jueves, 26 de enero de 2017

Trump y la Patafísica (y otros de aquí).-


Si alguien piensa que la jubilación significa el retiro de toda actividad, que se desengañe. Sólo el esfuerzo de comprender el mundo que nos obligamos a vivir exige más energía y atención que la rutina laboral de cuando éramos pieza del engranaje productivo. Solo que ahora el esfuerzo no es a cambio de un salario, sino para evitar que seamos expulsados de la comprensión de unas formas de vida en estado fluido que hace tiempo nos rompieron los esquemas con los que entendíamos el mundo. 

Vienen a resultar como dice la pintada que Mario Benedetti leyó en una pared de Lima: ahora que sabíamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas, y lo que Zygmunt Bauman trató de explicarnos en su Modernidad líquida. Vivimos una realidad viscosa y movediza que nos embadurna y no nos deja hacer pie firme. Así que, jubilatas que somos y con todo, tenemos que chapotear en un mundo sin referentes claros para mantener el equilibrio. Y eso, aunque nuestras preguntas sean inútiles y las respuestas cambiantes, y el despropósito, la normalidad de cada día.

Por esas caprichosas asociaciones de ideas que surgen durante la lectura – pero que algo tienen que ver con lo anterior –, andaba un servidor leyendo un poema surrealista de ese señorito rojeras que fue Rafael Alberti,

Nueva York.
Un triángulo escaleno
asesina a un cobrador.
El cobrador, de hojalata.
Y el triángulo, de prisa,
otra vez a su pizarra.
Nick Carter no entiende nada.
¡Oh!
Nueva York,

cuando me vino a la mente el Americam first! que lanzó ese espécimen del neocapitalismo populista que llaman Trump, y que tuvo a los limones de Argentina como primera víctima del proteccionismo.

A un servidor, que suele ver la vida a través de sus lecturas y a veces a pesar de ellas, eso de que un señor con nombre de pato de waldisney se ponga a gobernar el imperio desde un mundo de purpurina con retrete de oro, le suena a pesada broma dadá, a incongruencia que solo se explica mediante la lógica patafísica, donde lo normal son las excepciones, con lo que la norma se convierte en excepción de las excepciones. Lo cual explica la existencia de la anormalidad como forma de lo habitual. No sé si me explico. 

Por si el improbable lector no lo sabía, la Patafísica es ciencia que va más allá de la Metafísica aristotélica, y es muy útil para comprender por qué la normalidad, tal como la conocíamos de siempre, no tiene consistencia más que si aceptamos como normal que un señor quiera levantar un muro de muchos miles de kilómetros para que no se le cuelen los zarrapastrosos hispanos – en las Américas -, o aquí – en el solar patrio; también bar Casa Pepe – otro señor dé por normal la ocurrencia de que la electricidad es cara porque no llueve.

Ya sabemos que resulta un pelín complicado entender el mecanismo mental por el cual alguien construye muros muchikilométricos contra el hambre, o fía el precio del kilovatio al régimen pluviométrico de un país soleado que va para erial, pero a esas perplejidades da cumplida cuenta la citada ciencia Patafísica. 

Y si tienen dudas, no dejen de consultárselo a Fernando Arrabal, quien es Sátrapa Transcendental del Colegio de Patafísica y está a punto de nombrar miembro honorario de la docta institución al señor Donaldo. Claro que a la citada docta institución deberían pertenecer por méritos acreditados, y por hacer del absurdo normalidad, a quienes tienen a todo un país haciendo rogativas a la Virgen del Rocío para que baje el paro y a la Virgen de la Cueva para que lluevan megavatios por un tubo.

domingo, 15 de enero de 2017

Una caminata: de la torre de señales a Miaccum.-

Marcha diseñada por Juan F. Romero.

Llama la atención al caminante, cuando atraviesa el pueblo de Collado Mediano, encontrar un monumento con un gran ancla junto a un fuste cilíndrico de piedra labrada. Es difícil imaginar que este pueblo, situado en la presierra madrileña, tuviera algo que ver con las cosas del mar, pero así es. En 1944 la marina española construyó aquí un hospital antituberculoso sobre terrenos cedidos por el municipio, que acogió también a los colladinos afectados por la tuberculosis. Como recuerdo queda este ancla junto a la columna, para simbolizar el hermanamiento.

