martes, 30 de junio de 2009

Sólo son cuentos.- Cosas de amores, 4.

Fugaz.-
- Te amaría, pero tengo prisa – le dijo. Y, antes de huir con la recaudación, el ladrón besó a la cajera.

viernes, 26 de junio de 2009

¿Quién sabe de cuentas?

No me refiero a si sabemos las cuatro reglas que nos enseñaban en la escuela. Con conocimientos aritméticos básicos y una calculadora, cualquiera es capaz de echar números cuando se trata de saber cómo le va la economía doméstica. Pero no me refiero a eso. Me refiero a algo más complejo, como oculto en una nebulosa de difícil alcance, pero de interés común.
¿Cuáles son las cuentas que nos presentan nuestros políticos? Desde el alcalde de un pueblo con mínimos recursos hasta nuestros eurodiputados, pasando por los autonómicos y estatales. ¿En qué se gastan los dineros?
En Inglaterra saltó el escándalo cuando The Daily Telegraph puso en evidencia, ante los asombrados ojos de los ciudadanos ingleses, en qué se gastaban los dineros del contribuyente sus honorables representantes parlamentarios. Ahí va una pequeña lista: los Laboristas, teles de pantalla plana, pelis X, comida para perros; los Conservadores, reparación de pistas de tenis, limpieza de zanjas, cortes de césped… Para muestra, valen estos botones. Todo ello bajo el genérico epígrafe de allowance (subvenciones). Según leo, los miembros de la Cámara de los Comunes disponen de un salario mensual de 6.000 euros, más una prima de 26.700 euros anuales para pagar los gastos de alojamiento. Poco, según dicen, para sobrevivir en una ciudad tan cara como es Londres.
El escándalo no está en disponer de estas asignaciones, sino de que los honorables diputados, con cargo a este capítulo, han justificado gastos que nada tenían que ver. El escándalo, para el ciudadano medio, está en la opacidad con que se efectúan las justificaciones de gastos absurdos, en el rechazo obstinado de toda regulación exterior. Al ciudadano le niegan el derecho a saber en qué se gastan su dinero y, claro, se cabrea. Resultado: cinco ministros han dimitido, unos 60 diputados no volverán a presentarse a la reelección. Pero eso ocurre en Inglaterra.
En Francia, el diputado René Dosière está empeñado en saber cuánto gastan los políticos y en qué. Gracias a su empeño, algo se sabe. Leyendo Le Nouvel Observateur, uno se encuentra perlas como ésta: don Nico Sarkozy, a comienzos de 2008 decidió subirse el sueldo un 172% para equipararlo al del Primer Ministro, François Fillon, o sea, 22.249 euros brutos mensuales. Y eso que éste, el señor Fillon, dijo en 2007 “Estoy a la cabeza de un Estado en situación de quiebra”. Pues menos mal, porque en su gabinete hay 62 asesores; dispone de 23 vehículos, de los cuales 6 son para su uso personal; más 61 personas para su servicio de intendencia.
¿Y en el Parlamento Europeo? Los 736 eurodiputados disponen de un estipendio de 7.600 euros brutos mensuales. No demasiado, habida cuenta lo caras que salen Bruselas o Estrasburgo. Pero no todo son angustias económicas para los eurodiputados. De acuerdo con su nuevo estatuto, las jubilaciones serán del 100%, con cargo al presupuesto europeo. Sus desplazamientos se pagan según el valor del billete en clase turística, a lo que no hay nada que objetar. La cosa empieza a oler cuando uno se entera que eurodiputados (no sé si muchos o pocos) se desplazan en compañías low-cost, quedándose con la diferencia entre el valor de un billete convencional y el de bajo costo (hasta 1000 euros en viaje Bruselas-Roma). Además, disponen de 17.500 euros mensuales para contratar su personal auxiliar y de secretaría. Hay algunos eurodiputados rácanos que contratan becarios mal pagados y se quedan con la diferencia; otros colocan a la familia. Pero no todo va a ser un patio de Monipodio. Para que haya transparencia, la Presidencia Europea ha encargado al diputado Gérard Onesta una investigación que ponga luz en estas penumbras por donde se escamotean nuestros euros. Y dice Onesta: “si escribiera todo lo que sé hubiese hecho saltar cuatro veces el Parlamento”.
Pero parece ser que no todos los gastos habrá que justificarlos, tales como los “gastos generales”: 4000 euros mensuales para gastos administrativos (teléfonos, ordenadores, correspondencia…). Y otro pequeño negociete más para estirar el sueldo: los “honorarios por asistencia al consejo”, 298 euros diarios para gastos de hotel, restaurante y taxi cada día de asistencia. Listillos no sólo los tenemos en Celtiberia, también abundan en Bruselas y Estrasburgo, donde eurodiputados hay que llegan, firman la asistencia al consejo, se embolsan la propina y se van a sus quehaceres particulares. Como dice un vecino mío bastante rata: ¡Un euro…, al bolsillo!
Y se me dirá ¿qué coños nos importa a nosotros lo que gasten los políticos franceses o ingleses, incluso los eurodiputados? Pues, hombre, me hago cargo. Pero es que en las plurales Españas Autonómicas –que yo sepa, pero puedo estar mal informado–, nadie nos cuenta nada de todo esto. ¿Hay algún parlamentario que haya decidido recabar información respecto a los gastos de los cargos políticos? A mi me gustaría saber cuántos coches oficiales tiene a su disposición don Pepiño Blanco, y si le pagamos residencia oficial y de cuántos metros cuadrados, y en qué barrio madrileño; y cuántos asesores, y chóferes, y guardias de seguridad (¡Ah! eso no, que es información sensible); y si el personal doméstico se lo pagamos nosotros; y cuántos gastos de representación, y algunas cosas más. Y no es porque sea él en concreto, que no tengo ningún interés personal en ese señor. Pero ya puestos, agradecería una lista que incluyera todos los ministros con un desglose de gastos, como la que se ha publicado en Le Nouvel Observateur de esta semana (mi fuente de información).
Aunque sea por puro masoquismo, me gustaría saber por qué agujeros se escapan los dineros públicos. ¿Los periódicos de tirada nacional se meten en este tipo de averiguaciones? ¿Habrá alguna cadena de televisión que se meta en los entresijos económicos de los políticos, tipo “Callejeros”? Francamente, en época de crisis, de parados sin horizontes, de mileuristas multimasterizados y precarios, alguien debería tomarse en serio eso de la transparencia en los gastos públicos. Lo agradeceríamos tanto…
¿Puede extrañarse nadie de que la gente se quede en casa el día de elecciones? Que conste que un servidor sí votó en las europeas; desmoralizado, pero votó. Por eso lee y quiere saber.
Porque eso sí, leer ilustra mucho, aunque cabree.

