lunes, 1 de febrero de 2021

Al hilo del mural morado.-


Este barrio nuestro de la Concepción ha estado un par de semanas en el candelero, no porque su parque del Calero haya sido arrasado por la borrasca Filomena y así siga a finales de enero, o por sus habituales basuras amontonadas junto a los contenedores haciendo paisaje. Lo ha sido por un mural feminista, en gama de morados para hacer juego, que querían borrar nuestros políticos dextrógiros del distrito de Ciudad Lineal. 

Al final, la cosa ha quedado en agua de borrajas. En el barrio no ha gustado la broma del borrón y cuenta nueva. Habiendo tanta tapia donde pintar lo que tuvieran a bien, ¿Qué necesidad había de emborronar lo ya pintado? Total, que no han tenido la suficiente habilidad ni redaños para sacar adelante el asunto, así que mejor lo dejamos, han debido pensar. Y hacen bien, porque ocasiones de malgastar su tiempo de políticos municipales y el dinero del contribuyente no faltarán. 

Y no es por nada, que bien está el mural donde está y no pide pan. Es porque así nuestro barrio ha ganado cierta notoriedad y, a lo mejor, las autoridades competentes le dedican un poco más de atención, nos arreglan las aceras, sanean el parque, recogen las basuras, y otros pequeños detalles por el estilo. Pero nos conformaremos con haber sido noticia de escándalo durante quince días, día más o menos. Han sido nuestros quince minutos de gloria, que a todos alcanza, según me comentaba mi vecino el depre, quien, aparte sus neuras habituales, últimamente cultiva con esmero la de la pandemia y apenas se deja ver.

Prácticamente a diario paso por delante del polideportivo y veo esos iconos feministas. La verdad, pocos rostros soy capaz de reconocer, que yo de santorales no ando muy allá. Sean laicos o religiosos. Lo que sí me ha llamado la atención – y no debiera – es que una torpeza política haya convertido este mural en campo de batalla ideológico y en templo de laicidad, patrimonio de la humanidad si nos ponemos trascendentes. Lo que se dice ir a por lana y volver trasquilado.

De todas esas damas retratadas, a la que sí reconozco es a doña Rigoberta Menchú, por quien mi profesor/tutor de Historia de América (cuando yo hacía Geografía e Historia en la UNED) no tenía ninguna simpatía. Él había hecho durante varios años trabajos de campo en la América hispana y conocía el paño. Lo menos que le reprochaba, y el sabría por qué, era que había inflado su currículum de mujer progresista en beneficio de una carrera prometedora lejos de su país.

De la francotiradora rusa - por mentar alguna otra - Lyudmila Pauliuchenko, tampoco sé más que lo que he leído en los artículos panegíricos sobre las damas retratadas. Por lo visto, en Odessa fue el terror de los soldados nazis con su puntería y fría habilidad para cazarlos entre las ruinas. De francotiradores, sólo uno he conocido personalmente, y hacía gala de ello. Fue visitando Armenia y era nuestro guía, Edgar, quien fue francotirador en el anterior conflicto de Armenia con Azerbaiyán por Nagorno Karabag. Mi impresión al respecto queda reflejada en estas líneas que escribí en mi diario de viajes: Muestra bastante agresividad frente a los turcos y, a lo largo del viaje, no dejará de hacer chistes de mal gusto y pesados, a cada paso para mostrar su animosidad. Esto fue en abril de 2017.

Claro que para mostrar animosidad y franca enemistad no hay que ser francotirador armenio o ruso, basta que uno de rienda suelta a simplismos ideológicos elevados a categoría. El resultado ha sido, después de unos millares de tuiters y alborotos en redes sociales de masa, poner en los altares mediáticos, por un ratito, a un barrio que sobrevive con resignación a la desidia municipal. Y mientras somos reyna por un día, los jubilatas del barrio nos paseamos tan orgullosos por delante de la tapia morada de polideportivo de la Conce. Y las señoras que andan por la cincuentena, por lo menos las más progres, van y se hacen selfis delante de los iconos feministas. 

Y el barrio sigue su habitual run-run. A la espera de que algún iluminado alumbre una genialidad que vuelva a darnos fama en los mass-media, tan necesitados como están de pasto fresco. Que lo de la pandemia ya aburre un poquito, oiga.

3 comentarios:

  1. Yo había entendido Murat; pero siendo mural, la cosa no pasa de muralla, que si se cierra que si se abre: murete vecinal con sabor a muladar, lugar a donde se esconden inmundicias, vaya. Viva La Conce, leñe!!!

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  2. Es verdad, la incuria de los tiempos y el desarrope mental que nos lleva, pero el próximo muro será con Santa Teresa, con Dª Concepción Arenal y con María Lejárraga, que para eso era de Logroño.

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  3. Es que nuestra Teresa de Cepeda era de las Moradas interiores, y nuestras féminas progresistas son moradas por bandera.
    En los entresijos, cada cual es hija de sus obras.

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