miércoles, 6 de diciembre de 2023

Escribir, y si viene al caso, pensar.-

 

No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Eso decía Oscar Wilde, según leí una vez en algún libro. El consejo es bueno de puro simple: uno tiene algo que decir y lo dice, y punto. Claro que la cosa se complica un poquito cuando crees que tienes algo que decir, una idea que te ha venido mientras mirabas las caras aburridas de la gente que viaja en el metro, por ejemplo, y llegas a casa, te pones delante de la pantalla y ¡coño! no sabes cómo decirlo.

Otra solución, también de un literato de campanillas, es mojar una magdalena en el té y empezar a recordar hechos pasados. Eso le pasó al señorito Proust que, en cuanto bebió el primer sorbito de té, empezó a hilvanar recuerdos y le salió una novela río que dura siete volúmenes. Claro que a mí el té no me gusta, y será por eso que no me fluyen los recuerdos desde mi infancia en casa Lecaun. Aparte que nunca se cruzó en mi vida una Odette de Crecy que me estimulase las neuronas donde brota la escritura. Eso y la burla que hace Baroja del chorreón de recuerdos proustianos que él llama con socarronería “magdalenienses”.

Arañando, arañando en mis recuerdos de viejo lector, he venido a dar en otro de esos que tenían cosas que decir y las decían, según la docta opinión del dandy Oscar Wilde. Y es que me acabo de acordar de don Gustavo Flaubert, quien aseguraba que el talento de escribir no consiste más que en la elección de las palabras. Y añadía que el autor debe ser como Dios en el universo, presente en todas partes y visible en ninguna de ellas. Lo de ser autor invisible creo que lo cumplo, ya que, hasta ahora, de todo lo escrito aquí nada es de mi cosecha y, por lo tanto, además de invisible es de justicia pensar que también soy inexistente. En lo literario, se entiende, que en lo demás, como decía un profesor que tuve de antropología filosófica: no soy nada, pero existo mucho.

A lo mejor, es un error de percepción eso de querer decir cosas y decirlas sin más. A lo mejor, de lo que se trata es de pensarlas despacito, como leí una vez en algo de Herr Walter Kaufmann: escribir es pensar en cámara lenta: vemos lo que no veríamos a velocidad normal. Y por si acaso, he dedicado unos minutos a pensar despacito, como en fotogramas. Pero como no sabía qué tenía que pensar, he desistido una vez más.

Por otro lado, si me fío de los que dijo una vez Herr Thomas Mann, debo estar en vías de ser un gran escritor. Lo digo por lo difícil que me resulta componer un texto medianamente fumable, ya que él afirmaba que el escritor es aquel al que escribir le resulta más difícil que a los demás. Lo que es un consuelo, viniendo de quien escribió Muerte en Venecia y aquellos amores melancólicos del viejo escritor por el jovencito y bello Tadzio. Y no es que uno esté por amores homosexuales adolescentes, ni, en general, por ningún otro, sino porque he llegado a viejo, pero no a escritor.  

Rebus sic stantibus, que diría mi vecino el depre, depresivo vocacional y sentencioso latinista, lo mejor es no hacerse mala sangre y hacer lo que hace tanto famoso como pesebrea por los medios de comunicación. Esto es: plagiar mediante el hábil procedimiento de corta y pega, lucir sonrisa de triunfador ante las cámaras mientras presenta su libro de moda lleno de vacuidades, y terminar arrasando la cuota de pantalla en el Hormiguero.

Ya lo dijo en una entrevista no hace mucho Julio Llamazares, que el noventa por ciento de los títulos exhibidos en las librerías no corresponden a escritores sino a gente que busca la fama. Si hay escritores que escriben para estar solos, los otros escriben para estar en el candelero. No son escritores, son intrusos.

Así que – con la venia del improbable lector – este jubilata, que no encuentra acomodo en el parnaso de los buenos escritores, ni un hueco en la fama fugaz del famoseo en letra impresa, regurgita aquí su egagrópila de lecturas no digeridas y toma el portante hasta la próxima.

6 comentarios:

  1. ¡ Que pena ! . Yo que tenia la ilusion de tener un primo escritor o por lo menos que apareciera en el cotilleo y nada.
    Pero no importa para mi es el mejor en caaasiii todo.
    Besicos mi Juanjo querido. 😘😘😘❤️❤️

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  2. Juanjo : no has llegado viejo, pero si a escritor

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  3. me uno al resto y sumo, Juanjo eres el más grande , te lo juro y a Don Pío le gustaría leerte, esa suerte tenemos tus coetáneos, un abrazo detrás de otro

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  4. Jotajo, siempre serás tú, y tú siempre serás. Un abrazo.

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  5. Muy bien Juanjo. Permíteme que añada dos frases más: "Escribir es defender el silencio en que se está" (María Zambrano).

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  6. ¨La literatura nace cuando alquien dice que viene el lobo y no es cierto" (Nabokov)

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