domingo, 25 de septiembre de 2016

Mayoría silenciosa vocinglera.-


Quince días lleva esta bitácora en silencio, y no es por falta de asuntos de que tratar, sino por una especie de pudor que le ha entrado a este jubilata tras leer en la Internet una entrevista hecha en El Mundo a Gabriel Tortella, doctor economista e historiador, experto en historia económica. Y es que un servidor le tiene mucho respeto al señor Tortella. No en vano gracias a su manual Introducción a la economía para historiadores, aprendí las pocas nociones sobre economía que se agazapan en mi bosque neuronal. Eso fue cuando en quinto curso – en los heroicos tiempos de estudiante en la UNED – me tocó estudiar Historia Económica de España. Se ve que el manual de alguna utilidad debió ser, puesto que aprobé la asignatura y hasta entendí algunos conceptos de macroeconomía.

Le preguntaban a don Gabriel sobre la independencia de Cataluña y él mantenía la tesis de que nunca ha existido una Cataluña-Estado, ni hay fundamentos históricos para sostener tal. Lo que me trajo a la memoria – perdóneme el improbable lector el excurso – algo que dejó escrito un lector ocasional en esta misma bitácora a propósito de tema parecido, si no el mismo. Citando de memoria, venía a decir que patria es un grupo de gente unido en torno a un error histórico y el odio a sus vecinos. Definición que, en mi opinión (no necesariamente acertada), sirve para cualquier patriotismo, sea centralista, periférico, hetero u homo,  bisexual, transexual, neutro, epiceno o ambiguo: cuando se oiga un redoble de tambor y un himno patriótico cantado con fervor por las masas, ¡Temblad, carnes malditas!

Vuelvo al asunto. Claro que el ilustre profesor hablaba también de otros temas de actualidad, cuya responsabilidad (la de las contestaciones del entrevistado) habría que achacárselas al entrevistador, profesional muy inquirente, que quería exprimir las plusvalías periodísticas a su entrevistado. Y hablaba de la mayoría silenciosa, manipulable por publicistas y estadistas, mercaderes y políticos, que era igual de manipulable pero menos silenciosa que antes gracias a los medios de comunicación, cada vez más poderosos, que esta mayoría utiliza con profusión. Entiéndase: Internet, wasap, twitter, facebook y toda la retahíla de redes sociales que nos enmarañan. Decía, textualmente: “Todo el mundo tiene un blog y dice todo tipo de disparates. Yo espero no ser de esa mayoría silenciosa a la que desprecio. Y lo digo bajito.”

Y aquí es donde este jubilata se sintió aludido, en lo de pertenecer a una masa despreciable y decir todo tipo de disparates a través de un blog. Para ver si entraba en esa categoría de masa silenciosa, manipulable a la par que vocinglera, dediqué unos minutos de mi vida a hacer una auto introspección, para observarme en mi condición de ser-en-la-sociedad, en plan heideggeriano. 

La conclusión no fue muy alentadora: a la fuerza ahorcan, pues como individuo cuento poco y soy objeto de todo tipo de manipulación, desde las ofertas en el súper (cuando voy a comprar), pasando por las tertulias de la Sexta, el Informe Semanal de TV1, las consignas de los poderes políticos, la industria textil cuando compro unos vaqueros made in Inditex, o los empleados “asustaviejas” que van de puerta en puerta para cambiarte el contrato del gas o la electricidad. Eso sin contar el vocerío que organizo en las redes sociales con los comentarios en Facebook o las “ocurrencias”, que diría don Mariano en funciones, que cuelgo en esta bitácora. Total, pertenezco a una clase social de medios pelos, vivo en un barrio de viejos pro PP, soy jubilata ya sin hucha de las pensiones y chapoteo en la mayoría silenciosa vocinglera, ¿Cabe mayor mediocridad?

No sería lo malo la conciencia de pertenencia a una masa moldeable a conveniencia, cuya opinión va de un extremo a otro, como las mareas, arrastrada por cuatro ideas mal digeridas, fabricadas al azar por expertos manipuladores de mass media; ni que, por pura honradez intelectual, un entrevistado se vea en la obligación de llamarnos mayoría silenciosa despreciable; lo peor es que no tenemos remedio y seguiremos siendo masa populosa, manipulable tremending toping mientras tengamos un iPad de esos entre las manos. Ya lo decían los clásicos latinos: Contra stulticiam, et Dii frustra pugnant, Incluso los dioses luchan inútilmente contra la ignorancia.


Ahora bien, pertenecer al rebaño libera de responsabilidades y mala conciencia, y con ciento cuarenta caracteres puedes enviar un twit que te haga famoso por veinticuatro horas. No me digas, improbable lector, que no es confortable…

1 comentario:

  1. A mi lo que más me conforta es leer su blog, D.Juan José, prez de los benditos escribidores.

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