El amigo Juan Romero nos preparó una caminata  por tierras colladinas para que el veterano Trío de los Tejos pudiésemos disfrutar de un día de naturaleza a golpe de bota montañera, además de un par de visitas interesantes que pueden entrar dentro de la arqueología histórica y la industrial o técnica, dicho sea con minúsculas. Es nuestra costumbre, siempre que sea posible, aunar el esfuerzo caminero con el disfrute de la naturaleza y la observación de bienes culturales que han quedado integrados en el paisaje. Somos, por decirlo así, modestos seguidores de las enseñanzas de la Institución Libre de Enseñanza: ejercicio físico hermanado con naturaleza, cultura y paisaje.

Cerca de la casa de cultura hicimos nuestra primera estación para ver el enorme castaño de indias que no podíamos dejar de visitar. Primero, por su gran porte; segundo, porque siendo su nombre botánico el de aesculus hippocastanum, de tanta enjundia latina, merecía pleitesía. En aquella plazuela, rodeado de coches y desnudo de hojas, parecía como preso y necesitado de espacio donde expandirse y mostrar su majestuosidad de árbol singular. Está recogido este ejemplar en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora de la Comunidad de Madrid.

Entre Collado Mediano y Moralzarzal existe un cerro de 1.330 m. de altitud que recibe el nombre de Cabeza Mediana. Cuando uno llega a su cima se encuentra en una cabeza alomada, con suave curvatura y despejada. Allí, el caminante ve en lo alto una torre, cuadrangular, de líneas simples, con un cierto porte militar, rematada por unas barras metálicas verticales, unidas entre sí por chapas horizontales a ciertas distancias y una esfera móvil que se deslizaba a lo largo de un vástago. Tiene tres cuerpos y el acceso se hacía por el primer piso, con una escalera escamoteable, a fin de evitar asaltos o robos. Es la torre de señales nº 5, de 52 que había en la línea, que enlazaba el telégrafo óptico con origen en el Cuartel de Conde Duque y final en Irún.

El diseño de la línea fue obra del coronel de ingenieros José Mª Mathé, quien lo ideó para comunicar a la Corte con lugares de interés estratégico. Lamentablemente, el sistema de señales ópticas tuvo una vida efímera  (entre 1846 y 1855) porque se impuso rápidamente el telégrafo eléctrico. Aunque no podía competir con él en eficacia, podía enviarse un mensaje cifrado desde Madrid a Irún en tres horas, y si se tiene en cuenta que el correo de la época se hacía a uña de caballo…

Pues eso, estuvimos en el cerro, vimos la torre, afortunadamente restaurada, y algo aprendimos sobre viejos sistemas de comunicación que han quedado en el olvido y a los que, según parece, no se ha dedicado demasiada atención. Son cosas que pertenecen ya a la arqueología técnica, pero que forman parte de nuestra historia contemporánea y, como tal, forman parte del patrimonio del país.

De la misma forma, también un lugar arqueológico de visita interesante, es Miaccum, en una zona de dehesas, de nombre El Beneficio. No se tiene mucha certeza, pero se da por aceptable – hasta que nuevas investigaciones pongan las cosas en su lugar – que es una mansio romana, posada o venta, junto a la vía XXIV antonina; vía secundaria que enlazaba Segovia con Complutum, atravesando por el puerto de la Fuenfría. La posada no debía carecer de comodidades, ya que tenía una sala comedor, dormitorios, cocina (aparecieron restos de abundante menaje en las excavaciones) y hasta un baño con su caldarium y tepidarium. Hubiera hecho las delicias de don Quijote y Sancho, si hubieran encontrado tales comodidades en los tiempos del asendereado caballero. Aquella venta no le hubiese parecido castillo, sino palacio y de muchas campanillas.

