viernes, 29 de enero de 2010

Algo más sobre los tejos.-


De vez en cuando hablo en esta bitácora de ellos. Ya sé que es un tema poco conocido entre el común de la gente, y que un número no muy grande de personas los conoce y disfruta localizándolos y dejando constancia de su existencia. Son, sobre todo, personas que aman la naturaleza y viven el montañismo con intensidad; disfrutan observando las especies vegetales de nuestras montañas y campos, y, a veces, profundizan en su conocimiento ¿Quién, entre los aficionados a la naturaleza, no siente el placer de pasear por un bosque de robles, o por los hermosos pinares de nuestra Sierra? Si, además, se esfuerza en la localización y descripción de un árbol tan especial como el tejo (Taxus Baccata) – esta especie tan escasa en el Sistema Central –, puede convertirse en un experto que no sólo disfruta de su afición, sino que pretende transmitir sus conocimientos para que, a través de su difusión, se fomente el amor a la naturaleza.
Pues bien, con esta idea de dar a conocer algunos trabajos sobre el tejo, dejo aquí dos enlaces. En uno de ellos, el amigo Guillermo García Pérez, desde Madrid, explica cómo llegó a interesarse por la toponimia del tejo. El otro corresponde a un amigo asturiano (Fernando Justiniano, a quien no conozco personalmente) cuyo blog tengo entre mis favoritos, y que lleva mucho tiempo localizando y describiendo la ubicación de tejos en Asturias, y su estado de conservación, con hermosas fotografías.
Espero del improbable lector de esta bitácora que no deje de echar un vistazo a ambas informaciones. A lo mejor siente curiosidad y trata de identificarlos en parques y jardines (en el Parque del Retiro de Madrid hay una espléndida colección de ellos). Incluso en nuestro modesto parque del Calero, cerca de casa, hay un pequeño tejo entre las calles Virgen del Lluc y José del Hierro, del que dejo la foto que encabeza esta entrada.

domingo, 24 de enero de 2010

Mira qué te cuento, 1

Acabo de recordar que el año pasado fui colgando alguno de esos cuentos o historietas que van surgiendo en mi imaginación de jubilata ocioso y he decidido seguir con esa perniciosa costumbre de dar a conocer mis “genialidades” de escribidor frustrado. Lo de frustrado lo digo no porque no se me ocurran cosas que contar y no sepa cómo hacerlo, sino porque llevo años escribiendo historietas y no hay editor que venga corriendo a publicármelas. Frustración relativa, claro está, porque hay tropecientos escribidores a los que también les gustaría lo mismo, pero, como somos legión, formamos un baratillo de aluvión donde es difícil encontrar algo que merezca la pena.
Yo, por si acaso, como soy autor y editor de mi propia bitácora, aprovecho este medio para dejar constancia de mis ocurrencias. Si, además de leerme aquí, algún improbable lector está interesado, dejo aquí este enlace donde el amigo Ros, en sus "Letras por el desagüe", me permite colgar algunos de mis cuentos:
http://www.cosasdecine.com/letrasporeldesague/

