorido y bullicio. Un espacio abierto a la calle con grandes ventanales, con seis mesas a cuyos manteles se les da la vuelta cuando se cambiaba de comensal. Menú obligado, pollo con arroz, pan no, y cerveza cubana sin tasa. Cubanos y guiris en santo amor y compañía, prostitutas acodadas en la barra a la espera del turista y cuatro músicos (el grupo Casual, del que aún conservo una cinta de casete) con los que hermanamos y pasamos horas y horas de conversación entre cervezas y canciones.
Y Rafael, el jefe de seguridad de nuestro hotel en Santiago. Karateca, antiguo escolta de Fidel. Una noche nos llevó a un paladar a comer langosta y pescado (invitábamos nosotros) y el hombre nos preguntaba ¿Cuánto ganan ustedes? ¿Cuánto cuesta una casa, unas deportivas…? ¿Cuánto.., cuánto...?
Le costaba asimilar que, en nuestra sociedad, corriese tanto dinero.
En mis notas de aquel viaje asoman más personajes: el galleguito Pedro Pablo, que regentaba la Casa del Agua de La Habana y nos daba abrazos y botellas de agua fresquita; el antiguo catedrático de Pedagogía Histórica y actual vendedor de libros en la plaza de Armas, que nos hablaba de la “amistad soviética” que no hizo – en su opinión – sino subvencionar al pueblo cubano y mantenerlo gratuitamente hasta convertirlo en un pueblo de parásitos. Y nunca olvidaré al aduanero corrupto y de sonrisa abyecta que, para poder tomar el avión de regreso, nos sacó 20 $ por la visa, supuestamente extraviada, de Teresa.
Y, como me dio tanta rabia el incidente, estas son las últimas notas de aquel viaje: “¡¡Que Dios confunda a los funcionarios infieles a su deber, y que les den por el culo!!”
Yo, la verdad, volvería…

17 comentarios:

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  2. A los que nos gustaba correr delante de los grises, ¿cree que nos gustaría correr también delante de las fuerzas de los Castro... o eso tendría menos gracia? El señor Zapata murió de huelga de hambre; pero parece que se olvida de las palizas que le dieron y de las torturas a las que le sometieron. Quizá esto oscurece un poco su relato y amarga un poco su admiración por la revolución cubana. ¿Dónde estábamos mientras ese dictador criminal reprimía a los disidentes con fusilamientos y torturas? Pues corriendo delante de los grises, por supuesto.

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  3. Respuesta a Antoni:
    Represión por represión, dictadura por dictadura,no quiero ninguna. Una dictadura de izquierdas no justifica otra de derechas. Y nosotros salimos de aquella por inanición del dictador, no por heroismo.
    Y el temor a la denuncia de los "sociales" en la universidad, y correr delante de los grises no era divertido... Espero que quede claro.

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  4. Por pura torpeza he borrado el comentario de Mercedesr.En mi descargo no puedo decir sino que soy de la generación de la máquina de escribir y, a veces, este invento me supera.
    Le pido perdón y me gustaría que volviera a colgarlo, si quiere tomarse esa molestia.

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  5. Pero, hombre, D. Juanjosé, ¿en qué andaba usted pensando para sentir admiración por la revolución cubana? De Málaga a Malagón. ¿Qué le decían allí, que vivían mejor ahora que antes? Es como si le viene a usted un turista y le dice que se admira de lo bien que se vivía en España en los 60... No me diga que todavía lleva usted una camiseta con la imagen del Che (supongo que admirado también).

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  6. Hola Juan Jose:
    Me gusta mucho el relato"fotografico social"que realizas de Cuba ;es interesante reflejar con objetividad la realidad de Cuba dada la exagerada e irreal mitificación al respeto.La mejor forma de llegar a una objetiva conclusión es "adentrarse "en el meollo de su realidad.
    Ha sido un placer visitar tu Blog ,gusta.
    Apertas agarimosas

