viernes, 1 de enero de 2010

Buenos propósitos para 2010.-

Ya sé que sirven de poco, pero he decidido hacerlos. Aunque no sea más que para descubrir que no los he cumplido. Recuerdo que, cuando era chaval de derechas y nacional-católico, tenía que confesarme con frecuencia (creo que una vez por semana) y tal acto requería estas tres condiciones: contrición, propósito de la enmienda y decir los pecados al confesor. La cosa resultaba bastante difícil de cumplir porque pecar, lo que se dice pecar, a ver qué pecados podía cometer un crío más ignorante que el asa de un cubo y sin maldades de las que echar mano, aunque solo fuera para darse importancia en el confesionario. A falta de tenerlos, me inventaba los pecados, con lo que hacer contrición por pecados no cometidos era algo complicadísimo y no digamos lo del propósito de la enmienda. Durante años nunca me enmendé de inventar pecados; el sentido de culpa que nos inculcaban en aquel entonces era una fuente inagotable.
Ahora que no me confieso ni con el psicólogo de guardia, sigo teniendo problemas de contrición y de propósito de la enmienda. La fase vital en la que me encuentro – jubilado y en mi tercera y última juventud – no da para grandes pecado; si acaso, para pequeños y que resultan anodinos de puro reiterados. Pecata minuta de los que uno no se puede arrepentir sin riesgo grave. Pudiera ocurrirle a cualquiera en mi situación que, a fuerza de no pecar, descubriera que no es que sea un santo, sino que está muerto y por eso ni peca ni nada de nada. Pero, bueno, casi mejor no me meto en teologías tan complicadas.
Por esa razón, he decidido confeccionarme una lista más o menos imprecisa de buenos propósitos, para tener algo de qué arrepentirme. Como sé que no los voy a cumplir, tendré una estupenda excusa para mostrarme contrito y enmendarme, haciendo nuevos propósitos que tampoco cumpliré; y así de forma indefinida a todo lo largo del año. O sea, que ya tengo un objetivo para este 2010 recién estrenado.
Ah, se preguntará el improbable lector de esta bitácora ¿Pero, por fin, qué propósitos son esos? Pues, la verdad, tampoco los tengo muy claros. Pero tengo el firme propósito de hacerme algunos buenos propósitos que no me esforzaré en cumplir. ¿Queda claro?

Aunque no tenga nada que ver con este asunto, dejo esta foto de un bonito olivo que hay en el parque del Calero. Dice la leyenda griega que la diosa Atenea ofreció a los atenienses el olivo a cambio de que ellos la nombraran protectora de la ciudad de Atenas. Poseidón también les ofreció protección para su ciudad, simbolizada por la doma de los caballos. Esto es, Atenea les ofreció los frutos de la cultura, mientras que Poseidón les ofrecía el poder guerrero. Los atenienses, pueblo inteligente, prefirieron la primera opción. Creo que yo también prefiero los frutos de Atenea y espero que la diosa de ojos de lechuza me sea propicia.
Como propósito para este año vale ¿No?

1 comentario:

  1. Hola Juan José.
    Hace un par de dias encontré por Internet un escrito sin firma ni blog. Me sentí tan identificado con el que lo copié, y lo puse en mi blog, citando en que lugar lo había encontrado.
    Ahora por casualidad encuentro tu blog y veo el mismo escrito. Mi deseo es hacertelo saber,y sobretodo decirte que lo retiraré en caso de que sea tuyo, y no desees que nadie lo difunda.
    Por otra parte celebro que haya ocurrido esto, porque acabo de encontrar un blog estupendo.
    Saludos.

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