http://www.canaldeoracion.com/.-
Suena el teléfono. En la pantalla del inalámbrico aparece: “identificación oculta”.
– ¿Diga…?
– ¿...El hermano Mateo Cantueso, por favor? – Se oye a través del auricular. Se trata de una voz cantarina, un tanto untuosa, como de alma en estado de gracia.
– Yo..., Sí… Esto... ¿Pero, quién llama? – Mateo Cantueso, dubitativo, no acaba de entender. – Pero, oiga..., es yo no tengo hermanos.
– Todos somos hermanos en el Señor – replica la voz, llena de convicción. Y añade: – Le habla la hermana Catherina. De acuerdo con la normativa vigente, esta conversación será grabada para su seguridad. hermano Matero ¿Ha oído hablar usted del Canal de Oración? ... ¿Dice que no? Con mucho gusto le informo. Canal de Oración es una nueva forma de conectarse con el Señor.
– Ya, pero es que yo ya tengo tarifa plana y no me va mal – Replica Mateo, que está a punto de colgar.
Es inútil. Aquella voz, meliflua y convincente, va desgranando todas las ventajas de suscribirse a la Nueva Iglesia Telemática
www.canaldeoracion.com Una Iglesia de reciente fundación que está abriéndose paso en el mercado de la salvación eterna. Fundada por un lobby de creyentes, con capital no especulativo procedente de donaciones privadas. Una forma distinta de conectarse con la Divinidad, sin intermediarios, durante las 24 horas del día. 45 € al mes, IVA incluido y con derecho a retroacción si, al cabo de tres meses, no está satisfecho del producto.
– Es que, verá usted – intenta justificarse Mateo – yo soy más o menos católico ¿Sabe…? Me viene de familia. Cosa de la costumbre... Usted me comprende ¿No?
– ¿Alguna vez ha pensado en la cantidad de intermediarios que hay en la Iglesia Católica? – insinúa la voz de la hermana Catherina. Y añade con tono admonitorio: – Piense, piénselo usted.
Y Matero lo piensa por unos instantes. Desde el cura de su parroquia, hasta el Papa en el Vaticano, hay un montón de jerarquías: párrocos, arciprestes, abades, obispos, arzobispos, cardenales... Eso sin contar todos los curas, frailes y monjas repartidos por el mundo; a los que hay que añadir Legionarios de Cristo, Quicos, miembros del Opus, Damas del Ropero, catequistas, cofradías, beatas de escapulario, devotos de misa diaria... Prácticamente, las plazas que la Iglesia Católica tiene asignadas en el cielo ya están reservadas a su nombre. Nadie garantiza a los fieles de a pie que puedan conseguir una, y pensar en la reventa es tontería, siendo un producto tan solicitado.
– ¿Lo ve usted? – le dice la hermana Catherina, convincente.
Como quien tira suavemente del sedal para que el pez no escape, la hermana Catherina va desgranando las ventajas de Canal de Oración:
– Hilo director con la Divinidad, sin intermediarios, a cualquier hora del día o de la noche. Es suficiente entrar en
www.canaldeoracion.com para colmar sus necesidades espirituales. Acceso gratuito al chat del Creyente, donde podrá intercambiar oraciones, consejos espirituales y recetas de cocina que estimulan el fervor religioso. En caso de avería, o desconexión fortuita, el servicio técnico, atendido por Pastores experimentados, mantendrá su contacto espiritual a través de un teléfono gratuito hasta la reparación.
– Bueno... El caso es que casi me ha convencido – dice Matero con un asomo de duda. – Déjeme usted que me lo piense unos días...
– Le advierto que quedan pocas plazas libres en el Paraíso – dice la hermana Catherina. – Con tantas Iglesias y religiones como hay por el mundo, la competencia es tremenda. El valor especulativo de las parcelas celestiales está creciendo exponencialmente. No se lo piense demasiado. Es una oportunidad única de la que nunca se arrepentirá. Además – remacha la hermana Catherina – es una oferta limita de lanzamiento. La semana que viene cobraremos un canon de 100 € al hacer la conexión.
Mateo Cantueso cuelga y recapacita. “Vamos a ver qué dice la competencia – piensa – a lo mejor están de rebajas y me ahorro unos euros. Además, más vale lo malo conocido…” Entra en el Google y busca una dirección. Luego, coge el inalámbrico y marca un número de teléfono:
– Oiga... ¿es el Arzobispado? ¿Con monseñor Rouco...?

