martes, 8 de diciembre de 2020

¡Salvemos la Navidad!


 Quizás el improbable lector recuerde aquella frase de J. F. Kennedy: No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta qué puedes hacer tú por tu país. Me ha venido a las mientes en estas semanas previas a las navidades y me he preguntado: ¿Qué puedo hacer yo por salvar la Navidad?, cuestión que tanto preocupa a nuestros políticos locales.

Porque esa es la cuestión que debemos plantearnos todos: ¿Qué vamos a hacer para que estas navidades no sean ruinosas para la hostelería y el comercio en general? ¿Qué sacrificios estamos dispuestos a soportar para que la economía patria no se resienta? 

Sacrificios no tan arduos, ya que serán más llevaderos desde la inauguración de ese inconmensurable “hospital de pandemias” que la sutil señora Ayuso ha mandado abrir cerca del aeropuerto, por si el Covid19 llega volando de tierras extrañas. Y también, es justo decirlo, pensando en los madrileños, que la susodicha Ayuso piensa en todos sus súbditos. Y ello para el caso de que las aglomeraciones, ocasionadas por el patriótico deseo de que no se hunda el negocio de los sufridos hosteleros y comerciantes, nos obligue al gregarismo y amontonamiento en calles, terrazas, restaurantes, tiendas y chiringos donde se venda cualquier cosa que saque del ralentí a la maltrecha economía nacional. Y, como consecuencia, se nos agarre a las vías respiratorias el virus patógeno ese. Pero consumir es salvar España, según nos dicen las autoridades, así que echémonos a la calle, compremos y gastemos, que mañana ya veremos…

Las aglomeraciones serán inevitables, pero con las preceptivas mascarillas, eso sí. Siempre. Y guardando la distancia social, claro. Aunque nos tengamos que apretar un poquito, como cuando el recién pasado Black Friday, que no cabíamos en los Primark, los Media Markt y los corteingleses de toda la vida.  Todo por salvar la Navidad.

Por dar ejemplo, la santa y yo esperamos con impaciencia la paga extraordinaria para fundirla en el Ahora Más del barrio. Vamos a exprimir la tarjeta de crédito hasta dejarle secas las ubres, participando alegremente de la pandemia consumista del compra, gasta, desecha, derrocha, consume, y vuelta a quemar rueda. Y el que venga detrás que arree.

Todo sea porque el IBEX 35 no se resienta. Y quien dice el IBEX 35 (que nuestra economía de pensionistas no da para tan altos vuelos), dice el bar de debajo de casa, el restaurante de a 10 € el menú, el ya dicho Ahorra Más, el Mercadona, el Aldi, el Hiper Usera, el Día y tanto otros de cuyos nombres no quiero acordarme. Todos, todos ellos ansiosos por que vayamos con nuestra VISA de jubilatas a dejarles miajas de nuestras pensiones. Así contribuiremos al esfuerzo común para mantener la felicidad social y el engranaje económico. Dulce et decorum est pro patria mori, por decirlo cultamente. 

Y como siempre hay imponderables, pudiera ocurrir que, además del avieso Covid-19 y el esfuerzo consumista agotador, el Niño Jesús – según la viñeta que encabeza esta entrada – nos salga Niña. Entonces, a lo mejor, nos convendría repensar la navidad.

Pero eso será después de que funcione, por fin, la vacuna.