martes, 11 de mayo de 2010

Un cierto olor a cadaverina narrativa.-


Hace años bastantes, cuando creía que mi capacidad de escribidor serviría para algo y me vería en letras de molde, propuse a un grupo de amigos/as escribir entre todos un cadáver exquisito, una especie de monstruo de Frankenstein, hecho de retazos literarios, de recortes de maternidad alumbrados por cacúmenes estrujados al efecto, y a ver qué pasaba. Aquello se inició con entusiasmo, recogimos fragmentos escritos, los zurcimos como buenamente pudimos… y jamás conseguimos insuflar vida al cadáver, que nunca llegó a exquisito y sí quedó fosilizado entre los archivos de mi ordenador.
En un ejercicio de añoranza – aunque la añoranza es un error que aburre muchísimo – he decidido colgar en esta bitácora el comienzo de aquella aventura de “juntacadáveres” ilusionados; aventura frustrada, aparte de por nuestra escasa capacidad literaria, por la puñetera vida estresada de sus componentes, que no lograban sacar tiempo para perder en un inútil trabajo de desenterradores de historias imaginarias.
Dicho lo que antecede, la historia comenzaba así:

““Propósito.- Dicen los que saben de esas cosas que la causalidad no existe sino que se corresponde con leyes que le son propias, cuya lógica ignoramos aún. Esto viene a cuento porque, según oí en mi juventud a un profesor de Antropología Filosófica, si un mono teclease sin solución de continuidad sobre una máquina de escribir, terminaría por escribir el Quijote, pongamos por caso. Supongamos que nuestro colectivo es el mono ideal que aporrea durante una eternidad el teclado del ordenador. Así, es muy posible que entre todos, muy monamente, logremos escribir una de las grandes joyas de la Literatura Universal.
Verbigracia: yo empiezo con un párrafo incoherente, o plagiado – que también sirve al caso –, y vosotros seguís con lo que se os pase por la cabeza: aquellas pesadillas amorfas de vuestros más angustiosos sueños; aquellas chorradas que os pueblan la mente, pero que no dejáis aflorar porque sois personas responsables y os da vergüenza; aquellos agujeros llenos de una nada imprecisa que gobierna vuestras vidas... En fin, cualquier cosa incóngrua, irracional, irreal, imposible, intolerable, indigesta o inviable... Yo empiezo, ¿eh?"

Plagiario Obvio. I:
"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que vivía un hidalgo, de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor..."

Plagiario Rencoroso. II:
"En un lugar de la Mancha del que no puedo olvidarme vive este viejo borracho de mierda, vive el mancillador de los escenarios, vive este ruin envidioso y todas las putas que a coro me alaban y aplauden mi plagio. No seré yo el que haga la luz a mi mentira, pero sí el que clave un puñal en mi corazón de escribiente. No se lo diré a nadie y tomaré cada aplauso, cada halago, como míos y los regurgitaré por la noche entre trago y trago para revivir la puta mentira una y mil veces.”

Plagiaria de Arcanos. III:
"No puedo decir que no dejé de sorprenderme, pero supongo que si a mí me gustó y me entusiasmó, a la gente de mi tiempo no era de extrañar que también le gustara. Todo empezó el día en que la TDO, (Talentos Designados Oficialmente) me requirió para estudiar una obra que se estaba resistiendo a los más brillantes arqueólogos. Es en ese momento cuando las más Altas Esferas se rinden y recurren a nuestra organización. En mi caso, fue más duro porque yo había perdido mi prestigio profesional a base de ir robando 'cápsulas de tinta' donde otros escritores más talentosos que yo guardaban su inspiración. Pero al fin y al cabo, yo era la única que tenía en mi cabeza el conocimiento de las lenguas perdidas de la antigua 'Parla', continente llamado así por la continua inclinación de sus habitantes a enviar a sus descendientes a Parla, o lo que es lo mismo, a hablar o aprender una lengua y referido en otros escritos como 'Uropayiruro' y que no sé si se corresponde con Mancha…””
Para qué seguir disecando el cadáver, no sea que, con el tufo, se despierte en el personal un irrefrenable deseo de partirme la cara, como al fulano de la foto…

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