domingo, 22 de abril de 2012

Las Tetas de Viana

A quien no conozca estos parajes, hablar de las Tetas de Viana le hará suponer que estamos ante una caminata de connotaciones eróticas, cosa que está bastante lejos de las intenciones de este jubilata caminero. Se trata, más bien de dos cerros testigo, de una altitud máxima de 1133 m, que aparecen enhiestos en tierras de la Alcarria, en el sureste de Guadalajara, bastante próximos a la provincia de Cuenca; corresponden a tierras por donde discurre el alto Tajo y actualmente son Patrimonio Natural.
Este río y sus afluentes fueron labrando, durante milenios, la orografía de estos lugares hasta dejarlos en la situación que actualmente conocemos. Son tierras calizas que corresponden al terciario, cuando un gran lago interior en la Península Ibérica dejó los depósitos sedimentarios, cuyos únicos testigos son estos dos cerros.
De hecho estos dos cerros están formados por rocas calizas de unos 30 m de potencia, asentadas sobre un sustrato arcilloso que se ha ido desmoronando en forma de glacis, que cubren las laderas en suave pendiente, y que permite una rica vegetación. Este jubilata caminante siente una inclinación especial por estas tierras del interior, tradicionalmente abandonadas a un escaso desarrollo económico, lo que ha permitido conservar su naturaleza en estado puro.
Como caminar es disfrutar de la naturaleza y observar la variedad de su vegetación, hemos tenido ocasión de ver una gran variedad de Quercus como chaparras, quejigos; plantas aromáticas como romero y tomillos, aliaga en flor;  arbustos como el boj, enebros, sabinas, y tantas otras variedades que este caminante ignora, pero que allí están a disposición de ojos más expertos.
Dice por ahí un refrán de estos lugares que “las Tetas de Viana muchos las ven, pero pocos las mamam”. Lo que alude a su inaccesibilidad una vez llegados a su base. En efecto, esa boina caliza de unos 30 m de altura hace muy difícil su acceso, debido a sus paredes verticales. En nuestro grupo, tres compañeros arriscados optaron por subir a huevo por una resquebrajadura, mientras que otros tres optamos por el acceso más fácil: existe un caminito que trepa por entre las rocas, enmarcado por sendas cadenas que hacen el efecto de pasamanos, y al extremo, una escalerilla metálica que salva los últimos cuatro o cinco metros de pared vertical.
Es una lástima que este jubilata ya no esté para trepar por la roca viva; la edad, aparte endurecer las articulaciones y restar flexibilidad a los músculos, es una consejera prudente y recomienda medir esfuerzos. Entre una trepa y un ascenso con peldaños, no había duda, y el caso era disfrutar de las vistas sobre el entorno.
Lo que también resulta poco conocido es que por aquí transcurre la Ruta de la Lana. Son caminos por donde transitó el comercio de las lanas de la Alcarria y los paños de Cuenca hasta las ferias de Medina y el Consulado de Burgos, según puede leerse en un librito La Ruta de la Lana. Guía del peregrino a Santiago de Compostela, 1999.
En efecto, por estos paraje hay trazado un poco conocido “camino de Santiago” que sigue estos antiguos caminos desde Cuenca hasta enlazar en Burgos con el camino francés, y estos parajes corresponden a la etapa octava del trazado, entre Valdeolivas y Trillo. Ésta pudiera ser muy bien una ruta a explorar por algún intrépido jacobípeta.
Un servidor pasó por allí, subió a una de las Tetas (con lo que puede decir que sí mamó de ella) disfrutó de los parajes y de buenos compañeros de caminos, y bajó hasta Viana de Mondéjar. Desde allí nos fuimos a recorrer un barranco que desemboca en el Tajo, de nombre La Rambla, y terminamos en Valtablada del Río, donde el respetable acabó con las existencias de cerveza de único bar del pueblo.

1 comentario:

  1. Aquí en Argentina hay unos cerros muy similares, cerca de la localidad de Nono, en Córdoba. El nombre viene del quechua ñuñu, que significa "tetas". La geografía es igual en todos lados...

    Albur!

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