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  7. Yo recuerdo los paseos por el malecón en cada uno de mis viajes... La semana entera que pasé comiendo solo huevos en el Nacional porque no había nada más en la isla y llegué a caracas con el higado como para hacer foie... REcuerdo las largas conversaciones con mis amigos/as del ICAIC, de San Antonio... Gente que le dio la vida a la revolución, algunos con una trayectoria que les habría hecho personas muy acomodadas fuera de Cuba. Recuerdo el desanimo de un amigo estupendo camarógrafo que había perdido el tren de ser un director de fotografía porque nunca eludió cuando le llamaron para ir a Angola o cualquier otro territorio de la "internacionalización"... Recuerdo viajar siempre con sobrepeso por llevarme bolígrafos, papel, libretas, jabones o crema de afeitar cosa que recibían con más entusiasmo que si hubieraviajado con una maleta llena de dinero. Recuerdo las largas tertulias, las franquezas, las bromas, los mojitos... Y justo ese día en que entendí que no quedaba más que un lejano sueño, de lo que quisimos ver como revolución...
    Mi rabia no es de ahora... Hace 15 años cuando por no tener carnet del partido y no quererlo a pesar de sus circunstancias a una estupenda escritora le negaron un coche a pesar de haber perdido una pierna por el cáncer... Cuando la veía haciendo esfuezos en su bicicleta, con su orgullo intacto... Cuando mis amigos se burlaban con saña de ese/a vecino/a que servía de espia al régimen... Cuando un director de fotografía reconocido internacionalmente tuvo por fin que huir de la isla de sus amores harto de la persecusión de un funcionario tipico...
    Yo volvería... Pero ciertamente ahora digo sin complejos que prefiero volver a una Cuba sin los castro y sin partido único. Y sin Orlandos Zapatas dejados morir a mengua, solo por permitirse alzar la voz...

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  8. Uno es "el dictador" y el otro es "Fidel"; En un caso es "la dictadura" y en el otro, "el régimen"...

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  9. Presbítero Acisclo Azpilicueta.27 de febrero de 2010, 22:09

    “Pero, hombre, Sr. Aguirre ¿cómo se le ocurre confesar pecados de juventud? ¿No ve que se le solivianta el personal? Si quiere ser popular entre sus “improbables lectores”, como Vd. acostumbra a decir, olvídese de viejos ideales frustrados, olvídese de viejas ideologías obsoletas y déjese llevar por la opinión más reciente. Vea la tele, lea los periódicos, escuche el rumor de la calle y forje sus opiniones en función de lo que otros hayan pensado por usted.
    Aunque me temo que usted es de aquellos testarudos chapados a la antigua de los que se puede decir: “El caballero y principal, siempre ha de acertalla, y si la acierta mal, mantenella pero no enmendalla”.

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  11. A ver, anónimo, que no te entiendo muy bien... a lo mejor es que vas muy dePrisa para mí, que debo de estar en la retaguardia. ¿Me quieres explicar qué es lo progresista y lo incorformista ahora respecto a Cuba? ¿Estar del lado de este par de jóvenes dictadores? Me niego a considerar que seas tú quien mida la inteligencia y la cultura de los visitantes del blog. Hombre, por favor...
    P.D. No sé por que me he picado así, si a fin de cuentas yo soy Antoni y no conozco de nada al autor de este blog. Qué cosas...

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  12. Hew visto tu reportaje y pareceis dos cubanos y de los principales (y tú, juanjo, de primera línea)

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  13. Monaguillo Principal Felipe Cantares Moreno28 de febrero de 2010, 23:12

    Haya paz, señores, haya paz y sosiego, que nadie ha pretendido ofender a nadie. El tema es candente y el autor del blog sabe como subir la audiencia. No me extrañaría que en un próximo post ensalce los tejos cubanos para, de nuevo, desatar las bajas pasiones de algunos blogeros principiantes. Repito, paz y no se dejen manejar.

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  14. Este sujeto, presbítero, es de esos seres de mala baba dedicados a intentar desprestigiar a los demás de forma anónima. Pienso que con leer esta definición, el sujeto se desprestigia a sí mismo. No hacen falta más palabras. ¿Qué tendrá dentro para dedicarse a esa misión? ¿Bilis?
    Rosa

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  15. Entro a mediar entre las voces altisonantes, don Juan José. No se enfade, Sra. Rosa, que conozco a Antoni y es buen muchacho. Le habrán sentado mal las últimas declaraciones de Willy Toledo...

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  16. No necesito ayudas de nadie. Mis respetos para el autor del blog, y nada, próxima parada, los amigos de Venezuela...

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