A veces, en esta bitácora se escapa
algún texto burlesco cuando se habla de personajes públicos y este jubilata no
siente la necesidad de excusarse por ello. Todo el mundo entiende que la burla
que un quídam hace de los poderosos no es más que el peaje que éstos han de
pagar por estar en el candelero y disponer de parcelas de poder que ejercen no
siempre (o muy pocas veces) a favor de
quienes le pusieron allí con sus votos. Y no digamos si se trata de la casta
que llegó a lo más alto de su escala jerárquica sin el concurso de sus
feligreses o adeptos, sino encumbrados por especial favor del dedo divino.
Claro que, por si las moscas, un servidor,
antes de meter el dedo en el ojo a un personaje, se ha parado a mirar si en el
suyo propio hay una paja o una viga evangélica, o una simple catarata. Y
descubre que puesto a reírse de estos estrafalarios personajes con los que se
topa de vez en cuando, también cuenta con una buena dosis de rarezas en sus
propias alforjas. Esas pueden ser cosa de la edad, de la esclerosis neuronal
tras tantos quinquenios de actividad, o del simple capricho por ser original
frente a tanta mansedumbre mass media como uno observa por ahí cuando se
finiquita un banquero o cualquier personaje conspicuo y forrado de pasta.
Pues eso, antes de hablar de ese
purpurado obispo de Valencia de la foto, que quiere pasar por ser un cardenal
renacentista con su corte y no es más que un anacronismo, un vejete ridículo
embuchado en metros y metros de capa roja como un chorizo sobrado de pimentón, un
servidor quiere confesar que también es un tanto estrafalario, o friki, en sus
gustos.
Ya hace algún tiempo confesé mi gusto por el latín, lengua que estudio
desde hace algunos años, y mi lamentable desconocimiento de la angliparla.
Pero, puestos a ser originales, piénsese que el inglés lo habla hasta la
alcaldesa de Madrid; o sea, una vulgaridad de aeropuerto y carta menú de
chiringuito playero. Aparte que Xavier de Bradomín ya se lo dijo a la Niña
Chole cuando navegaba hacia Tierras Calientes, que el inglés era lengua de
mercaderes, piratas y herejes.
El caso es que el amigo Chus,
también jubilata, también aspirante a chamullar la lengua de Cicerón, me envía
las fotos de marras y trae a colación un texto de Erasmo que viene al caso. Se
trata de Abbatis et eruditae colloquium (Coloquio
entre el abad y la mujer culta). En la pelea dialéctica que mantienen, el abad
dice a Magdalia que las Letras son tarea impropia de la mujer, de la misma forma
que las alforjas lo son para un buey. Ella, con ironía, le responde: Atqui negare non potes, quin magis quadrent
cliteliae bovi, quam mitra asino aut sui: “Pero no puedes negar que le
cuadran mejor las alforjas al buey que la mitra al asno o al cerdo”.
No querría un servidor comparar a
un mitrado con una acémila o un gorrín, cosa que sí hace Erasmo, pero lo de
este obispo tan sobrado de capa roja como escaso de modestia es para tomárselo
a coña. A estas alturas del telediario, no parece que la dignidad de un cargo
haya que medirla por la longitud de la capa magna que exhibe, sino por la
honradez con que se ejerce ese cargo. Si de púrpuras se trata, seguro que te la
venden por docenas de varas en cualquier corteinglés. La cantidad es cuestión
de potencia en la tarjeta de crédito, y no una muestra de dignidad.
A propósito de tantos metros de púrpura,
he echado un vistazo al evangelio de Mateo en la Vulgata – uno, entre otras, tiene esa rareza
de ver qué dicen los libros sagrados de los cristianos –, allí donde Jesús dice a su gente (en latín, ya que estamos en ello): Et qui voluerit inter vos primus esse, erit
vester servus: “Y el que entre vosotros quiera ser primero, sea vuestro
siervo”. A ver quién es el guapo que se pone a servir a los prójimos liado en
tantos metros de oropeles y vestiduras, aparte que una cosa es predicar y otra dar trigo.
Pero ya vale de dar la coña con los príncipes de la Iglesia, sus ropajes y sus teologías. Nuestra sociedad tiene cosas de más
urgencia de qué preocuparse y pasa de armiños. Además, en cuestión de coña anticlerical, Erasmo de Rotterdam lo hacía con más
ingenio. Pero siquiera en eso este
jubilata es erasmiano, en que prefiere una mujer inteligente a un asno purpurado.
Son muy creativos para perder adeptos
ResponderEliminarUn abrazo
j
Sobre Cañizares Llovera y su magna capa roja no se pierda este vídeo de Youtube:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=AsOw7yjiiMc