jueves, 1 de septiembre de 2011

Los tejos de Los Poyales




Ya en una entrada anterior hablé de la marcha que hicimos, con la Agrupación Aire Libre del Ateneo de Madrid, por la "Senda del Ingeniero", entre San Rafael y El Espinar, donde tuvimos ocasión de ver algunos ejemplares de tejo en el entorno de Los Poyales. Este sábado, Guillermo García, Juan Romero y este jubilata ("el trío de los tejos", como nos gusta llamarnos), hemos vuelto con el fin de comprobar si había más tejos en aquella zona, por los barrancos de Los Poyales y la Boca del Infierno, topónimos que pudieran indicar la existencia de ejemplares de esta especie.
Y el hallazgo no nos defraudó, antes bien colmó sobradamente nuestras expectativas, ya que encontramos más de cincuenta, tal vez cerca de un centenar de tejos. Nuestros medios no nos permitieron inventariarlos todos, pero no es exagerado suponer que sí hay una buena centena de ellos. Toda una tejeda -con ejemplares dispersos por la umbría del pinar- de la que parece nadie había dado noticias hasta ahora.
Son todos tejos bastante jóvenes, de menos de cien años. En general, constan de cuatro a cinco tallos, de unos 8 m de altura y otros tantos de envergadura, los mayores. Los diámetros, a un metro de la base, oscilan entre los 8 y 20 cm. No vimos ningún "árbol viejo". Posiblemente, cuando se repobló el pinar, fueron descastados los antiguos ejemplares en años posteriores a la guerra civil. Y, caso extraño, tampoco vimos acebos, que suelen ser indicadores de la presencia de tejos por estas sierras del Guadarrama.


Nuestros árboles están en cotas que van de los 1.490 a los 1.590 m de altitud, aunque también tenemos fichado uno por debajo de la carretera inmediata. El suelo y el hábitat, en conjunto, son muy similares a los de Valhondillo, en Rascafría, un auténtico Museo de Tejo. Se trata de vertientes orientadas al norte, muy umbrías, con abundancia de agua y tierra orgánica negra, y con difícil acceso. Piénsese que el tejo es una especie relicta en nuestras sierras y, por decirlo de alguna forma, su supervivencia depende de su capacidad para pasar desapercibido y de su relativa inaccesibilidad.


Toda la historia de nuestra búsqueda de tejos silvestres (Taxus Baccata L.) comienza con "La toponimia del tejo" estudiada por Guillermo García Pérez; es decir, con la posibilidad de encontrar en el campo los taxus baccata con ayuda de la toponimia y la inspección directa de los hábitats con condiciones ambientales favorables a esta especie.


Una veces acertamos, otras no, quizá porque se extinguieron, a pesar de que el topónimo da indicios de su existencia. Pero, cuando encontramos un ejemplar solitario -joven o milenario-, un rodal de ellos o toda una tejeda, sentimos una gran satisfacción. Son pequeñas joyas de conocimiento del medio natural cuyo descubrimiento nos produce tanta satisfacción como el hallazgo de un gran tesoro, no mensurable en términos económicos. Y, cuando no damos con nada en concreto al respecto, siempre nos queda la satisfacción que producen el ejercicio al aire libre, la vivencia y contemplación directa de la Naturaleza. Somo veteranos montañeros y eso es suficiente premio para nosotros.


En este caso particular, el amigo Guillermo -de quien aprovecho sus notas para escribir esta entrada-, pensó que, en la cara norte de la sierra de Guadarrama, en El Espinar, "Boca" y "Boquerón", es decir, garganta, hoz, etc., podrían tener posibilidad al respecto, y que "Boca del Infierno" era ya un supuesto que invitaba a investigar.
La primera tentativa, hace ya más de dos años, no dio resultados positivos. Ni siquiera había acebos, como nos habían asegurado al paso, otro día, ciertos agricultores octogenarios del pueblo. Pero no parecía imposible, dadas las características de la zona, que hubiesen existido tejos en ese entorno en épocas antiguas o Edad Media, cuando se formaron esos topónimos. Es cierto que no los encontramos en la "Boca del Infierno", pero sí en la vaguada anterior, yendo desde San Rafael, por el camino mencionado.


Una vez colmados nuestros afanes de naturalistas aficionados y caminantes inveterados, paramos a comer en la Roca de la Casa. Se trata de una roca caballera, cuyo espacio bajo ella se ha aprovechado cerrándolo con muros de piedra y convirtiéndolo en un refugio. Junto a una fuente manadera, al lado, adornada con un escudo de ingenieros de montes, fue el lugar donde comimos nuestros bocatas y tuvimos un rato de charla, tras tanta fatiga de trepar monte arriba y por vericuetos de difícil tránsito.


Y hablamos, porque venía al caso, de la alcaldada del alcalde de Getafe, quien ha mandado arrancar las matas de estramonio porque a un indocto se le ocurrió "colocarse" con sus frutos y se ha envenenado. Decía Guillermo que, si se aplicaba este bárbaro criterio alcaldil de arrancar las plantas venenosas que crecen por los campos, en pocos meses desaparecerín los tejos (recuérdese que sus componentes son venenosos), las adelfas de nuestros parques, los acónitos, cicutas, etc, etc. Y, ya puestos ¿por qué no cerrar las farmacias? Al fin y al cabo, muchos principios activos de las medicinas son venenosos.
Al parecer -terció Juan- este alcalde de Getafe no se ha enterado aún de lo que dijo Paracelso: Todo es veneno. Nada es sin veneno. Sólo la dosis hace el veneno. Vamos, que el veneno no está en la sustancia empleada, sino en el uso que se haga de ella. Y, ya puestos, aquí queda esta cita de dom Theophrastus, a quien conocemos como Paracelso, que también me pasa Juan: En una planta hay más virtudes y energía que en todos los gruesos libros que se leen en las universidades, a los que no ha sido concedida larga vida ( De las cosas naturales, 1526).


Pero, claro, un alcalde no tiene por qué haber leído a Paracelso; con alcaldear ya le vale... que no es oficio para el que se requieran habilidades librescas - pensé yo. Por eso, me limité a seguir con mi bocadillo y callar.

3 comentarios:

  1. Mi más sincera enhorabuena, Guillermo y compañía.

    Ahí andaban tan cerca y tan lejos a la vez.

    F. Santos.

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  2. Me alegro de que le tejo no esté extinguido de esas magníficas montañas. De todas formas hay mucho desaprensivo que puede obtener valiosas informaciones de vuestras localizaciones (la madera y algunos ejemplares en vivo son muy buscados por esta calaña)No conviene que déis demasiados datos del lugar donde están.
    Un saludo desde el Bierzo.
    Miguel.

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  3. animo! y a seguir buscando,de acuerdo con lo que apunta miguel,divulgar si ,pero tal vez llevarnos hasta el sitio no,hay que dejar algo siempre por descubrir...salu2

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