domingo, 17 de enero de 2010

Una caminata a orillas del Manzanares.-


El Manzanares es un río que siempre ha despertado cierta conmiseración, si no desprecio, por lo menguado de su caudal, hasta el punto de que le han llamado “aprendiz de río”. Sin embargo, hasta llegar a Colmenar Viejo es un auténtico río de montaña y caminar a su vera en el tramo que va desde este pueblo hasta Manzanares el Real resulta de lo más interesante desde el punto de vista paisajístico y por el aprovechamiento de sus recursos hídricos. Nos hemos calzado las botas de senderistas este pasado sábado para remontar el río por su orilla izquierda, siguiendo la llamada Senda Real, con un suave y continuo desnivel de unos 300 metros que va ganando altura hasta llegar a la cola del embalse de Santillana. Esta Senda Real se identifica con el GR 124 y también con el “camino de Santiago” que han hecho nacer en Madrid y atraviesa la Sierra para entrar en tierras segovianas a la altura del puerto de la Fuenfría. A lo largo del recorrido hecho pueden verse las balizas del GR y las flechas amarillas que marcan el camino jacobípeta.
Al poco de ponernos en marcha llegamos a la presa del Grajal, inaugurada en 1908. Fue un proyecto hidráulico que tenía por finalidad proporcionar agua y energía eléctrica a la zona norte de Madrid, dentro del plan hidrológico dirigido por el marqués de Santillana. Próximo a ella, el puente del Grajal que formaba parte de una vía militar construida por los árabes en la Edad Media. Y curso arriba, la central eléctrica de Navallar, que entró en funcionamiento en 1900 y fue la primera que proporcionó luz eléctrica a la ciudad de Madrid. Una placa conmemorativa en el actual edificio, remozado en 1950, recuerda el hecho.
A lo largo de este tramo del río había abundancia de molinos hidráulicos y batanes que quedaron obsoletos desde el momento que la electricidad permitía instalar nuevas fábricas más próximas a las poblaciones. En nuestro caminar nos hemos tropezado con las ruinas de un antiguo batán, todo él construido en buena piedra de sillería.

Todavía pueden verse tres arcos de medio punto semienterrados por donde desaguaba el caudal que movía los ingenios. Un pozo en forma tronco cónica, todo él forrado de sillería, situado un poco por encima del conjunto, recogía el agua que servía para mover la maquinaria. Actualmente el pozo está semi cubierto por la maleza y el incivismo de algunos ha hecho que su interior se vea convertido en un basurero con bolsas de plástico y desperdicios. La desidia por nuestro patrimonio es proverbial y da grima.
Nuestro camino continúa hasta cruzar bajo el viaducto que soporta la carretera que lleva a Manzanares el Real y allí cruzamos el río por un viejo puente de un arco de medio punto, pero que no es el conocido puente del Batán, que está un poco más arriba. Pasamos junto al lugar llamado Valderevenga y de allí al alto del Enebrillo, donde nos pelamos de frío mientras comemos el bocata preceptivo en todas las marchas montañeras. Un rato después, llegamos a Manzanares caminando sobre la vieja carretera que cruza por la cola del embalse.
El paisaje a nuestro paso es adehesado, con abundancia de encinas y enebros arbustivos, aparte la vegetación de ribera junto al río. El monte bajo lo constituyen matas de jara pringosa, rodales de cantueso, matas de mejorana y tomillo, enebro rastrero, algún lentisco… De aquí a pocas semanas, en cuanto empiece a barruntarse la primavera, todas estas plantas aromáticas empezarán a florecer y el ambiente se impregnará de ese característico aroma a monte que uno encuentra al pie de la sierra madrileña.
Con la intención de volver a calzarme las botas y andorrear los montes, regreso a casa y me apunto a la siguiente salida, que nos llevará de Canencia hacia lo alto de la Cachiporrilla, y de allí al valle de Lozoya, para terminar en Rascafría. Y es que uno no hace más que llegar a casa, darse una ducha y ya está echando de menos los espacios abiertos.
Ya lo dice el refrán: “El jubilata tira al monte…”

