martes, 1 de febrero de 2011

Por las cañadas, pisando nieve.-








Lo mejor de las andanzas serranas es cuando, al placer de caminar, se une el interés cultural. En esta ocasión, con la Agrupación Aire Libre del Ateneo de Madrid, hemos cumplido las dos finalidades: recorrimos, el pasado sábado 29 de enero, el tramo de la Cañada Real Segoviana entre Valdemanco y Buitrago, pasando por el Puerto del Medio Celemín y la subida de Matallana hasta El Cuadrón para, desde allí terminar en Buitrago de Lozoya, pasando cerca del embalse de Río Sequillo: un recorrido por el pie de sierra que nos lleva sobre la antigua cañada ganadera.


Por esta cañada transitaron durante siglos los ganados del Honrado Concejo de la Mesta, que se desplazaban, buscando los pastos de verano, desde Extremadura hasta la sierra de Neila, en Burgos. En total, unos 500 kilómetros de recorrido. Nosotros, claro está, hacemos un pequeño tramo, unos 18 kilómetros. Nos mueve solamente el interés deportivo y cultural, y por lo tanto, hacer este camino no implica mayores obligaciones que llevar buen calzado, ropa de abrigo y el indispensable bocata en la mochila. La nieve se encargará de empaparnos las botas, a pesar de ir pertrechados con los guetres, y la caminata nos abrirá el apetito. Lo habitual en estos casos.





Es cosa sabida que la mayor riqueza de Castilla, durante la Edad Media, fue la ganadería y sus derivados: especialmente, la lana, que era tratada en los ranchos de esquileo y lavaderos - muchos de cuyos restos aún pueden verse a lo largo de los caminos -, para ser exportada a diversos países europeos.

Este gremio de la Mesta fue fundado por Alfonso X el Sabio, quien dio privilegios y exenciones fiscales a las asociaciones ganaderas, cuyos mayores propietarios fueron la nobleza y la Iglesia. La Mesta se disolvió en 1836, bajo la regencia de la reina María Cristina. Con estos apuntes someros, vale para esta croniquilla.






Cinco siglos de pervivencia que han dejado huella a todo lo largo y ancho de la Meseta. El Consejo Europeo, preocupado por la diversidad cultural de los países miembros, recomendó la conservación de las cañadas ganaderas españolas como muestra de nuestro acervo cultural e histórico. Con esta finalidad, la C. A. de Madrid ha ido marcando las antiguas cañadas, dentro de los territorios de su competencia, para su mejor conservación y disfrute por los caminantes. Hay que decir que muchas de ellas, en algunos tramos, han desaparecido por culpa del aprovechamiento privado en contra del interés general.



Parte de este recorrido ya lo habíamos hecho hace un par de años, cuando estuvimos recorriendo la ruta del Arcipreste de Hita, del que seguimos sus pasos bajo la guía de Guillermo García Pérez, quien ha hecho un estudio-guía basado en las andanzas que el Arcipreste describe en su Libro de buen amor. Con lo que no está de más advertir al improbable lector que acaba de publicarse Ruta del Arcipreste (Ed. Polifemo), del amigo Guillermo, por si alguien siente curiosidad y decide hacer este camino histórico, menos asendereado que el consabido Camino de Santiago, tan turistizado y mercantilizado.


Puede verse en las fotos: la nieve cubría los montes, los campos y los caminos, lo que añade a estos parajes una belleza de la que pocas veces puede disfrutar el asfaltícola madrileño. La subida al puerto del Medio Celemín resultó fácil, a pesar de la nieve, y tuvimos ocasión de contemplar, a nuestra derecha, la sierra de la Cabrera con su perfil recortado, y el Mondalindo, atrás y a nuestra izquierda. Dicen que el nombre de "medio celemín" le viene a este paso de que era el portazgo que pagaban los pueblos que iban a moler el grano a los molinos de Lozoya. El celemín es una medida de capacidad para cereales que equivale a 4,6 litros.


En El Cuadrón nos cruzamos con la carretera que se interna en el Valle del Lozoya. Comimos el bocata en un bar, regándolo con buen vino y tacitas de caldo. Desde allí, hasta Buitrago de Lozoya, pasando junto al embalse de Río Sequillo, nos quedaban unos 8 kilómetros, que hicimos con la tripita caliente y los pies húmedos.


La marcha estuvo bien, pisamos nieve sin mayores dificultades, charlamos por los caminos y terminamos nuestro caminar con los habituales objetivos cumplidos: las tres "S". Me explico: en nuestro grupo solemos decir que hay que regresar a casa Sanos, Salvos y, a ser posible, Secos. Y, aunque es verdad que esta vez no se cumplió la tercera condición -la de llegar "secos"-, una ducha calentita en casa se encargó de poner las cosas en su sitio.







2 comentarios:

  1. Santiago Res Portillo5 de febrero de 2011, 18:16

    ¿No tiene miedo don Juan de que se les acaben los paisajes?

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  2. Muy bonitos paisajes!! Y yo agregaría una S: Satisfecho!

    Saludos!!

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