Dice el texto que acompaña a la foto:
“Paracaídas dorado” 420.319 euros.
Es el total de las indemnizaciones por “mudanza y desplazamiento” a las que tendría derecho Jacques Barrot (foto) si dejase en octubre próximo la Comisión Europea.
Este “paracaídas dorado” propuesto para todos los comisarios (464.033 euros para el presidente Barroso) tiene por objeto “garantizarles el mismo tren de vida durante tres años al final de su mandato”, explica Pierre Du Cray, miembro de la asociación Salvaguarda de Jubilaciones y autor de un estudio sobre “las jubilaciones de millonario de los altos funcionarios europeos”.
Además, Jeacques Barrot, 72 años, podrá disponer de una pensión vitalicia de 4.728 euros mensuales sin haber cotizado.
Thomas Loubière.

miércoles, 24 de junio de 2009

Sólo son cuentos.- Semblanzas, 4

Vereda tropical.-
Vinicio Sosa era uno de tantos. Vivía en el barrio de la Concepción y trabajaba en Cuatro Caminos. Todos los días, a las siete y veinte de la mañana, cogía el metro en Pueblo Nuevo e iba a Avenida de América. Allí, recorría los pasillos buscando el enlace con la Línea 6 y, cada mañana, puntualmente, en el cruce de túneles, oía cantar a aquel músico callejero la melodía de "la vereda tropical".
Vinicio echaba una moneda de veinte céntimos sobre la funda de la guitarra y se alejaba tarareando la canción. Y cada día, durante los breves minutos que tardaba en recorrer el túnel, recordaba aquel viaje al Caribe; único lujo de asalariado mediocre que se había permitido. Allí, en Santiago de Cuba, una jinetera mulata le fingió pasión caribeña; fue una semana de amor por un precio razonable. Comían en un paladar próximo al parque Céspedes. En el paladar, el cuarteto Causal, arrimado a una pared que añoraba pasadas blancuras, interpretaba canciones a petición de los presentes.
Lucinda, la jinetera mulata, era moza de un sentimentalismo recurrente. Siempre que comían en aquel lugar de Santiago de Cuba, pedía a los músicos que interpretasen la Vereda tropical y se arrimaba a Vinicio, muslo contra muslo, y éste sentía el torrente de aquella sangre abrasadora. Era lo más parecido a la pasión amorosa que nadie le había dado.
Por eso, cuando en el metro oía al músico callejero, los túneles de Avenida de América, con sus fluyentes masas de gente apresurada, adquirían el calor del Caribe. Entonces, Vinicio cantaba bajito: y me juró querernos más y más aquellas noches junto al mar... Y de los carteles anunciadores salían airosas palmeras que se mecían al son de la brisa, y negras bembonas que meneaban acompasadamente sus enormes culos, y muchachitas con piel de caramelo que le regalaban sonrisas prometedoras. Diariamente, Vinicio soñaba su ración de ilusiones mañaneras por el módico precio de una moneda dorada.
Un día, el músico ya no estaba en el sitio habitual. Ni en los días sucesivos. En su lugar había un acordeonista que tocaba valses, pero ya no era lo mismo. Ya no nacieron palmerales en los andenes, ni las muchachas tenían la piel de oro tostado, y la gente se empujaba con malos modos para entrar en los vagones.
Desde entonces, Vinicio compraba el periódico y se enfrascaba en las noticias económicas. Las cotizaciones subían o bajaban según la fluctuación de los mercados, pero el pulso de sus ilusiones marcaba un cardiograma plano.

