miércoles, 15 de octubre de 2014

Las aficiones raras.-

Dicen por ahí que todo es opinable y el título de esta entrada también lo es. Solo que aquí se ha optado por este título como concesión a la galería. Si por raro se entiende “escaso”, “poco frecuente”, o expresión similar, entonces sí lo es. Pero no por referirse a aficiones estrafalarias, de tal manera que quien las practica sea un bicho inclasificable para el que no existe casilla entomológica en la que encuadrarlo. Son, por decirlo así, rarezas inocentes, inofensivas y cultivadas en la intimidad y sin ánimo de escandalizar.

Viene al caso porque algún improbable lector le ha reprochado a este jubilata esa afición tan suya a hacer presa en el estupidiario político patrio. Entrada sí, entrada también, se acaba hablando en esta bitácora de las genialidades con que el faunario político autóctono y sus adyacentes andan tocando las meninges al paisanaje, y la cosa acaba siendo previsible. 

“Hoy el jubilata hablará de tal”, piensa el sufrido lector. Es decir, con el material que tenemos a mano: Esta semana podríamos hablar de ese consejero de sanidad de Madrid que llegó a la conclusión de que un guante que tocó una cara nos ha traído la plaga bíblica del ébola; o del putiferio que se ha organizado con las tarjetas negras (¿por qué coños “black”?) de los consejeros de la extinta Caja Madrid y actual sumidero de recursos públicos que es Bankia.

Pero no, esta vez este jubilata tiene el firme propósito de hablar - con circunloquios; o sea, mareando un poco la perdiz -  de una de sus aficiones raras que cultiva con mimo. ¿Alguna vez el lector que pasea por esta bitácora ha oído hablar de una modestísima revista que se llama Mélissa? Melisa (μέλισσα, en griego) es tanto como abeja. Es el título de una publicación bimensual en latín editada en Bruselas por Guy Licoppe y Françoise Deraedt en colaboración con la Maison d´Érasme y la Academia Latina de Roma.  Pues bien, a fuer de jubilata rarito, un  servidor está suscrito a ella y, encima, la lee.  

Los asuntos que en ella se proponen (históricos, filológicos, literarios…) uno podría encontrarlos en otras publicaciones de divulgación cultural, solo que aquí sus autores los escriben en latín. Lo que significa – pásmese el lector inadvertido – que el latín no es la lengua muerta de que nos hablaban en el bachiller (a los que hacíamos Letras), o en la Facultad, sino una lengua tan ágil y fresca como para expresar cualquier idea o noticia de la más inmediata actualidad.  Y no vaya a pensarse que es cosa, eso de cultivar latines actuales, de cuatro sesentones con la chaveta mal encajada, porque es lengua hablada en la actualidad en Europa y América (al menos) por gente docta que la usa como vehículo de comunicación habitual.

Algunos no llegaremos a tanto; a doctos, digo, pero nos sentimos privilegiados ahora que ya balbucimos la lengua y somos capaces de comprender de corrido una conversación y las lecciones impartidas en ese idioma que, durante siglos, fue común al mundo mediterráneo y, hasta el S.XVIII, fue lengua científica.

En estos tiempos en que los más cultos europeos se expresan en latín, se pregunta este jubilata, por qué la política educativa de este país ha casi borrado de los planes de enseñanza las Humanidades, como antiguallas inútiles, convirtiendo los centros docentes en un apéndice del mercado laboral; lugares donde no  se forma universitarios, sino que se fabrica técnicos. Y mira que ya nos lo advirtió don José en su “La barbarie del “especialismo”, donde nos explicaba que la Técnica nace de la cópula entre el capitalismo y la ciencia experimental, pero que no toda técnica es ciencia. Así, los técnicos que salen de las aulas son fuerza de trabajo en reserva, no intelectos operativos.

Pero a ver quién se lo explica al verboso ministro y ex tertuliano Sr. Wert, qui, mea quidem sententia, acumine ingenii non excellet. 

3 comentarios:

  1. Macte uirtute, Ioannes dissertissime! Rem acu tetigisti... Ceterum Bruxellenses praeconio tuo gaudebunt.
    Iosephus M.

    ResponderEliminar
  2. Jacin Ramirez Fontanilla16 de octubre de 2014, 11:04

    Caesar quobus Gallia est et Wert domus alienum.

    ResponderEliminar
  3. Qui erat cum obliviscimur latin?
    No se muy bien lo que puse, pero quedó muy bien.
    Saludos!!

    ResponderEliminar