sábado, 12 de noviembre de 2016

Cuando todo es normal.-

Estas semanas atrás pensábamos que el mundo sería inhabitable y se nos abrirían las carnes si salía elegido Donald Trump. Pues ya está hecho, las clases medias americanas se han cabreado y nos han parido este híbrido capitalista/antisistema, ¿y ahora, qué? ¿Nos echamos a temblar o nos quedamos a ver el espectáculo que promete? Un servidor se ha palpado sus viejas carnes bajo la ropa por ver si las tenía muy laceradas tras el nombramiento del susodicho, y descubre con incredulidad que ni un rasguño, ni una magulladura, aparte las naturales flaccideces propias de la edad.

Por reducir la cuestión a magnitudes domésticas, nada como buscar un parangón del Trump ese con un personaje similar, pero de cosecha propia, que lo sitúe dentro de límites mentales abarcables por un beneficiario de clases pasivas. Y casi sin pensárselo, surge el paralelismo entre Jesús Gil y Donald Trump: ambos enriquecidos con la especulación mobiliaria, ambos deslenguados y ostentóteos, ambos populacheros y vulgares, ambos elegidos por el pueblo soberano (sí, sí, por ese pueblo dotado de raciocinio) para cargo público: el uno alcalde de Marbella, el otro presidente de los EEUUAA. Cada cual en su esfera, pero de similares hechuras. Lástima que por este camino de las vidas paralelas no pueda uno seguir porque ya lo han explotando los de la prensa.

Lo que sí admira a este jubilata es que los bienpensantes del sistema se echen las manos a la cabeza y canten jeremiadas, amenazándonos con los terrores del milenio porque un ricachón yanqui que va de tremebundo vocifere enormidades.  A este jubilata, sentado en su rincón de observar el mundo, le parece, para empezar a poner las cosas en su sitio, que lo de Trump – una vez silenciada la trompetería - no será tan diferente para la supervivencia del sistema tal como lo conocemos, porque no es cuestión de calidad sino de cantidad; él no será peor que lo que nos toca vivir, sino más bruto.

Antes hubo otros como él. Así, como ejemplo fácil, el susodicho Jesús Gil en estos pagos y Berlusconi en Italia. Ambos habrían pasado por personajes antisistema si la palabra hubiese estado de moda en aquellos entonces. Pero todos sabemos que aquel campechanote Y tal y tal, no era más que el subproducto de una España del ladrillo y el pelotazo, como el sátiro Berlusconi lo fue de la corrupción política y financiera italiana y de la podredumbre y agotamiento de la democracia cristiana. Ambos, en la medida de sus posibilidades, hicieron de su vida un espectáculo gratuito y dieron mucho juego a la prensa, tan necesitada de aumentar su audiencia, creando un caldo de cultivo donde germinaran, como infusorios, legiones de  papanatas que aplaudieran las ocurrencias de uno y otro. Solo se asustaban los timoratos, se escandalizaban los bobos, mientras que la gente del común admiraba los huevos que le echaban a la vida aquellos fantoches. Trump, por el estilo, dice a las gentes desencantadas lo que quieren oír y exhibe riquezas horteras, fama televisera y una colección de tías buenas: el ideal al que aspira cualquier parado en la cuneta laboral.

Entre calificarlo como “antisistema”, como dice por boca de ganso algún político español, o “subproducto del sistema”, creo que lo segundo le conviene más. Dicen los que saben de estas cosas que estamos asistiendo a algunos síntomas de agotamiento del sistema: el Brexit, los nacionalismos tipo Le Pen o los neofascismos de algunos países europeos, sin contar la desesperanza de las clases medias (que se enrabietan y votan lo que votan). Si partimos del supuesto que la hidra capitalista regenera y multiplica sus cabezas cada vez que le cortan una, el míster Donald es un producto típico del Todo a 100 del capitalismo populista. Alguien que por poco precio desvía la indignación contra el sistema y encauza las frustraciones de las masas hacia objetivos que no son la causa de sus males sino su consecuencia. Lo del muro contra México es de manual.

No puede este jubilata ponerse docto en material tan compleja, pero le resulta claro que Trump está ahí, dispuesto a alborotar un rato el cotarro internacional y desviar atenciones, mientras esa máquina de acumular riquezas que llamamos el sistema, inventa un bálsamo de Fierabrás que sirva para bizmar las magulladuras de una sociedad que ya no cree en instituciones, idearios políticos ni nobles ideales, porque todo ha sido arrasado por la apisonadora neoliberal y convertido en bonos convertibles o fluctuaciones de Bolsa.

Quien esto escribe, pasado el primer susto, mantiene su habitual pesimismo de plantilla. Las masas medias americanas vociferarán contra inmigrantes o musulmanes bajo la mirada complacida del nuevo presidente, pero sus empresas seguirán deslocalizándose para terminar en Monterrey o cualquier otro estado mexicano, a pesar del muro que el antisistema Trump dice querer levantar. El TTIP seguirá su camino porque a los que han puesto los dineros para la campaña antisistema de Trump así les interesa. En el futuro gobierno de Trump entrarán como en tromba destacados antisistema ultraconservadores, banqueros, empresarios y negacionistas del cambio climático. El sistema, por no darle más vueltas, se disfraza un ratito de antisistema para seguir su imparable camino hacia un mundo globalizado en forma de paraíso fiscal exclusivo.


Pasados estos alborotos, las cosas volverán a su cauce, aunque con otra vuelta de tuerca que nos acogote un poco más. Todo seguirá su plácido discurrir hacia el control de las masas/ganglio amorfo. Y no lo digo por ser adivino, sino porque esa misma mañana del triunfo de Trump, mientras digería lo de las angustias antisistema, una empresa de las de venta por teléfono ha llamado a casa para ofrecernos calcetines relajantes. No los hemos comprado, pero saber que los mercados siguen a lo suyo nos ha dado mucha tranquilidad.

2 comentarios:

  1. Sensato pronóstico: este hunde al país; siempre que el país sea España y todo su contorno, Europa. Pero no económicamente, sino como los Estados Unidos de Europa. Eso es lo que está en juego. Digo yo; claro que los de ultramarinos vemos las cosas...

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  2. There is a cult of ignorance in the United States, and there always has been. The strain of anti-intellectualism has been a constant thread winding its way through our political and cultural life, nurtured by the false notion that democracy means that "my ignorance is just as good as your knowledge." -Isaac Asimov, scientist and writer (1920-1992)

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