domingo, 21 de junio de 2009

Las repúblicas independientes.-

Frente a mi casa, en un semisótano con las mínimas condiciones de habitabilidad, viven los que supongo son emigrantes caribeños: dos mujeres, un hombre, un perro y una vespino. Las mujeres son gordas con esa gordura amorfa tan frecuente, arrabaleras y chillonas; a veces las ves andando por el jardincillo en bragas, luciendo la rotundidad de sus abundantes adiposidades, pero siempre hablando a gritos. Al hombre no se le oye apenas –lo que agradecemos mucho–, pero, cuando se sienta a tomar la fresca, llena el espacio con su oronda humanidad en chanclas y su camiseta de tirantes. El perro ladra con la misma energía que chillan sus amas, y cuando se escapa, ellas salen corriendo detrás alborotando toda la calle con gritos y ladridos. La vespino es el único habitante de esa república caribeña que no molesta. Cuando no está fuera, se queda pegada a la pared sin dar un ruido.
Todos conocemos ese anuncio de Ikea que habla de “la república independiente de tu casa” (o algo parecido). Y de eso es de lo que se trata, de que mucha gente del barrio y de la ciudad donde sufro una convivencia mal entendida, se cree viviendo en una república con felpudo independiente, ajena a todos quienes les rodean. Fronteras adentro hacen lo que les da la real gana y les importa un carajo si molestan a las “repúblicas” vecinas. Desprecian las normas de civismo o educación ciudadana que, a lo que se ve, son términos vacíos de sentido y gilipolleces a las que no hay que hacer caso. Como, además, la Educación para la Ciudadanía es cosa nefanda y que ataca los principios morales de nuestra sociedad –según parecer de la jerarquía católica y los partidos de orden– a las “repúblicas independientes de tu casa” les espera una larga y dichosa existencia antisocial.
En estas cosas andaba yo pensando esta noche cuando me despertó, a las tres de la madrugada y con las ventanas abiertas por el calor, una de las ciudadanas de la “república caribeña” de enfrente que se pasó veinte minutos en la puerta del sotanillo hablando a gritos por teléfono. A esas horas, la calle estaba totalmente en silencio y ni un coche pasaba por los alrededores. Pero ella gritaba y disparaba frases sin respiro, como una ametralladora verbal. Tales berridos pegaba con el móvil a la ojera que parecía como si pretendiera que su interlocutor la oyese sin necesidad de conexión telefónica.
En tales casos intentar dormir es inútil, más teniendo un sueño tan ligero como es el mío, así que me fui a mi estudio a leer un rato. Está del otro lado de la calle y allí no llegaban los berridos de la ciudadana chillona. Pero resulta que, desde una calle próxima, empezaron a llegar los ruidos de una de esas músicas raperas de ritmo machacón y las voces de varios individuos que habían montado su juerga personal aprovechando la buena temperatura nocturna. Otra “república independiente de tu casa” a la que le tenía sin cuidado el descanso de quienes están más allá de sus fronteras.
Me gustaría aquí hablar de convivencia ciudadana, de respecto a las normas cívicas más elementales, pero para qué… Si las propias autoridades municipales mantienen la ciudad en un estado de insoportable vivencia con sus eternas obras públicas; si la ciudad no es un espacio de convivencia sino de agresiones acústicas, atascos, contaminación medioambiental; si sus habitantes viven (vivimos) sometidos a todo tipo de inestabilidades (subempleo, amenaza de paro, hipotecas, sueldo bajos…) y de presiones sicológicas (guerras, matanzas, hambrunas, epidemias…) que los media se encargan de fomentar para mantener alta la audiencia; si nos percibimos como una sociedad abúlica, insolidaria y desorientada…
En fin. Esta mañana me he dado una ducha de agua fría. Con el desayuno me he tomado una aspirina, un café bien fuerte y un cigarrillo. Pequeñas adicciones que me ayudan a sobrevivir entre repúblicas independientes, individualistas, egoístas, a la espera de que en este barrio, en esta ciudad, un deus ex machina insufle un poco de sentido del civismo, ya que la educación para la ciudadanía, tal a lo que ha quedado reducida, promete dar frutos muy menguados.
Si yo fuera jubilata con posibles, para rato aguantaba estas ruidosas nochecitas madrileñas…