Hoy en día el lugar está protegido por una cubierta, aunque cerrado a las visitas. Hay, en las proximidades, un centro de interpretación, también cerrado momentáneamente. Supongo que es debido a la falta de recursos, mientras vemos si del rescate de las autopistas aznariles sobran algunas migajas para emplear en cultura.

Próximo al yacimiento, en el camino de acceso pueden verse unos metros de enlosado que, dicen, es un resto de la calzada, sobre la que corría, pasados los siglos, una cañada de ganados.


En nuestro caminar pasamos por zonas de pinos de repoblación, muchos de ellos afectados por la procesionaria. Se ve que el cuidado del monte no produce dividendos, como los bancos, ni es objeto de rescate como ellos, ni cristo que lo fundó. 
El bosque autóctono está representado por chaparras y enebros (unas cabras andaban comiendo los brotes más tiernos), y donde ha desaparecido el bosque original, matorral con jara o estepa, tomillo, cantueso, algo de herbazal como matas de berceo, y otras especies que este jubilata no conoce o no se fijó en ellas. 

También vimos dos antiguas canteras abandonadas, muestras de la minería propia de aquella zona.  La cantería ha sido, tradicionalmente, una de las actividades económicas de este municipio. Sus canteras de granito se localizaban por la zona del El Chaparral. De allí se extrajo la piedra para el adoquinado de Madrid en el S. XIX. También el plan de adoquinado de carreteras, en 1923, durante el llamado Directorio del dictador Primo de Rivera, sirvió para dar trabajo a los jornaleros del pueblo. Actualmente no hay canteras en explotación, aunque sí en el próximo pueblo de Alpedrete.


Y como muestra del folclore rural, símbolo de una España profunda a dos pasos de la Gran Vía, sepa el improbable lector que, en una finca próxima, un cartelón de notables dimensiones avisaba: Guarda gitano. Javi. Nosotros, caminantes que éramos y gente de paz que estaba de paso, no profesos en la orden de Monipodio, pasamos de largo charlando de nuestras cosas.

Ya de regreso a Collado Mediano, en la dehesa de la Jara, entre fresnos y encinas, entramos a ver un espléndido alcornoque (quercus suber), dizque de unos 300 años de edad, según una tomografía que se le hizo en 2014. Tiene un porte tan majestuoso que despierta admiración, y goza de una salud que para nosotros quisiéramos los que estamos en edad provecta y no alcanzaremos, ni de coña, la suya, por mucha farmacopea que inventen los humanos.

No podía faltar en estas andanzas un rato de asueto para aliviar la carpanta tras tanto trajín caminero, con el bocata que siempre viaja en el fondo de la mochila. Teníamos por recostadero una roca y por manteles los verdes prados, y todo el horizonte por alojamiento. Si alguno de los presentes aspira a más es porque nunca ha caminado por prados, montes y veredas, ni ha respirado el olor que desprende el tomillo cuando tus botas montañeras pasan sobre él. 

Así que, amigo lector, no te quedes en casa que hay mucho que disfrutar fuera del asfalto. Sacúdete la pereza, cálzate las chirucas, coge el morral y ve a conocer la naturaleza antes de que las hordas negacionistas de Trump conviertan el planeta en un erial con alambradas y no tengas más horizonte que la pantalla de tu Iphone.

jueves, 5 de enero de 2017

Comencemos bien.-


Todavía no habíamos terminado en casa de comer los últimos langostinos de estas fiestas cuando, entre mis lecturas, me encontré con esta frase: La vida es una enfermedad mortal de transmisión sexual. Que, a punto de empezar un nuevo año, uno se perciba irremediablemente enfermo de vida, y que, precisamente, el foco de contagio esté allí donde más gustirrinín le da al personal, no es reflexión apropiada para estos últimos días de jolgorio y paga extra. La impertinencia merecería algún tipo de reprensión por lo inapropiada. Pero, si hemos de ser justos, a nadie se debe culpar de la salida de tono si no es a este jubilata que se mete en lecturas raras durante estas fechas navideñas. Bien es verdad que, como impenitente lector, un servidor acostumbra a leer cosas como ésta y algunas más inapropiadas, sin consideración a estas pasadas alegres fiestas de paz, amor y tópicos habituales.

