Últimamente está muy de moda eso de rescatar países, incluso si los interesados no están nada conformes con la manera en que se lo imponen. Sirva como ejemplo lo de Portugal o Grecia, país éste prácticamente en quiebra, al que van a rescatar - con la inestimable y desinteresada ayuda de bancos franceses e ingleses - a pesar de los propios griegos, quienes gritan su cabreo en la plaza de Syntagma, aunque parece que nadie quiere oírles.
Para rescatar el país les obligan a vender en almoneda aeropuertos, carreteras, hospitales y todos aquellos bienes nacionales cuya pignoración servirá para tapar agujeros financieros... si lo logran, que todo vaticina que no. El friso del Partenón y otras joyas arquitectónicas no será necesario que las pignoren, ya que se las fueron robando en siglos pasados. Lo del expolio actual es otra cosa, va en plan fino y mediante ingeniería financiera.
En Cataluña, con la derecha nacionalista haciendo patria, también están en eso del rescate de la deuda pública, así que venderán hospitales y cualquier infraestructura de las que sacar las perras para devolver los créditos bancarios y tapar agujeros, como en cualquier economía doméstica, pero a lo bestia. Por lo visto, para que Cataluña sea Una, Grande y Libre, es necesario que sus habitantes disfruten de peor sanidad, peor educación pública y sean más pobres y con servicios públicos bajo mínimos. Con lo cual, uno, así a bote pronto, no ve la ventaja de pertenecer a la gloriosa patria cataláunica. Menos aún cuando Arturo Mas, si no he entendido mal, ha dicho por ahí que con que el Estado controle la policía y los jueces, el resto de las competencias sobra. Barra libre, amigo especulador.
Claro que al resto de las Españas también nos van a apretar los machos, un poco más, en cuanto ZP, con sus maravillosas medidas para tranquilizar mercados, tome boleta; y si no que nos cuenten lo de los informes de la FAES (todo queda en casa: informes y la pasta que cuestan) a propósito del copago de la sanidad pública, que algunos, ignorantes del complejo mundo de la financiación de los servicios públicos, vemos como un repago sin tapujos.
De momento, no sabemos bien lo que van a hacer: piden informes, los guardan en el cajón, y no dicen ni mú sobre lo que será de nosotros de aquí a pocos meses, cuando la gaviota enseñoree nuestros cielos. Imagino, puestos a ello, que harán como su primo ideológico -dentro de la familia neoliberal, se entiende- Arturo Mas: esquilarnos el vellón como actualmente, pero dentro de la más pura ortodoxia neocón.
Pero, ahora que me doy cuenta, no quería hablar de esas cosas porque estamos de vacaciones y en Madrid hace un calor del carajo. Se ve que a este jubilata le han patinado las neuronas y se va por los cerros de la demagogia casera. Aunque, eso no, no hace daño a nadie con decirlo: le basta al improbable lector con darle al ratón y saltar a otra cosa de más enjundia.
Lo que quería decir es que este humilde servidor se toma unas cortas vacaciones antes de que lo rescaten. No sea que a la señora Merckel le parezca mal ver cómo un sus scrofa domestica, miembro de la piara que forman los países PIGS, se toma semejante libertad. Ya se sabe: los mediterráneos somos improductivos, manirrotos y amigos de pasarnos la vida por el arco de triunfo, todo lo contrario de los ciudadanos germánicos, tan disciplinados ellos y trabajadores, y que encima le votan.
Pues eso, antes de que las fuerzas del mercado, las instituciones europeras, el FMI, el G7 y nuestros nunca bien ponderados políticos, metan mano a la tijera de rescatar jubilatas y nos recorten -con la mejor intención, eso sí- la paga, el transporte público, la sanidad..., un servidor se va a gastar la extraordinaria en perderse por montes donde la conexión a Internet es azarosa y el móvil no tiene cobertura. Perderá información de primera mano, pero ganará en tranquilidad.
Puede que, paseando por los hayedos, se le oxigenen las neuronas y vea con otros ojos las ventajas de la economía de mercado. Puede, incluso que le parezca bien eso de que el Banco Central Europeo preste a la banca privada sus capitales al 1,5% y que ésta los invierta en deuda pública de los estados en riesgo de insolvencia al 5 o al 6%. Puede, en fin, que cuando regrese a la capital del reino, ya le hayan rescatado sin contar con él, ni importarles un carajo su modesta opinión.
De lo que sí está seguro este jubilata es de que, a su regreso, seguirá protestando -con demagogia o a palo seco- desde su modesta bitácora. Y, aunque a la señora Merkel le moleste, uno seguirá siendo un cerdo de la piara de Epicuro, que es una de las pocas cosas dignas que se puede ser en estos tiempos azarosos.
Es muy extraño: te rescatan, a condición de que primero te ahoguen.
ResponderEliminarAlbur!!
PD. Lo de la piara de Epicuro, juro que lo iba a poner!! Me lo sacaste de la boca!!