jueves, 18 de junio de 2009

Vencejos.-

Llevaba tiempo pensándome si escribir algo sobre estos voladores chillones y atolondrados. Por eso, a imitación de los escritores de altura, quería antes que nada encontrar un titulo “attirant”, como diría mi admirado Jean Jacques Rousseau Pérez, cuya bew http://www.moncoeurvolage.blogspot.fr/ sigo habitualmente. Quizás algún día – permítaseme el inciso – hable por extenso de JJRP, quien se define a sí mismo como “Un être frôlant-frontalier”; un ser fronterizo matizado por la ambigüedad de su doble y contradictorio apellido: el filosófico y racionalista Rousseau, por un lado, y el mesetario y anónimo Pérez por otro. Una duplicidad incongruente, que él define, como buen cartesiano, como “de hombre ilustrado con boina campesina”, de la que se deriva una percepción acrimonia de la sociedad que le tiene socialmente desubicado.
En fin, como puede verse, el asunto es un pelín complicado y de demasiados vuelos como para ser desentrañado en la bitácora de un jubilata de barrio como la que tienes en tu pantalla en estos momentos, impaciente internauta, que has llegado hasta esta frase y estás a punto de emprender el vuelo en busca de horizontes menos abstrusos. Pero antes de que un clic impaciente sobre el mouse borre todo rastro de esta bitácora, escucha estos cortos versos de Jean Jacques, cargados de perplejidad existencial, que he traducido al castellano para una publicación improbable:
Vuela, vuela, bate tus alas
Sobre el mar inmenso. Que el leve
Espíritu de la inconstancia te lleve
Al cosmos sin retorno.
Ve, vuela, vuela enhoramala…
Bueeeno…, superado sin traumas este sarpullido de fin esprit, volvamos a nuestros vuelos. Porque de vuelos estábamos hablando o, al menos, es de lo que se trataba. Ya digo que quería un título atractivo que llamase la atención del internauta, lector fugaz por naturaleza, pero se me ha cruzado el recuerdo de JJRP y se me ha ido el santo al cielo. Así que no le damos más vueltas al título y lo dejamos en ese sustantivo masculino plural:
Vencejos, punto y guión.
Lo primero que tengo que decir de estas aves es que de “atolondrados”, nada. Lo he afirmado antes y ahora me retracto. Porque esa es la primera impresión que produce en un espectador somnoliento que se asoma a la ventana de la cocina a las siete de la mañana, con las legañas del sueño aún sin enjabonar, y que ve cómo una bandada de vencejos, con sus estridentes píos, parece abalanzarse sobre los geranios de la ventana.
Los vencejos aparecieron hace varias semanas, cuando empezó a apretar el calor. Antes de que alborotaran nuestras madrugadas con sus vuelos desenfrenados y sus píos estridentes, las únicas aves que se acercaban a nuestra ventana eran los gorriones, para los que he improvisado un comedero. Algo así como un comedor de beneficencia que monté el invierno pasado, cuando las nevadas. Pero ya hablé de ellos hace meses y hasta colgué una foto. También es verdad que últimamente aparece, de vez en cuando, alguna urraca y de cuatro picotazos acaba con las reservas del comedero de beneficencia. Pero de esas no quiero hablar.
Los vencejos de mi calle tienen sus costumbres. Llegan de madrugada, desaparecen con los calores del medio día y regresan a la caída de la tarde. Se pasan horas dando vueltas en el espacio entre los patios abiertos a la calle que los atraviesa. Pero su vuelo es anárquico. No siguen una trayectoria elíptica uniforme previsible, ni coordinan sus órbitas, sino que cada cual va a su aire. Se entrecruzan en el aire, cambian bruscamente el sentido del vuelo, chillan como demonios y parece que van a chocar entre ellos o estrellarse contra la pared. Algunas veces tienen el extraño capricho de lanzarse contra la ventana de la cocina, golpean el tubo de la salida de humos y retroceden a una velocidad vertiginosa. Es un juego al que no logro encontrarle ningún sentido.
Sé que los vencejos son aves migratorias apodiformes, de la familia de los apódidos, cuyo nombre científico es Apus apus, especialmente adaptadas al vuelo y que nunca se posan. Son monógamos y tienen una puesta anual. También sé que se alimentan en vuelo, que copulan en vuelo, que, para dormir, se elevan hasta dos mil metros de altura y disminuyen la frecuencia de su aleteo durante el descanso nocturno. Todo eso y mucho más se puede leerse en páginas dedicadas a esta curiosa ave. Lo de “apus”, “apodiforme” o “apódido”, que suena tan raro, es fácilmente entendible si se observan sus patas. Tiene unas patitas tan cortas (de ahí: ápodos = sin pies) que les resulta imposible remontar el vuelo si cayesen a tierra.
Llevo tiempo intentando fotografiarlos pero resulta complicado. Preparo la cámara, estudio la trayectoria que, en apariencia, van a seguir y me dispongo a disparar. Docenas de fotos les he tirado, pero es casi imposible captar su imagen en vuelo. Ellos parecen estar sobre aviso de mi intención y hasta parece que juegan a despistarme. Les veo acercarse en formación más o menos irregular, enfoco esperando a que estén a pocos metros y, cuando le doy al clic, ellos han desbaratado la bandada y cada cual se ha ido por su lado. En la última fracción de segundo han convertido su vuelo en una maraña de trazos que se dispersan en las direcciones más imprevisibles.
Miro a ver qué ha salido en la foto. Sólo he captado las fachadas o un trozo de cielo azul algodonoso. Ellos, mientras, han desaparecido cielo arriba entre chillidos estridentes. Para mí que los chillidos que emiten en ese momento son la burla que hacen del tipo que les espía desde detrás de los cristales. Como soy persistente, he logrado dos o tres fotos aceptables. Cuelgo aquí una de ellas donde se ven tres ejemplares en vuelo.
Pero hay otras especies de fauna urbanícola que se pueden observar desde la ventana de mi cocina. Algún día hablaré de los gatos callejeros que han criado en el patio de vecindad. Esos también tienen sus comportamientos caprichosos, bien ajenos a los afanes de quienes sobrevivimos en este mundo de asfalto y paredes que cierran nuestros horizontes.