martes, 12 de enero de 2010

Viajando en casa.-


Estos días de invierno hace un frío del carajo, así que me he puesto a viajar sin salir de mi pequeño estudio. Y el viaje que estoy haciendo no es cualquier cosa, oiga: casi todo él en tren, desde Londres hasta Singapur; luego, en avión hasta Japón para, desde allí, dar un salto a Manchuria, atravesar toda la antigua Unión Soviética y regresar por el norte de Europa hasta llegar de nuevo a Londres. Todo ello, ya digo, sin moverme de la silla.
Como el mío no es un cuerpo astral, ya puede suponerse que el viaje lo hago a través de un libro: El gran bazar del ferrocarril. En tren a través de Asia, editado por Plaza & Janes, Barcelona, 1978.
Su autor, Paul Theroux, nació en EEUU de padres emigrantes y es viajero inveterado y novelista. Dio clases en universidades norteamericanas, en países africanos y en la universidad de Singapur. De su gran afición a viajar nació la obra a la que me refiero. De todos los medios de transporte siempre ha preferido el tren, y el viaje que describe lo realizó en 1973 enlazando líneas férreas que le llevaron hasta Turquía e Irán. Atravesó Afganistán utilizando transportes de ocasión (no hay ni una sola línea férrea en ese país). Cruzó Pakistán, atravesó la India y saltó a Sri Lanka. De nuevo en la India, costeó el Golfo de Bengala, atravesó Tailandia, llegó a Singapur. Desde aquí, en avión, se desplazó a Japón, país que recorrió en tren hasta Sapporo, en el norte y, de nuevo, al continente asiático para atravesar la URSS, Polonia, Alemania, Holanda y rendir viaje en Londres. Un viaje que me ha llevado muchas y gratas horas de lectura.
Uno ha hecho un largo kilometraje de lecturas de libros de viajes y encuentra que cada uno de ellos es peculiar y no ve el mundo de la misma forma. De El gran bazar… me ha llamado la atención que se trata de un viaje por el puro placer de viajar en ferrocarril; el objetivo es el propio viaje. Es como ese empeño de Phileas Fogg por dar la vuelta al mundo en ochenta días, saltando de transporte en transporte, sin dignarse echar una mirada curiosa sobre el mundo que recorre. A Paul Theroux le pasa un poco lo mismo, no le importa tanto observar las gentes, los lugares, las culturas por las que transita, como encontrar plaza en los variopintos ferrocarriles que usa a lo largo de su recorrido.
Yo creo que Paul Theroux y el personaje de Julio Verne están aquejados, lo mismo que el turista actual, de lo que Unamuno llamaba topofobia, que no es más que el ansia de llegar a un lugar para salir de allí corriendo. Bien al contrario que Ryszard Kapuścińki. Cuenta éste en Viajes con Herodoto que, siendo joven reportero en un periódico polaco, su gran obsesión era "atravesar la frontera". Ni siquiera viajar, sólo el hecho de atravesar la frontera colmaba todas sus aspiraciones. Pero ha hecho mucho más que atravesar físicamente infinidad de fronteras. Sus viajes como corresponsal a la India y China y las largas estancias en la convulsa África de los años de independencia colonial no le convirtieron en un viajero que echa una mirada curiosa o distraída: le enseñaron a ver a “los otros”. Descubrió lo que él llama la otredad; esto es, tuvo ojos para ver a las gentes con las que se codeaba a diario en Addis Abeba, Jartum, Teheran, Dar es Salam… y tratar de comprender qué pensaban, cómo era su universo mental, el por qué de sus formas de vida.

Lo que me recuerda, y termino ya para no alargarme – que luego el improbable lector se me aburre –, esta frase de Alexandra David-Neel que leí no sé dónde: Celui qui voyage sans rencontrer l´autre ne voyage pas, il se déplace. Un servidor, que está viajando mucho últimamente caballero en la letra impresa, no se desplaza; más bien quiere encontrar al otro, a la humanidad, a través de quienes vivieron la experiencia y nos la contaron.

