viernes, 4 de septiembre de 2009

Un "book crossing" de barrio.-

Antes que nada, que el improbable lector me perdone esta aberración de título; esta especie de jerigonza (Voyez, Mme. Pétardette: cette fois-ci j´ai écri “jerigonza”) fruto del maridaje contra natura de nuestro idioma y la corriente angliparla. Esta frasecita que encabeza requiere una explicación para que no se vaya a creer el personal que el calor agosteño me ha derretido las meninges.
El book crossing es un invento cultureta por el que uno, después de leer un libro, lo registra en
http://www.bookcrossing-spain.com/spain/ y lo “libera” en la calle (el parque, el metro, una cafetería…) para que otros lo encuentren y repitan el proceso. O sea, las "3 erres" (Read: Lee; Register: Regístralo; Release: Libéralo), pero todo en la lengua del imperio neocom. Un invento muy anglosajón que no sé si funcionará por estos pagos, aunque es algo que ni me he planteado. Si algún vecino encuentra el libro, se lo lleva a casa y ya no lo pone en circulación, pues me importa un carajo. Si hay suerte, lo leerá, que no es poco y, por lo menos, tendrá un libro en su casa además del televisor. Aunque el libro lo haya “distraído” de un banco del parque del Calero.
Y ahora explico lo del raro maridaje entre el parque de barrio y el book crossing ese: Como cada semana me toca expurgar centenares de libros antes de clasificarlos, se me ocurrió que podía ir sembrando el parque de mi barrio con libros (novela sobre todo, para no complicar la vida al personal). Sólo que yo, chapuceramente, me he saltado las normas del registro y la matrícula que lleva cada libro. Me limito a poner una nota: “Léelo y pásalo. Gracias” y soltarlo a que viva sus aventuras sin el pasaporte BookCrossing que tanto prestigio internacional da.
Si uno se da una vuelta por el Calero y observa al personal, verá montones de mamases con sus criaturitas en el parque infantil; también verá montones de jubilatas (de uno u otro sexos –no de “ambos sexos”, de lo que no hay constatación empírica a simple vista–), sentados en los bancos; verá montones de personas que pasean perros y gente que entretiene sus ocios sentada en las terrazas. Incluso, cerca del auditorio en obras interminables, puede ver algún colgao cofrade del trapicheo de droga.
Pues toda, toda esta gente es susceptible de convertirse en lector si alguien le pone un libro en las manos. Yo comprendo que pagar 20 € por una novela le escuece a cualquiera y la economía de escala dice que es más provechoso gastárselos en unas cervecitas con gambas. Más con estos calores.
Por no cansar al improbable lector, dejo aquí los títulos y autores de los libros que, de momento, he soltado por ahí a vivir su vida:
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Algunos Muchachos y otros cuentos, de Ana Mª Matute.
- Cuentos de Verano, de Italo Clavino (y otros).
- Mal de Amores, de Ángeles Mastreta.
- Maestro de Esgrima, de Arturo Pérez Reverte.
- Leyendas y Narraciones, de Gustavo Adolfo Bécquer.
- Primera Memoria, de Ana Mª Matute.
- Son de Mar, de Manuel Vicent.
- Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino, de Julio Verne
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Y pienso seguir perpetrando abandonos de libros… Que se note que por estos barrios somos gente leída.

3 comentarios:

  1. Pues perdoneme usted pero la gente con educación si queremos tirar libros que no usamos y si queremos dar ejemplo de siudadania (Y usted tiene un blog publico) debemos depositarlos en los contenedores asules para quye los susodichos libros se puedan resiclar no se si me explico.

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  2. Mientras no te los encuentres destrozados, o peor aún, en el mismo lugar que los dejaste sin moverse un milímetro...
    Rosa

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  3. Anda, qué buena iniciativa. Voy a hacer lo mismo con algunas novelitas que tengo repes...

    Mola tu blog

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