viernes, 12 de junio de 2009

Ahora soluciones.-


No sé si esta frasecita inventada por el PP para dar tranca en la pasada campaña electoral europea será efectiva; más si se para uno a pensar que pretenden que es culpa de los sociatas lo que sus amigos ideológicos neoconservadores han desgraciado. Aunque me imagino que no, que se trata nada más que de la típica consigna electorera para mover a convencidos.
Pero éste no es el asunto de hoy.
Con campaña europea o sin ella, hay un feliz mortal al que le han arreglado la vida: al tal Ronaldo Cristiano, ese chaval portugués de 24 años al que van a pagar 9 millones de euros por cada una de las seis temporadas que va a jugar con el Real Madrid. Haciendo un mal chiste, siendo millonario y Cristiano, tiene esta vida arreglada y la otra garantizada.
Como a todos nos gustaría tener a mano algún Florentino que nos cotizara por las nubes, o por lo menos repartiera la pedrea de millones, creo que deberíamos empezar por cambiar los estatutos de esa fábrica de hacer dinero que se llama Real Madrid. Siendo “Real”, nada tiene de extraño que mantenga una sociedad estamental, tipo antiguo régimen, donde la nobleza del Pie de Oro recibe todas las rentas, mientras que la plebe ha de contentarse con embrutecer las meninges, vociferar en el estadio y pagar la entrada. Mejor sería convertirlo en el “Democrático” Madrid y que los millones los invirtiera en créditos a 0% interés entre sus afiliados.
No me hagan caso, son cosas mías.
Lo que de verdad me preocupa es si, durante un partido, llega un contrario y le arranca al Cristiano ese una pierna o un brazo y va el árbitro y manda que los tiren a la basura. A 9 millones por temporada, cada extremidad sale a 2.250.000 € anuales. Imaginad si hay que buscar dos millones y cuarto de euros en los cubos de basura. Imaginad que eso ocurre en el primer encuentro y que Florentino tiene que pagarle las seis temporadas; no olvidemos que hay contrato de por medio. Seguro que el Estado tiene que hacerse cargo, como cuando hace unos meses ha tenido que subvencionar a los bancos, hundidos por la especulación financiera de sus dirigentes, hábiles en ingeniería contable. O de los presupuestos generales del Estado haya que subvencionar a los aficionados para que compren la entrada, de la misma forma que se está subvencionando a los compradores de automóviles. O, simplemente, hay que ponerles un estanco al Cristiano y otro a Florentino para que tengan un ir pasando; precisamente ahora que la gente está dejando de fumar.
Quizás, la mejor solución sería fichar a un sin papeles, pagarle el sueldo base –sin seguridad social, claro está– y hacerle jugar partidos de 12 horas diarias. Si por un casual se le rompiese una pierna, o un brazo, no habría más que tirar pierna o brazo al contenedor de basuras y dejar al chaval a la puerta de urgencias para que la sanidad pública se hiciera cargo de él. El negocio seguiría funcionando igual y bastaría con dar un manguerazo al césped para limpiarlo de sangre, acercarse a la primera patera que arribara a Motril y contratar a otro ilegal de buen porte.
Business are business, Florentino. Y al que no le guste, es ateo y comunista.
¡Ah! y Jaime Lissaveztsky (socialista de pro), Secretario de Estado para el Deporte, no sabe o no contesta. Bueno…, sí contesta: “Es un precio astronómico, pero pertenece al ámbito privado de los clubes de fútbol”. Y yo pregunto ¿Dónde guardan estos socialistas la palangana de Pilatos con la cantidad de manos que hay que lavar?
Claro que, lo que aquí he dicho, es poco serio. Mejor si se lee el artículo de Rosa Artal sobre el partícular. Ese sí tiene seriedad periodística y por eso dejo aquí el enlace:

http://rosamariaartal.wordpress.com/2009/06/11/lo-que-pagan-94-millones-de-euros/