Andaba un servidor tan contento porque, por fin, se había terminado ese año tan ingrato de 2016 (“Año bisiesto, año siniestro”, dicen) y porque el gobierno de la nación, en su generosidad sin límites, nos había subido un cuartillo de punto la pensión, aunque no todo son albricias mientras fundimos los flecos de la extra de navidad. Si uno ha de ser sincero, aparte lecturas raras, el único problema que ha perturbado un tantico la paz doméstica en estas postrimerías del uno y nacimiento del otro año, ha sido que el número de langostinos sobre la mesa era impar y nosotros éramos pares. Andábamos peleándonos, a fuerza de corteses, sobre que ambos queríamos ceder al otro el derecho a disfrutar de aquel marisco desparejado. Al final, por no llegar a las manos por exceso de generosidad, la santa y yo decidimos echárselo a los gatos que andan por la vecindad.

Ya digo, esperábamos el año nuevo con cierta ilusión. Y para que ésta no se desbaratase a la primera de cambio, decidimos poner entre paréntesis las brutalidades habituales de la humanidad (explotación de niños, guerras y carnificios de inocentes y otros etc. tan habituales que ya ni salen en los telediarios) y fijarnos sólo en los dimes y diretes de los políticos y sus aledaños, sus vuelcos de fortuna, y su predestinación a ser carnaza de los media y las redes sociales. Y la primera pieza que se ha cobrado el año es la del heroico reconquistador de la isla Perejil, aquel Trillo-Figueroa que gritó un trepidante “¡Viva Honduras!” en El Salvador. Lo del Yak 42 no es para broma, y menos la indignidad de las autoridades responsables, así que en esta bitácora no se hará coña al respecto.

Lo de Podemos y su juego de las sillas a ver quién se queda sin una donde plantar el culo ya venía del año pasado, y por eso le hemos dedicado menos atención, aparte que andamos con el corazón partío entre pablistas y errejonistas; claro que se nos han escapado varios snif, snif con la tierna carta del señor Iglesias a aquella anciana militante a la que también partieron el corazón. Como este jubilata no ve lo de Juego de Tronos, no puede opinar sobre quién asume qué papel en este remake de los Siete Reinos, así que queda a discreción del improbable lector.

De la Gestora del Psoe, con la sucursal que les ha salido unos portales más abajo en Ferraz, poco se puede esperar. Es espectáculo que dio lo mejor de sí el pasado bisiesto, cuando defenestraron a Pedro, expulsándolo de la comunión de los fieles, y anda ahora desterrado como condotiero sin mesnada para asaltar el susanato.

El señor Rajoy, habitual en este circo, no nos dará muchas sorpresas con su política económica. Una vez descubierta la poción mágica: echo a uno que cobraba 3 y contrato a tres que cobran 1/3 cada uno, las estadísticas de empleo se me ponen por las nubes, y no hay más que dejarlo correr. Lo más gracioso de sus ocurrencias es verle hacer jogging con aires de Aquiles tardígrado y pasmo en la mirada que se empeñan en sacar por la tele. No estoy muy seguro (tan ocupado he estado con los langostinos), pero creo que los nuevos en el gobierno todavía no han hecho los suficientes méritos para despertar el jolgorio twitterino; solo hay que esperar y darles un poco de tiempo a que se aclimaten.

Y, por no dejar a otro de los grandes en el tintero, paso con frecuencia por delante de la sede de Ciudadanos, cerca del puente de Ventas, y siempre me pregunto quién coños pagará el alquiler del local y el personal que trabaja allí. Confío en que no les montarán un desahucio y así puedan dedicarse a sus equidistancias sin angustias presupuestarias. Para una derecha civilizada que parece quieren ser, sería una lástima verles con los muebles en la calle.

Por lo demás, no nos queda más que esperar y ver qué dará de sí este 2017. Por las pintas, debe de ser de la misma casta que los anteriores, así que ojo al dato. Quien avisa no es traidor ni mal amigo, así que amigo lector, amiga lectora (por aquello de la igualdad de género), ojo avizor.