miércoles, 6 de enero de 2010

Toponimia del tejo.-


Algunas veces, en esta bitácora, he dejado referencias, en mis marchas montañeras, sobre la existencia de tan espléndido árbol bien porque hemos dedicado la marcha a la localización de algunos ejemplares, bien porque los he visto al paso y he hecho alguna foto. Bajo la etiqueta Tejos de esta bitácora he dejado constancia, a veces muy de pasada, de ellos.
Experto no soy respecto a su naturaleza, sus emplazamientos o las características específicas del mismo. Sin embargo, el amigo Guillermo García Pérez sí lo es. Ha localizado e inventariado gran cantidad de ejemplares silvestres y algunas tejeras en el Sistema Central, y se ha especializado en la toponimia basada en la existencia, presente o pretérita, del taxus baccata en los lugares a que dio nombre.
Fruto de este empeño es la publicación cuyo enlace dejo aquí, por si algún improbable lector de estas páginas estuviese interesado en el tema:

http://oa.upm.es/1979/1/GUILLERMOART_2009_01.pdf

El artículo Toponimia del tejo en la Península Ibérica, ha sido publicado en la revista Ecología, núm. 22-2009 y está disponible en Internet bajo el enlace arriba reseñado.
Encabezo esta pequeña entrada con la foto de un tejo espléndido que encontré el verano de 2008 en una vacaciones que pasamos Teresa y yo en Vinuesa y Tierra de Pinares, y visitamos la Laguna Negra (está muy próximo a ella) y las sierras de Urbión.

viernes, 1 de enero de 2010

Buenos propósitos para 2010.-

Ya sé que sirven de poco, pero he decidido hacerlos. Aunque no sea más que para descubrir que no los he cumplido. Recuerdo que, cuando era chaval de derechas y nacional-católico, tenía que confesarme con frecuencia (creo que una vez por semana) y tal acto requería estas tres condiciones: contrición, propósito de la enmienda y decir los pecados al confesor. La cosa resultaba bastante difícil de cumplir porque pecar, lo que se dice pecar, a ver qué pecados podía cometer un crío más ignorante que el asa de un cubo y sin maldades de las que echar mano, aunque solo fuera para darse importancia en el confesionario. A falta de tenerlos, me inventaba los pecados, con lo que hacer contrición por pecados no cometidos era algo complicadísimo y no digamos lo del propósito de la enmienda. Durante años nunca me enmendé de inventar pecados; el sentido de culpa que nos inculcaban en aquel entonces era una fuente inagotable.
Ahora que no me confieso ni con el psicólogo de guardia, sigo teniendo problemas de contrición y de propósito de la enmienda. La fase vital en la que me encuentro – jubilado y en mi tercera y última juventud – no da para grandes pecado; si acaso, para pequeños y que resultan anodinos de puro reiterados. Pecata minuta de los que uno no se puede arrepentir sin riesgo grave. Pudiera ocurrirle a cualquiera en mi situación que, a fuerza de no pecar, descubriera que no es que sea un santo, sino que está muerto y por eso ni peca ni nada de nada. Pero, bueno, casi mejor no me meto en teologías tan complicadas.
Por esa razón, he decidido confeccionarme una lista más o menos imprecisa de buenos propósitos, para tener algo de qué arrepentirme. Como sé que no los voy a cumplir, tendré una estupenda excusa para mostrarme contrito y enmendarme, haciendo nuevos propósitos que tampoco cumpliré; y así de forma indefinida a todo lo largo del año. O sea, que ya tengo un objetivo para este 2010 recién estrenado.
Ah, se preguntará el improbable lector de esta bitácora ¿Pero, por fin, qué propósitos son esos? Pues, la verdad, tampoco los tengo muy claros. Pero tengo el firme propósito de hacerme algunos buenos propósitos que no me esforzaré en cumplir. ¿Queda claro?

Aunque no tenga nada que ver con este asunto, dejo esta foto de un bonito olivo que hay en el parque del Calero. Dice la leyenda griega que la diosa Atenea ofreció a los atenienses el olivo a cambio de que ellos la nombraran protectora de la ciudad de Atenas. Poseidón también les ofreció protección para su ciudad, simbolizada por la doma de los caballos. Esto es, Atenea les ofreció los frutos de la cultura, mientras que Poseidón les ofrecía el poder guerrero. Los atenienses, pueblo inteligente, prefirieron la primera opción. Creo que yo también prefiero los frutos de Atenea y espero que la diosa de ojos de lechuza me sea propicia.
Como propósito para este año vale ¿No?