miércoles, 10 de junio de 2009

Vaya papeletas.-

¿Alguien ha sentido curiosidad por saber cuántas candidaturas se han presentado a estas pasadas elecciones europeas? Como dije en una anterior entrada de mi bitácora, fui a votar; con desánimo, pero fui a votar y tuve la curiosidad de coger una papeleta de cada una de las candidaturas presentadas. Creo que, salvo error u omisión, las cogí todas y tengo encima de la mesa de mi estudio 35 papelas. Unos centenares de ciudadanos y ciudadanas (como solía decir mi homónimo el Juanjo Ibarreche, ese que quería ser europeo desde la “vasqueidad” del Estado Libre Asociado) se han apuntado a listas de improbable elección. Supongo yo que a muchos de ellos les mueve la pretensión de alcanzar el marchamo europeo desde la esencia del terruño y la tribalidad (de “tribu”, y perdonen la palabreja, inventada para la ocasión). Veo un Partit Republicà Català, una Unión Valeriana, cuyos dirigentes, supongo, miran a Europa desde el Mediterráneo y dando la espalda a quienes vivimos tierra adentro. También veo dos partidos asturianos (Unidá Nacionalista Asturiana y Andecha Astur) y no tengo claro si pretenden reconquistar España para Europa desde el españolismo de don Pelayo, o ser directamente europeos a costa de los “fondos mineros”, previa higa a los que viven de León para abajo. También hay un Partido Socialista de Andalucía, donde la universalidad del socialismo se reduce a la condición de andaluz. Y una Extremadura Unida que, supongo (siempre supongo, nunca afirmo), quiere arreglar sus asuntos directamente en Bruselas, sin intermediarios, y un PREPAL de Salamanca-Zamora-León al que quizás mueva el espíritu de revancha del viejo reino al que Castilla cerró toda posibilidad de expansión allá por el medioevo. ¡Mira que pilla lejos! pero hay agravios que nunca se olvidan, ni siquiera para ser europeo.
Pero no sólo hay europeísmos particularistas y provincianos, que también tengo papeletas de formaciones dispuestas a defender las esencias de la españolidad, la catolicidad, la mismidad patria u otra cualquier esencia rancia en el parlamento de Estrasburgo: un Frente Nacional, una Democracia Nacional, una Falange Auténtica, otra Falange Española y de las JONS; todos ellos partidos caralsoles (otro neologismo para la ocasión) que nos afloran ese repelús de puños y pistolas que quisiéramos olvidar de una vez por todas. Y por los aledaños he visto una Alternativa Española, conservadora católica sin colorantes ni conservantes, y un Partido de Familia y Vida para quienes hablar de la homosexualidad o el aborto es mentarles la bicha. Y una sección española del Partido Humanista, cuyos compadres chilenos fueron entusiastas colaboradores del nefasto Pinochet en la algarada de espadones contra Allende.
Para compensar, tengo dos Verdes (Los Verdes-Europa de los pueblos-Verdes, y Los Verdes-Grupo Verde Europeo), que parecen no ponerse de acuerdo en el verdor, pero que marean al ingenuo ecologista que quiere un parlamento europeo verde, pero no sabe qué verdez elegir. Y, por los aledaños ideológicos, tengo una Iniciativa Feminista que, siquiera esta vez, no tendrá ocasión de femenizar Europa. Y un partido Por Un Mundo Más Justo, empeñado en erradicar la pobreza, cosa meritoria y que pronto veamos. También aquí cabría el Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal, de quienes nos gustaría saber que su oposición al maltrato animal también incluye a los bípedos implumes. Respecto a Solidaridad y Autogestión Internacionalistas, que yo creía discípulos del profeta Bakunin, los antitaurinos deberían tenerlos por socios preferentes; así toros, animales y bípedos implumes estaríamos representados por una sola candidatura.
También, encima de mi mesa, hay papeletas de variopintos comunismos. Micro-fragmentos de la vieja Internacional que se hizo añicos junto con el muro de Berlín. Véanse: Partido Comunista de los Pueblos de España, Partido Obrero Socialista Internacionalista, Unificación Comunista de España, Iniciativa Internacionalista – La Solidaridad entre los Pueblos (II), Izquierda Anticapitalista – Revolta Global. Puestos a ser comunistas, mejor sería que pusieran en común sus protagonismos, presentaran una sola candidatura y el resto les votara. Sería un pequeño paso en el intento de repristinar el comunismo, se me ocurre pensar.
Pero no sólo hay extremos políticos en esta variopinta fauna aspirante a una nómina europea, que también tenemos sosegados centristas que contrarrestan el centrifuguismo hispánico: Unión Centrista Liberal, Centro Democrático Liberal y el Centro Democrático y Social, inasequible al desaliento.
Un poco fatigado de intentar desentrañar las particularidades de tanto partido, todavía me quedan Libertas-Ciudadanos de España, al que agradezco que nos trate de ciudadanos y no de adeptos a ningún partido o ideología de manual, aunque su paso por las elecciones no haya dejado de ser más que una nubecilla efímera. Lo mismo que la Coalición por Europa, o el Movimiento Social Republicano, golondrinas que no hacen verano. En cuanto a la Unión Progreso y Democracia, que se abre paso a codazos, me acuerdo de su fundadora y pienso que arrepentidos los quiere Dios.
De Izquierda Unida, ya hace muchos años que se viene diciendo que caben en un taxi, ellos sabrán qué han hecho para merecer ese castigo. Y en cuanto a los dos grandes, PP y PSOE, ya tienen sus propios voceros, como para que yo les dedique una línea.
Contad si son treinta y cinco, y está hecho.

lunes, 8 de junio de 2009

Paseo botánico: árboles y arbustos autóctonos de la cara norte.-

No se puede decir que la caminata de este domingo haya sido extenuante. Nuestra intención no era hacer una marcha montañera, sino recorrer un camino descendente por los pinares de Valsaín entre el puerto de Cotos y la Granja, para observar algunas especies vegetales que nos salían al paso. Se trababa que los componentes de la Agrupación Aire Libre del Ateneo de Madrid se habitúen a identificar algunas especies vegetales, especialmente árboles y arbustos frecuentes en nuestra sierra. No había especialistas botánicos entre nosotros, sino simples aficionados a la observación de la naturaleza que tratábamos de transmitir ese gusto por conocer un poco más la naturaleza que nos rodea, cada vez que salimos al campo.
Con este propósito hemos emprendido la excursión a las once de la mañana desde el estacionamiento del puerto de Cotos. Las previsiones meteorológicas eran de tormentas en la sierra, así que hemos ido preparados de chubasqueros, paraguas y ropa de abrigo.
Por la parte posterior de la estación del tren ecológico, nace nuestro camino, llamado Camino Viejo del Paular y que desciende unos trescientos metros hasta la pista asfaltada que recorre el pinar, por donde transcurre el GR 10. Junto al arroyo del Infierno, Guillermo (organizador de esta excursión) nos explica que este nombre viene asociado a los tejos (taxus baccata). Tanto este término como su antónimo, Paraíso, ambos hacen referencia a lugares donde había (todavía –si no se han talado o el clima los ha hecho desaparecer – sigue habiendo) abundancia de tejos. Vienen referidos estos términos a dos particularidades definitorias del tejo: su toxicidad y su longevidad. Todos los componentes del tejo (corteza, hojas y simiente) son tóxicos, a excepción del arilo carnoso que recubre la simiente; en cuanto a su longevidad, puede alcanzar los 2.000 años. En este arroyo ya no existen tejos, pero sí los veremos camino adelante, tachonando con su masa oscura el verdor del pinar. Respecto a este asunto, pronto aparecerá un artículo titulado "Toponimia del tejo en la Península Ibérica", fruto de las investigaciones que ha hecho nuestro guía de hoy, Guillermo García.
Las matas de acebos (ilex aquifolium) se pueden ver próximas al camino y entre la masa del bosque. Es un arbusto que resulta más conocido para la mayoría de la gente, sobre todo por sus hojas pinchosas, de un verde brillante, y por sus característicos frutos rojos. El serbal de cazadores (sorbus aucuparia) es una especie menos conocida, pero tenemos la suerte de encontrar un ejemplar espléndido junto al camino, todo él en plena floración. Le hice una foto que me sirve para ilustrar esta entrada.
En tierras tan umbrías y húmedas no podían faltar los avellanos (corylus avellana), arbustos que extienden sus ramas rectas formando grandes manchas vegetales cercanas a arroyos o lugares muy frescos.
En el cruce con el arroyo que baja de Peña Citores y en el mismo cauce, encontramos un grupo de abedules (betula pendula), que se distinguen con facilidad por su corteza blanca, semejante a la de los álamos, pero que se agrieta en sentido horizontal. Aquí, al pie de Peña Citores, que está a 600 m. por encima de nosotros, recibimos una pequeña lección de toponimia histórica. Abundan por estas tierras segovianas topónimos propios de tierras burgalesas como: PeñaLara, Peña Citores, Acitores, Pie de Lerma, Pie de Cardeña. Todo ello remite a una repoblación medieval de estas tierras con gentes traídas de la Castilla burgalesa.
En estos montes que hoy forman el inmenso pinar de Valsaín, en tiempos, abundaba el roble (quercus pyrenaica), más conocido como rebollo o melojo. Según nos explica una compañera, en tiempos de Felipe II se repobló de pino silvestre todos estos parajes por su utilidad para la construcción naval. La verticalidad de los troncos del pino silvestre (pinus silvestris) sobrepasa los 30 m. de longitud por lo que eran muy apreciados para los mástiles y otros elementos de los barcos de vela.
Los majuelos o espinos blancos (crataegus monogina), que vemos al paso, ya han perdido la flor, incluso en estos parajes que van más retrasados climáticamente. De todas formas, son fáciles de identificar gracias a sus hojas escotadas y, en verano, sus frutos: unas bolitas de color rojo que son comestibles, aunque bastante astringente.
Aparte los ejemplares de árboles y arbustos, siempre más vistosos, no hay que olvidar el piorno (genista purgans), visto a la altura del puerto, que destacaba por sus flores amarilla y el enebro rastrero (junipera comunis). Por las zonas más bajas han aparecido las retamas (genista tinctoria), algunas florecidas. Alfombrando los pinares, grandes extensiones de helechos (plantas pterophitas. creo que se llaman), que son las especies vegetales más antiguas del planeta que se conservan.
Por las orillas del camino hemos visto pequeñas plantas con una pequeña flor blanca que es el lino silvestre (linum). El lino es una planta que se ha cultivado por tierras segovianas para ser usado en la confección de tejidos y ha sido una de las fuentes económicas de estos pueblos.
Entre aguaceros, nieblas que cubren el pinar, y hasta una granizada, vamos pasando estas horas de caminata y observación de la naturaleza. Y, como haga el tiempo que haga, hay que comerse el bocadillo, paramos en el puente de las Quemadas y nos sentamos en los pretiles para aislar, en lo posible, nuestras posaderas de la humedad. A pesar de la comodidad relativa del lugar, no estamos mucho tiempo: la humedad ambiente nos cala hasta estos huesos nuestros de la tercera edad que protestan por la poca consideración que tenemos con ellos. La verdad es que el tiempo no está para saborear el bocadillo pausadamente, ni los suelos están para sestear un rato, así que la gente se va poniendo en pie y caminamos para ir echando el frío fuera.
Al paso, al pie del camino, se ve una pequeña fuente labrada en piedra granítica. Es la Fuente de la Cruz de los Abastos, que casi pasa desapercibida. Más adelante, llegamos a una explanada llena de troncos de pino de alguna tala hecha hace tiempo. Tras los montones de troncos, la Cueva del Monje. Dejamos el camino para ir a verla. Comienza a granizar y todo el grupo se refugia en ella hasta que pasa la tormenta. Hacemos alguna foto de recuerdo, todos apretujados bajo la roca, como un rebaño de paseantes.
Tras la granizada, la tarde se ha ido arreglando, y llegar a la Granja ha sido un paseo distendido, entre charlas. Eran las 5 de la tarde cuando entrábamos en el pueblo. Sus calles están muy animadas, incluso vemos un mercadillo en una de ellas. Nosotros, con nuestros atuendo montañeros húmedos y las botas embarradas, somo la nota discordante entre la gente endomingada. Pero hacía un rato, en el paisaje pinariego, quedábamos muy propios.

viernes, 5 de junio de 2009

Votar Europa.-

Como a tantos ciudadanos, a mí también me hastían las torpezas de los partidos políticos en su afán de captar votos. Confieso que, cada vez que en los telediarios aparece el espacio electoral obligatorio, simplemente cambio de cadena. Debates no he visto ni oído ninguno; mi incapacidad para oírlos con paciencia es superior a mi sentido cívico. A pesar de todo, sé que de Europa han hablado poco y mucho de sus rifirrafes domésticos. De cómo sacar adelante la sociedad en plena crisis económica, poco; de si viajan en avión o en AVE, mucho. Y, por lo que yo oigo a la gente de mi alrededor, no parece que eso le importe mucho, por la sencilla razón de que es un más de los gastos abusivos que los políticos se permiten a costa del erario público y de los bolsillos de cada uno de nosotros.
Que pierdan el tiempo enzarzándose en peleas de patio de vecinos, en honor a la verdad, tampoco es privativo de nuestros políticos. Los alemanes discuten el porvenir de Ángela Merkel, los ingleses del provenir de Gordon Brown y del escándalo de las facturas de los diputados, en Italia de la vida privada de Berlusconi y sus amiguitas menoreras, en Suecia del coste de la futura presidencia de la Unión Europea, en Portugal de que comunistas han agredido al cabeza de lista socialista, en Bélgica de malversaciones, …. El que más o el que menos se mira al ombligo, lo que es un consuelo de tontos para los que despotricamos de la inoperancia y la falta de visión europea de nuestros políticos. Sólo que la mayoría de ellos eran ya europeos mientras nosotros vegetábamos a la sombra gris del pequeño Generalísimo.
Para nosotros, por lo menos para los de mi generación, Europa fue una bocanada de aire fresco. Fue como abrir la ventana de un chiscón mal ventilado, oloroso de tabaco de picadura, sudor de sobaco recocido, vino de pitarra y flatulencias de judiones con tocino. Europa fue el paso de ser súbdito de una dictadura cutre bajo palio a ser ciudadano. Saberse ciudadano de una comunidad de naciones donde pasabas a ser su par, su igual, con derechos y obligaciones similares, fue una de las mayores satisfacciones que he descubierto en mi vida y por las que ha merecido seguir viviendo en este país que no parece entender que somos parte de un proyecto común.
El Parlamento europeo, al que vamos a votar, es responsable directo del 60 al 70% de las leyes que adoptará cada uno de los países de la Unión, además de votar los presupuestos anuales. Lo que se decide en Estrasburgo o Bruselas nos afecta directamente. Y seguirá siendo así los próximos años. Por eso, y más razones, yo iré a votar.
Además, quiero que con mi voto se frenen posibles nuevas iniciativas como aquella ultraliberal directiva Bolkenstein, que hacía de los trabajadores carnaza para los tiburones del enriquecimiento sin medida. Y, si es posible, para que no se reelija como presidente de la Comisión a Joao Manuel Barroso, defensor del modelo neoliberal para Europa, antes de la crisis, y apático espectador durante ella, aparte de mamporrero del Trío de las Azores.
Total, que yo si voy a ir a votar el próximo domingo.

miércoles, 3 de junio de 2009

Sólo son cuentos.- Cosas de amores, 3


Amor imperfecto.-
- ¿Gozaste, amor…? – me dijo cariñosa.
La conocí en el Prado.

Junto al cuadro de las Tres Gracias me sonrió seductora. Incitado por su sonrisa, me zambullí en su escote. Fascinado, fui donde ella quiso.
- ... Son cien euros y la cama – añadió, profesional.